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La constructora del polideportivo que se hundió en Huesca culpa a los arquitectos

Enric: Miralles defiende la "seguridad y coherencia totales" de su proyecto constructivo

Andrés Fernández Rubio

La poética carpa de ondas se desplomó a las cuatro de la madrugada del pasado martes. No es la pesadilla de un arquitecto deconstructivista, sino la noticia que recibió con estupor un equipo encabezado por Enric Mirafles, de 37 años y uno de los más brillantes profesionales de su geneación. La nocturnidad evitó desgracias entre los obreros del vanguardista polideportivo de Huesca. Al parecer, uno de los anclajes de la cubierta cedió y el techo se vino abajo. Ahora, mientras los peritos buscan responsables, la empresa constructora Auxini, del INI, ha acusado a los arquitectos de haber vendido un proyecto con deficiencias, indefiniciones y riesgos. Miralles defiende la "seguridad y coherencia totales" de su obra.

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El Ayuntamiento de Huesca ha encargado dos informes, uno municipal y otro a la empresa Intemat, con el fin de valorar los daños para la demanda posterior. Rafael Arnal Urroz, primer teniente de alcalde, explica que los caldeados ánimos entre los ciudadanos oscenses aconsejan el estudio de una nueva solución para la cubierta (en los años setenta, el techo de otro pabellón también se hundió, asimismo sin víctimas porque era un día de invierno con sol y los obreros habían salido a comer al exterior).Sobre el derrumbamiento del asado martes, Arnal Urroz dice: "Afortunadamente sucedió de noche; sí hubiese sido de día, alrededor de 50 personas hubieran estado trabajando allí. La idea sobre la posible causa es que, como la cubierta es colgante (en vez de estar apoyada en la estructura), sostenida en un lado por dos mástiles y en el lado contrario por seis anclajes, parece ser que uno de estos falló y como consecuencia saltaron dos más, y toda la estructura de la cubierta se desplomó".

La constructora del polideportivo, Auxini, se ha apresurado a publicar una nota diciendo que ejecutó el proyecto siguiéndolo fielmente. "Hemos advertido y avisado de todas las deficiencias, inconcreciones, indefiniciones y riesgos que hemos encontrado en el proyecto. Ya a Finales de octubre de 1992, apenas se percibieron las primeras deformaciones estructurales en el proceso de montaje de la cubierta, se pusieron en conocimiento del equipo de arquitectos para que adoptasen las medidas correctoras adecuadas".

El texto añade que, "ante la resistencia del equipo de arquitectos a reconocer las deficiencias del proyecto, Auxini encarga nuevamente en diciembre de 1992 otro informe al organismo oficial Centro de Estudios y de Experimentación de Obras Públicas (Cedex) acerca de la resistencia y estabilidad de los soportes de la estructura de la cubierta. Este organismo ya emitió su informe en enero de 1993 dejando constancia clara de problemas existentes",.

Pronosticar desastres

La constructora considera lamentable que el Ayuntamiento, a quien se dio cuenta de los informes, y "ante la persistencia de incidencias y cambios sobre la marcha", no encargara un dictamen acerca de la seguridad y estructura del pabellón.Ricardo Aroca, catedrático de Estructuras y director de la Escuela de Arquitectura de Madrid, desconfía de esta nota de Auxini. "Desgraciadamente, las empresas constructoras están acostumbradas a hacer lo que les da la gana, e intentan, cada vez con mayor descaro, pronosticar desastres para provocar cambios que les permitan subir los precios, ya que, en general, las obras se contratan a la baja".

Aroca dice que quien hizo la estructura de la cubierta, Agustín Obiol (responsable del proyecto junto a Miralles, Carme Pinós y Luis Moya), "es extraordinariamente solvente". Piensa que ahora se debe reconstruir qué es lo que pasó, ver si era correcto o no el proceso de tensado, y determinar quién daba las instrucciones. "La Semana Santa algo debió tener que ver con el asunto", supone Aroca, en el sentido de que puede haberse producido un error o dejación en el tensado progresivo de los cables.

"No soy yo quien tiene que decir qué ha sucedido", dice Enric Miralles. Miralles cree equivocado y poco ético hacer cualquier valoración hasta que el equipo de peritos no dictamine las causas del derrumbe. Miralles insiste mucho en que se trata de un trabajo colectivo y que es necesario "que se serenen las partes" para trabajar en una solución. "Ahora hay un trabajo de limpiar y levantar. La estructura de hormigón está en buen estado, los mástiles también, y hay que ver si la estructura portante se puede recuperar o no".

Respecto a la nota de Auxini, Miralles opina que se le puede dar la vuelta. "Ha habido una presencia permanente en obra, documentada en actas. ¿Qué empresa y con qué responsabilidad, después de analizar un proyecto, decide contratarlo si ahora dice que está indefinido? Prefiero callarme y esperar al informe de los peritos. Una obra es una negociación constante, donde cada persona tiene entre manos sus propios intereses y los va defendiendo: los arquitectos, que se haga lo mejor posible; el Ayuntamiento, que se haga rápido, y la empresa, que la obra le produzca los beneficios que ella espera. ¿Qué sentido tiene un enfrentamiento públicamente en los medios? Ahora el tema se está peritando y hay que esperar la solución. Me fío más de una opinión justa que ahora de opiniones que produzcan enfrentamientos".

Unanimidad

La construcción del polideportivo se inició en junio de 1991, y el Ayuntamiento dio una prórroga hasta el 31 de marzo de 1993, "fecha en la que tampoco lo habían terminado", dice Arnal Urroz. La selección del proyecto de Miralles se produjo por medio de un concurso a nivel nacional, con un jurado de arquitectos y políticos. Se adjudicó por unanimidad, e inicialmente todos los grupos del Ayuntamiento (que preside el socialista Enrique Sánchez Carrasco) estuvieron de acuerdo.El presupuesto supera los 1.500 millones de pesetas, pagados en un 40% por el Ayuntamiento y el resto por el Consejo Superior de Deportes y la Diputación de Huesca y la Diputación General de Aragón. La obra está situada en el cerro de San Jorge.

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