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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Más respeto para, Cain

En nombre de Caín

Dirección y guión: Brian de Palma. Fotografia: Stephen Burum. Música: Pino Donaggio. Estados Unidos, 1992. Intérpretes: John Lithgow, Lo1lta Davidovich, Stephen Bauer, Frances Sternhagen. Estreno en Madrid: cines Proyecciones e Ideal.

Esta película inauguró en septiembre la última Mostra de Venecia. Su pase para los periodistas acreditados en el Lido levantó algunos sarcasmos y en especial hubo uno que radiografió la vaciedad y el amaño que inunda a la película de principio a fin. Durante una de las abracadabrantes escenas de susto y salsa de tomate organizadas por De Palma en En nombre de Caín, un espontáneo comentó con afilada sorna italiana: "¡Por favor, un poco más de respeto para Caín!". Y es que, en efecto, Caín era con toda evidencia un asesino fratricida competente y hubiera protestado ante la caricatura de aficionado a fratricida truculento con que le humilla el famoso simulador de cine llamado Brian de Palma, que algunas veces -recordemos su reconfortante Los intocables de Eliot Nessacierta, pero que, cuando le da por meter la pata -y aquí la mete hasta la coronilla- no da una a derechas y menos a izquierdas.También, de pasada, hay que pedir más respeto para otro egregio asesino solvente, el londinense mister Hyde, otro yo del apacible doctor Jeky11, pues el personaje cainita de De Palma se desdobla también en sombra de aquel famoso malvado ideado por Robert Louis Stevenson.El Caín-Hyde del cineastadepredador por excelencia es una mezcla impostora de este par de grandes modelos del Mal, y la película resultante, un mejunje que seria indigerible si en ella no estuviera metida Lolita Davidovich, que alegra. un poco la tediosa rutina en que Brian de Palma la-mete.Un hábil mentiroso

El mito del Doble, del Otro, del Espejo, del Caín que lleva dentro cada Abel, del Hyde cotidiano en que se transforma cada noche cada ciudadano Jeky11, es un asunto fértil, inabarcable, grave, pertubardor, que obsesionó a Stevenson, Poe, Dostolevski, Kafka, Strindberg y a otros grandes poetas con los tentáculos sumergidos en la inquietante relatividad de los conceptos del Bien y del Mal. Pero Brian de Palma reduce este arsenal. de ideas a un escaparate de diseños de truquerías, adecuado para un telefilme de miedo para las noIches de domingo, destinado a que las terroríficas de verdadmañanas de los lunes no nos cojan del todo desprevenidos.

Aquella gran metáfora se convierte en manos de De Palma en una pequeña argucia: la conversión,de la metáfora del terror en chiste del susto. Y la indagación en el lado incómodo de las cosas amables y en la cara bondadosa de lo malvado se convierte en sus manos en un spot publicitario del disfraz. Es decir, en un puro engaño. Brian de Palma incurre por-ello en el peor pecado que amenaza a los manejadores habilidosos de imágenes: el pecado de mentir con la cámara, aun más grave que el de aburrir con ella.

Como siempre, De Palma se escuda en las espaldas de Alfred Hitchcock para justificar su, es un decir, estética del truco. Aquí de nuevo insiste en ello sin recato. Pero olvida decir que el maestro inglés empleó siempre los trucos para, a través de ellos, decir verdades terribles como puños acerca de la ambigüedad de los comportamientos de los hombres comunes: esa otra cara innombrable de lo socialmente admitido. Y esto a De Palma le trae por completo sin cuidado, entre otras razones porque su mirada es corta y no tiene acceso a estas profundidades.

En lugar de conformarse con sus habilidades de divertidor facilón, Brian De Palma echa mano a las grandes palabras para hacerse pasar por un cineasta de fuste. No lo es, sobre todo cuando pretende márrulleramente serlo, como en este falso Caín. Luego, otras veces en que vuelve más humilde, las cosas e salen mucho más rectas y nos econcilian con él.

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