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EL TEATRO DE LA ÓPERA LEVANTA EL TELÓN

Partearroyo interviene "sin violencia"

El arquitecto destaca las zonas ocultas y los materiales cálidos empleados de la reforma

El arquitecto Francisco Rodríguez de Partearroyo, de 47 años, recordó ayer al arquitecto portugués Álvaro Siza, para quien el trabajo profesional se parece al del detective que busca las claves para resolver un caso., En los últimos tres años se ha volcado -sin superar todavía el "tremendo disgusto" de la caída de la lámpara- en su propuesta de incluir "sin violencia" la nueva arquitectura en un edificio con rasgos neoclásicos perdidos en las reformas anteriores. De la reconversión, destaca la ocultación de las instalaciones de alta tecnología, la imagen exterior de la cubierta de cinc y los materiales cálidos.

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Futuro incierto

"En lugar de hacer una arquitectura académica y mimética me preocupaba conseguir un todo coherente con las partes clásicas y que se notara también la, arquitectura más moderna y actual". Partearroyo comentó ayer que rechazó otras vías de intervención, como una clave totalmente contemporánea o académica. "La nueva arquitectura casi renuncia a la expresión de su autor para manifestarse de forma silenciosa".Para convertir el Real en "uno de los teatros de ópera mejor dotados de Europa", Partearroyo explicó los trabajos técnicos de los últimos 30 meses tras pasar por la historia del edificio, cuyas obras, entre. 1818 y 1850, fueron "largas, costosas y encarecidas por las sucesivas interrupciones y abandonos", según Gaspar Gómez de la Serna. Entre lo que se conserva y lo que se transforma se movió la propuesta del arquitecto, que ha respetado, la fachada de los cuatro pisos inferiores y ha plantado una coronación de cinc al titanio que es la imagen exterior que identifica la nueva obra.

El "volumen oculto al público" es uno de los elementos que destaca, con la complejidad de la tecnología empleada en este tipo de edificios. El remate proyectado soluciona el emplazamiento de_las instalaciones, sobre todo el del aire acondicionado, con. un tratamiento de una quinta fachada.

Los 70.000 metros cuadrados construidos se dividen en dos grandes zonas: las áreas públicas (vestíbulos o foyer, deambulatorios, qafeterias, aseos) e internas (salas de ensayo, ascensores de carga y descarga, la caja, escénica, talleres, camerinos, almacenes, oficinas).

Los amplios espacios de ensayos se han situado en la última planta y fueron ayer los más elogiados por los asistentes, junto con el funcionamiento del escenario. En total se han realizado cuatro grandes salas, dedicadas a la orquesta, al ballet, al coro y a los ensayos generales, junto con otras 12 distribuidas por otras zonas del edificio. Las salas de ensayo tienen tratamientos especiales en los suelos y en el aislamiento acústico, que ha tenido en cuenta desde los vuelos de helicópteros al cercano Palacio Real hasta el paso del metro.

Vistas a las plazas

El sistema de plataformas proyectado por Partearroyo se centra en los espacios para el público, que puede recorrer todo el perímetro, del edificio, con zonas de descanso y cafeterías, que tienen un especial contacto con las vistas a las plazas de Isabel II y de Oriente. De esta forma se recupera el antiguo salón de baile de Isabel II, con las columnatas exteriores y un muro cortina en un plano neutro oscuro.En el acceso principal del público, el arquitecto mantiene la traza elíptica con espacios de triple altura en madera. Partearroyo mencionó al arquitecto vienés Adolf Loos como ejemplo de coherencia entre lo académico y el movimiento moderno. De esta monumentalidad participa, según el autor, la voluntad de unificar el tratamiento de los materiales, como la madera, el mármol, la piedra de Colmenar, el latón y el bronce. El "corazón del teatro" es la sala principal, con capacidad para 1.800 butacas, con su clásica disposición a la italiana.

En su tratamiento, "pensando en el público, en el ver y ser visto", se tomó una "posición ecléctica" a partir de la época de esplendor del Real, con el terciopelo rojo y el fondo y el techo gris oscuro azulado. El palco real tiene un fondo de madera. Las butacas, apliques y otros elementos de ornamentación han sido diseñados también por el arquitecto.

El escenario es sólo uno de los elementos de la caja escénica, donde en sus profundidades cabe el edificio de la Telefónica, en la Gran Vía madrileña, entre el telón metálico y el fondo. Todos sus movimientos se realizan por ordenador, con objeto de modificar las plataformas horizontales y en altura de los cambios que requieren los cambios de la escenografía. Toda la maquinaria escénica ha sido proyectada y montada Por la firma Thyssen Boetticher, unida en una alianza temporal de empresa con la austriaca Waagner Bidó. La ingeniería y fabricación es austríaca y española, capaz de realizar hasta cuatro y cinco cambios en pocos segundos y con "total silencio y limpieza", según un portavoz de la firma.

La maqueta y los planos de la reconversión del Teatro Real en teatro de la ópera formarán parte, en una futura exposición en la zona pública del edificio, de la última historia de un solar que en el principio fue la vieja huerta de la Priora. Ahora vuelve a estar dedicado al bel canto, tras ser un polvorín, un cuartel de la Guardia Civil, Congreso de los Diputados y salón de baile. Una historia que comienza el 19 de noviembre de 1850 con La favorita, de Donizetti.

El Real tiene ahora "referencias de lo preexistente, pero con claves reconocibles como contemporáneas", pero en sus fachadas y plantas se realizaron continuas transformaciones. En el estudio arqueológico se han encontrado proyectos de López Aguado (1831), Custodio Moreno (1851), J. de la Concha (1884), Antonio Flórez (1926) y Moya y Méndez (1941).

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