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Batalla científica y política sobre las ruinas de la ciudad celtibérica de Contrebia Belaisca

Dos concepciones arqueológicas se enfrentan en el excepcional yacimiento zaragozano

Jacinto Antón

Las tropas romanas la tomaron en un inmisericorde asalto (se ha hallado el esqueleto de un niño de ocho años con el cráneo aplastado junto a proyectiles de catapulta) durante las guerras celtibéricas, en el siglo II antes de Cristo. Fue quizá la primera, pero en absoluto la última destrucción que sufrió Contrebia Belaisca: padeció las guerras sertorianas y, en las civiles, los legionarios de César le prendieron fuego y seguramente -visto el nivel de cenizas- la dejaron arder durante días como castigo por su militancia a favor de Pompeyo. Hoy, los restos de la antigua ciudad (junto al pueblo de Botorrita, a 20 kilómetros de Zaragoza) constituyen uno de los más extraordinarios, enigmáticos y fecundos yacimientos de España. Sin pilum ni gritos de guerra, pero no con menos apasionamiento que antaño, se libra hoy una nueva batalla sobre la martirizadas ruinas: una pugna científica política sobre la preservación y el estudio del yacimiento y de sus frutos.

La mayor parte de la antigua Contrebia Belaisca yace aún bajo tierra. Lo que destaca actualmente en el sitio arqueológico (descubierto en 1955 y comenzado a excavar en 1970) es el impresionante cerro conocido, como Cabezo de las Minas, en el. que se situó la acrópolis de la ciudad. Está formado en parte por, material acumulado -como en los tells mesopotámicos- a lo largo de las sucesivas fases de ocupación. Al igual que en otros grandes oppidum -núcleos fortificados- celtibéricos, como Tiermes (Soria), se respira en el cerro de Contrebia, rodeado por potentes cordones de murallas, una salvaje grandeza.Los dos protagonistas de la polémica sobre el yacimiento, ambos con responsabilidades en el mismo, son un veterano estudioso de intachable prestigio, Antonio Beltrán, y una joven arqueóloga, alumna del primero, María Antonia Díaz. Aunque están de acuerdo en lo que parece esencial -que hay que proteger, estudiar y divulgar el valiosísimo yacimiento-, las divergencias son tremendas y no se limitan a cuestiones eruditas. En este terreno, sin embargo, son significativamente asombrosas: donde uno señala un templo de estilo cananeo en la acrópolis de Contrebia, por ejemplo, la otra identifica una torre de vigilancia romana.

Más episodios del drama

Hay elementos que señalan más allá de la mera obcecación profesional: Beltrán opina que la acrópolis fue abandonada tras la destrucción cesariana, hacia el 48 antes de Cristo, y no se volvió a ocupar. La prueba, dice, "es que no se ha encontrado nunca cerámica sigillata arriba ni ningún otro resto romano". Díaz, por su parte, señala que sí hubo ocupación posterior, hasta la segunda mitad del siglo I. Y añade dos episodios más al drama de Contrebia: una nueva destrucción en época de Augusto -en el marco de la conjura de su hija Julia- y otra al final del reinado de Nerón. La arqueóloga señala como prueba: "La cerámica sigillata -que tengo publicada-, una moneda de Calígula, la estructura almohadillada de una muralla -augustea- y unos colgantes fálicos de la época de Claudio; datos objetivos".

Aparentemente, el factor desencadenante de la polémica es técnico: cada uno se inclina por un ritmo y una dimensión diferentes en la protección y la excavación del yacimiento. Beltrán reclama que se concentren totalmente los esfuerzos en preservar lo ya excavado ("ni un picotazo más") y Díaz considera que es fundamental y urgente continuar excavando. Beltrán argumenta que ya habrá tiempo para excavar en extensión en Contrebia y que, en cambio, los restos ya desenterrados -entre ellos un magnífico y extraño edificio de adobe- corren el riesgo de perderse para siempre. Díaz apunta que la excavación es lo único que permitirá resolver los enigmas científicos planteados por Contrebia y que el tiempo juega a favor de los furtivos que, en gran número, merodean por el desprotegido yacimiento a la busca de antigüedades. En Contrebia se han hallado tres excepcionales inscripciones en bronce. Díaz cree que en el área hay más -posiblemente todo un archivo- y subraya que los bronces son presa fácil para furtivos con detectores de metales.

