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Carrillo, Herrero de Miñón y Tusell defienden el deber de la memoria

Guillermo Altares

Cultivar la memoria histórica es un deber cívico. Un deber de los protagonistas de la historia, un deber de los historiadores. Ésa fue una de las conclusiones del debate en torno a la memoria histórica, celebrado ayer en Madrid dentro del ciclo Los domingos de Crisol, en el que participaron un historiador, Javier Tusell, y dos protagonistas de la historia reciente de España, el ex líder comunista Santiago Carrillo y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, antiguo dirigente del Partido Popular. Ambos acaban de publicar sendos libros de memorias."Las memorias son un intento de explicarse; pero la finalidad no es que el lector apruebe al personaje", aseguró Santiago Carrillo que añadió que en su libro no ha querido "ni novelar, ni esconder la verdad". El antiguo líder comunista defendió también la idea de que las memorias políticas no deben ser un ajuste de cuentas: "Más bien deben ser una visión del futuro desde el relato del pasado". En el caso de Carrillo esta proyección representa una confianza en la democracia y en la idea de que hechos como la guerra civil no se repetirán.

Una espiral

Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón empezó su intervención, que cargó de ironía y dobles sentidos (eso sí, sin esbozar la sonrisa), con la idea de Carrillo sobre el paso adelante sin retorno que representa la democracia en España: "La historia pasa en espiral y existe un progreso como hazaña de la libertad". Según Herrero de Miñón, las memorias pueden mirarse desde diferentes puntos de vista: "como un material para la historia de nuestro tiempo, como un balance la vida personal, ya que la distancia permite comprenderse mejor, analizarse, y, sobre todo, como una gran dosis de ilusión, porque las memorias siempre tienen algo de manifiesto".

Las intervenciones de los dos memorialistas estuvieron llenas de guiños cruzados: ambos son viejos amigos y destacaron que sus puntos de vista comunes (Carrillo citó a Churchill y Herrero a Carrillo) son la prueba de que la historia no se repetirá.

Tras elogiar los libros de sus dos contertulios, el historiador Javier Tusell, cuyo último libro versa sobre Carrero Blanco, señaló que los protagonistas de la historia tienen el deber "de dejar rastros de sus experiencias, como una obligación hacia la sociedad".

Durante las intervenciones del público, alguien preguntó a Tusell sobre la veracidad de las memorias históricas en España. El historiador fue tajante: "los memorialistas, sobre todo los españoles, tienen una cierta tendencia a mentir. Pero incluso se retratan cuando mienten". Como ejemplo de memorias falseadas, el historiador citó a Ramón Serrano Suñer, ministro de Exteriores al principio del régimen fascista español, cuyas memorias reflejan sus complicadas relaciones con su cuñado, Francisco Franco.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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