"En el escenario soy asesino, traidor y santo"
Giorgio Albertazzi conmovió hace cinco anos al mundo escénico cuando protagonizó Memorias de Adriano. Retrato de una voz, montaje de Maurizio Scaparro, basado en la novela de Marguerite Yourcenar. La obra, estrenada en 1989 en Villa Adriana, sale por primera vez de Italia convertida en la joya del Festival de Otoño de Madrid, donde se estrenará esta noche en el Teatro Albéniz.Pregunta. ¿Qué ha aprendido de Adriano?
Respuesta. He representado a los grandes personajes del teatro mundial, he hecho 12 protagonistas shakespearianos, pero hay tres trabajos que me han marcado profundamente: Rey Nicolás, de Wedeking; Enrique IV, de Pirandello [por el que recibió 18 premios], y Adriano. Con los tres he conseguido llegar a mi meta como actor, al convertirme en un matador, un asesino y, al mismo tiempo, en un santo.
P. No menciona el personaje de El año pasado en Marienbad de Alan Resnais, película que convulsionó el cine de aquella época.
R. Aquello fue un trabajo infernal, ya que, como siempre, el cine es obra del director, nunca de los actores.
P. ¿Piensa que no se es actor cuando se interpreta para el cine?
R. El cine es piel, y el teatro psique; el cine mata al actor, pero come, dice Scaparro, hay que salvarlo porque hay algo peor que es la televisión; el cine es una eyaculatio precox y el teatro es un ritual de sangre.
P. Usted, como actor, ¿dónde se sitúa?
R. Depende; los actores se dividen en dos grandes grupos: los que se esconden hipócritamente detrás del personaje y los que matan a ese personaje... Yo pertenezco a estos últimos y por tanto también soy traidor y asesino, sin olvidar que en todo trabajo siempre se es autobiográfico.
P. En España se conoce a Scaparro por su dirección en cuatro espectáculos, curiosamente todos con nombre propio, el del protagonista: Cyrano de Bergerac, Galileo, Quijote y Adriano. ¿Existe algo en común entre ellos?
R. Sí. Todos aman la utopía. Aunque los paralelismos son mayores entre el Quijote y Adriano, ya que éstos no surgen del teatro y son grandes soñadores, todos describen mundos ideales que las grandes ideologías han intentado mostrar, aunque a veces sin gran éxito, ya que han causado dolor y guerra. Ambos son poseedores de una casi inhumana bondad, pero la bondad absoluta yo sólo la he encontrado en el personaje de Cristo.
P. ¿Y qué hay en común entre Adriano y Marguerite Yourcenar?
R. Pienso que ninguno rechazó la homosexualidad, y que al igual que Adriano perdió al joven Antinoo, tengo la teoría de que Yourcenar debió de tener una compañera que también perdió. La escritora estuvo de pequeña en Villa Adriana, volvió a los treinta años y Adriano se convirtió en algo fundamental en su vida y en su obra; creo que les unía ese aspecto, pero es sólo una intuición.
P. ¿Exite algún Adriano en la política internacional actual?
R. El último que me ha dado una imagen similar ha sido Kennedy, que tendió la mano a sus enemigos en momentos muy duros con una actitud que muestra su alto concepto de la política; después no he visto ninguno aunque si surgiera se corre el riesgo de que se convierta en un dictador, porque si se tiene una idea bella y utópica de lo que debe ser el mundo se tropieza con tantas dificultades para llevarla a la práctica que puede terminar convirtiéndose en dictador.
P. ¿Hacen falta Adrianos en la sociedad contemporánea?
R. Más que nunca.
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