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Medio millón de mineros rusos ponen en peligro la política de reformas económicas de Yeltsin

Pilar Bonet

La minería del carbón de Rusia se vio ayer paralizada por una huelga general en la que participaron medio millón de trabajadores en protesta por las crónicas demoras en el pago de los salarios. Los mineros, que apoyaron con entusiasmo a Borís Yeltsin en su anterior campaña presidencial, en 1991, se sumaron así a los cerca de 200.000 maestros en huelga desde hace tres días por el mismo motivo. Otros sectores podrían incorporarse a las protestas el lunes. La presión laboral obliga a Yeltsin a elegir entre continuar la reforma económica o adoptar medidas populistas.

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La huelga en el sector del carbón, que también paraliza la mayoría de las minas en la vecina Ucrania, afectaba a las principales cuencas carboníferas de Rusia, desde las costas del Pacífico a Vorkutá, en el Círculo Polar Artico, pasando por la región siberiana de Kuzbás. En paro estaban las plantillas de 104 minas y 25 explotaciones carboníferas de todo el país, lo que supone el 87% de las empresas del sector, según cálculos del Sindicato Independiente de Trabajadores del Carbón, que organizó la huelga.En Vorkutá, los mineros celebraron un mitin en el que pidieron la destitución de Yeltsin y del jefe del Gobierno, Víktor Chernomirdin, y acusaron a ambos de practicar una política de empobrecimiento de la población. En una resolución citada por la agencia Interfax, los manifestantes definieron su posición ante las próximas elecciones presidenciales: negaron su apoyo a Yeltsin y a Chernomirdin y aseguraron que sólo apoyarán a representantes de la oposición. "Un minero puede trabajar de rodillas en la galería, pero no puede vivir de rodillas y no lo hará nunca", señalaba la resolución.

El ayudante económico de Yeltsin, Alexandr Livshits, aseguró que la Administración había transferido los salarios atrasados a los mineros, pero las informaciones de las distintas regiones en huelga indicaban que los fondos no habían llegado a sus destinatarios. En la enseñanza, el total de huelguistas era de ayer de más de 180.000 maestros y afectaba a 3.500 instituciones en 44 de las 89 regiones de Rusia, según la agencia Interfax. Hasta los cadetes de las academias militares y los oficiales destinados en Moscú proyectan incorporarse al movimiento huelguístico.

Los rusos han recibido con escepticismo la "original propuesta" de Yeltsin, que ha prometido controlar personalmente el pago de las nóminas del presupuesto federal a partir de marzo y crear un fondo especial con ese fin. En opinión de los analistas, el presupuesto no tiene dinero para atender los impagos y la única forma de hacerlo es recurriendo a emisiones que aventarán la inflación y, con ello, darán al traste a los objetivos de la reforma económica para este año y los compromisos de Rusia con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Parón al Gobierno

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A juzgar por las promesas a diestro y siniestro de Yeltsin y sus allegados, el Kremlim ha decidido sacrificar momentáneamente la reforma económica a las necesidades políticas de Yeltsin ante las elecciones presidenciales del próximo junio. Esta circunstancia no parece ser un obstáculo para que el FMI conceda a Rusia un nuevo crédito de 9.000 millones de dólares (1,1 billones de pesetas), después del espaldarazo que el presidente norteamericano, Bill Clinton, acaba de dar al jefe del Gobierno ruso durante la visita que éste ha realizado a Estados Unidos. El director gerente del FMI, Michel Camdessus, visitará Moscú durante la segunda mitad de mes.Yeltsin, que ayer cumplió 65 años, podría mejorar su deteriorada imagen pública si consigue acabar con la guerra de Chechenia. Así lo piensa al menos el gobernador de la región de Nizhni Nóvgorod, Borís Nemtsov, quien le ha entregado un millón de firmas de protesta contra la contienda.

Mientras tanto, las listas de los potenciales candidatos a la presidencia de Rusia se amplían cada día más. Hasta ayer, los pretendientes sumaban un total de treinta, según los datos de la Comisión Electoral Central, que registra a los grupos de promoción de candidaturas, y que ayer dio luz verde a un grupo en apoyo de la candidatura del ex presidente soviético Mijaíl Gorbachov. Estos grupos no necesariamente cuentan con el consentimiento de los promocionados, como indica la reacción negativa de Chernomirdin, ante la inscripción de un grupo de San Petersburgo que le apoya. "Yo no juego estos jueguecitos", ha dicho Chernomirdin, al volver de Estados Unidos. Según la prestigiosa comentarista Tamara Zamiátina, de la agencia Itar-Tass, Chernomirdin comprende que las encuestas que le prometen un sólido apoyo del electorado "causan celos en algunas estructuras que sospechan de la creciente autoridad del primer ministro".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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