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Un montaje aleman sitúa 'El mercader Venecia' en un campo nazi

, El Teatro Nacional de Weimar, en. Alemania, se ha lanzado a un osado experimento: representar la obra de William Shakespeare El mercader de Venecia, de clara connotación antisemita, escenificada por el director israelí Hanan Snir, quien sitúa la acción en el campo de concentración de Buchenwald, que se encuentra a unos pocos kilómetros de Weimar y acaba de celebrar el 50º aniversario de la liberación.Snir, de 52 años, que es director del teatro nacional de Tel Aviv y pertenece a la primera generación tras el holocausto, y el autor de los decorados, Roni Toren, también israelí y 12 años más joven, han situado la obra de Shakespeare en la cantina de la policía política nazi (SS) del campo de Buchenwald. En el frontispicio del escenario, plagado de parafernalia y retratos de los monstruos del nazismo, aparece el lema que de forma cínica se encontraba en la entrada de Buchenwald con la frase en alemán "a cada uno lo suyo".

Presos judíos y miembros de las SS se reparten los papeles de El mercader de Venecia. El papel de Antonio, a quien el malvado judío Shylock pretende cobrar un kilo de su propia carne, lo representa un SS. La intención es despertar en el espectador el horror de identificarse con quien en realidad es el verdugo y no la víctima. La crítica ha destacado que la representación es un conglomerado de ambigüedades, producto de ese doble juego de presentar teatro dentro del teatro y mezclar víctimas y verdugos.

Humanismo y barbarie

El crítico del diario Die Welt destaca la falta de límites entre la civilización y la barbarie presente en la escenificación de Weimar, ya que "salta a la vista que ofrece torsiones violentas y debilidad en las motivaciones, lo que plantea de forma aún más urgente la pregunta: '¿por qué intentamos discutir nuestros problemas con una obra de Shakespeare de por sí problemática?". El director israelí Hanan Snir declaró al mismo diario que aceptó el trabajo al enterarse de que en la práctica Bucheriwald es una parte de Weimar. "Me fascina esa proximidad, esa vecindad inmediata entre el humanismo y el idealismo y la inhumanidad brutal", dijo.

Sobre la experiencia de trabajar con actores alemanes en una obra tan compleja, Snir declaró que los tres meses de trabajo en Weimar fueron los más difíciles de su carrera: "Los actores alemanes se han desacostumbrado, por la influencia de Brecht, al teatro emocional; por otra parte, se sienten acorralados humanamente por el hecho de tener que representar a unos SS".

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