La diversidad de criterios ha tenido un punto especial de colisión en un proyecto radical para cubrir las ruinas, proyecto auspiciado inicialmente por Beltrán e inspirado, a juicio de éste, en lo que se hizo en los restos minoicos de Akrotiri (Santorini, Grecia): "Es feo", reconoce el estudioso, "pero conserva". El problema es que ha sido preciso cavar grandes pozos para instalar los 70 postes que deben aguantar la enorme techumbre y, claro, a la que se hace un agujero en el yacimiento surgen materiales: hay que parar y documentar. "Siempre estuve en contra de ese cubrimiento", afirma Díaz. "No se pueden proteger unas cosas a costa de destruir otras".

La disputa se ha ido agriando e incluso ha rozado el terreno de lo personal: él es un gran experto, pero es "mayor" para el trabajo de campo y ha perdido el hilo de la historia del yacimiento; ella es una buena profesional, pero se ha dejado "manipular" por amistades con intereses partidistas.

La polémica ha adquirido una dimensión política. Las inquietudes de Díaz sobre la larga paralización -a instancias de Beltrán- de las excavaciones en el Cabezo han sido asumidas por la oposición socialista. Las Cortes de Aragón aprobaron recientemente una proposición no de ley, presentada por los socialistas, en la que se insta al Gobierno, en manos del regionalista Partido Aragonés (PAR), con apoyo del PP, a que presente un plan de excavación del yacimiento compatible con su protección. La consejera de Cultura, Blanca Blasco, considera la iniciativa socialista "demagógica" por cuanto el proyecto de cubrimiento "ya había sido reducido" y siempre se ha defendido "que la excavación tiene que proseguir". La consejera resta importancia al enfrentamiento entre Beltrán y Díaz y lo tilda de "choque enriquecedor entre diferentes criterios". Sobre las quejas de Díaz, que se siente relegada por Beltrán -éste se presenta como director del yacimiento, aunque oficialmente en la actualidad sólo lo es ella-, Blasco subraya que Beltrán es "supervisor", "asesor científico del departamento" y "el que siempre ha estado" en Contrebia.

El bronce en la tormenta

El hallazgo el pasado octubre de una nueva gran inscripción en bronce -la tercera- en el yacimiento de Contrebia Belaisca ha venido a significar un nuevo factor de enfrentamiento entre las posturas representadas por Antonio Beltrán y María Antonia Díaz. El que ya se conoce como Gran Bronce de Botorrita es una placa cuadrangular de 77 x 48 centímetros con 60 líneas escritas en alfabeto ibérico, pero que contienen un texto en lengua celtibérica (pues son reconocibles las terminaciones de genitivo del plural en -um típicas de la declinación de este idioma céltico). Se trata de una pieza sensacional, posiblemente (aún hay que leerlo) el más importante documento en céltico del mundo. El hallazgo tiene mucho sentido en un yacimiento como Contrebia, situado en los límites de la Celtiberia y muy permeable a la influencia ibérica y romana (los celtas no tenían escritura; los celtiberos la toman de los iberos, como tantos otros rasgos culturales; y de los romanos, el hábito epigráfico).La polémica en torno al bronce alcanza hasta el relato del hallazgo: lo encontró Díaz a unos 100 metros de la base del cerro, pero Beltrán asegura que fue "por pura casualidad, mientras paseaba por ahí y tomaba el sol". "¿Casual? ¡Qué va!", dice Díaz. "Decidí que había que hacer algunas catas antes de que se aplanara la zona, que parecía estéril, para aparcamiento. En la primera cata, al arrancar el manto vegetal, apareció una puntita de bronce. Retiramos la tierra y apareció la gran placa con sus bellísimas letras".

"Mala fe"

El Gran Bronce "se ha pasado cuatro meses y medio tirado en una mesa, sin control ambiental ni estudio de ningún tipo", afirma la arqueóloga. "¡Quien diga que no se ha hecho nada actúa de mala fe, por Dios!", se indigna Beltrán. "Se tenía que limpiar y analizar los daños y eso se ha hecho; la urgencia es conservarlo y el estudio ya vendrá después". La propia conservación ha sido, cómo no, motivo de polémica: "Hace dos semanas, el Gran Bronce salió para Madrid, para el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales; siempre hemos buscado las mejores manos para los bronces". Díaz se tira de los pelos: "En la Universidad de Zaragoza había un equipo capaz de tratarlo, y con los mejores medios del país. Ya tendría que estarse leyendo. ¿Que se lo han llevado a Madrid? Nadie me dice nada, desde la Diputación General de Aragón se me niega todo tipo de información". "María Antonia Díaz cree que se conculcan sus derechos intelectuales como descubridora; que se informe; según nuestros servicios jurídicos, eso no es así", afirma la consejera Blasco. "En cuanto esté consolidado, el bronce volverá aquí para ser leído", explica.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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