Decepcionantes Stone Roses
Tras la inesperada y lamentada ausencia de Bluetones y Los Planetas en la programación del pasado viernes en el Festival Internacional de Música Independiente de Benicàssim (FIB) toda la atención de los cerca de 10.000 espectadores reunidos se centró en las actuaciones de Garbage y Stone Roses. Pero, mientras los primeros demostraron que es posible trasladar con notables resultados la aparatosa producción y trucos del estudio sobre un escenario, los otros se limitaron a copiarse a sí mismos con escasa fortuna. Dececpcionante.Más que presentar sus nuevas partituras, optaron por una acomodada sesión de grandes éxitos. Cierto que I wanna be adored, Ten story love songs o I am the resurrection son, por sí mismas, imprescindibles capítulos de la historia del pop de los noventa; pero la lectura que Stone Roses ofrecieron la pasada noche (con un vocalista, lan Brown, que no parecía estar en su mejor momento) no fue más que un mero trámite para contentar al público menos exigente. La marcha del guitarrista John Squire parece haber debilitado exageradamente sus pretensiones e ideas.
Por lo menos, el pase de los norteamericanos Garbage resultó mucho más intenso y educativo. Butch Big (productor de Nirvana y Sonic Youth entre otros) ha sabido ensamblar con ingenio los ritmos de baile con el punk más airado. A pesar de un sonido demasiado saturado, que poco les benefició, y los inevitables ritmos pregrabados el público agradeció con entusiasmo una originalidad que, hasta entonces, había hecho acto de presencia en el velódromo con cuentagotas.
Los representantes del día de la escena independiente nacional también aportaron más actitud y entusiasmo que personalidad. Fue el caso de Gallygows que, pese a contar en sus filas con antiguos componentes de Parkinson D.C. y Peanut Pie, están excesivamente marcados por lo aprendido de J Mascis. Noise pop con argumentos demasiado trillados. Como el de los zaragozanos Nothing; con un buen catálogo de canciones que, sin embargo, se escudan en melodías que ya parecen haber sido escuchadas en demasiadas ocasiones. Ni siquiera los catalanes Parkinson D.C. (cuyo último álbum, Albanige, se encuentra entre lo mejor de esta temporada) convencieron a fondo. Lo suyo son los recintos cerrados de mediano aforo y en el escenario del FIB fueron incapaces de extraer toda la energía que, en algún lugar, esconden sus guitarras. Los madrileños Dover, en cambio, se acercaron a la faceta más virulenta de Hole o Babes in Toyland y despertaron enormes y merecidas ovaciones entre su audiencia.
El mayor baile de referencias se dio entre Velvet Trash y Shed Seven. Mientras los primeros juegan con las melodías y armonías vocales con gran acierto y han influido notoriamente en las nuevas bandas de power pop; los británicos Shed Seven se conformaron con explotar y casi agotar hasta los últimos cartuchos de la new wave of new wave. Ya se sabe, los Smiths como banda de cabecera y para innovar (aunque su nuevo disco, A maximum high, no da excesivas muestras de ello) un descubrimiento tardío del rock más elemental (¿era preciso revisar el Jumpin'Jack Flash de los Rolling Stones?). Más atractiva resultó la apertura de ayer. Baby Powder estrenaron las piezas de su álbum de debú y Medication ofrecieron un avance del suyo : noise hechizante trazado en espirales al modo de Loop o los Pavement más retorcidos. Esperanzador.
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