Fabulilla delicada y triste
Una bobadita de don Pedro: un cuentecillo donde relata, a la manera bucólica y pastoril, con cazadores, pastores y zagalas, la fábula de Eco y Narciso: la ninfa condenada a repetir siempre el sonido final de lo que escucha, el muchacho enamorado de sí mismo, de su belleza.Un amor imposible, un castigo de los fastidiosos dioses, y el desencanto de Calderón, con sus briznas de Segismundo y su miedo ante la realidad -sin aquella fuerza-; con metaforas que él y otros repitieron hasta la saciedad -la oscuridad que muestran hoy viene del cambio de lenguaje: entonces eran habituales en la poesía popular-sin que falte, naturalmente, la belleza suelta de algún verso.
Ernesto Caballero, como adaptador, la respeta todo lo que puede (dos horas y media); como director, la adorna con su elegancia de siempre, y con ese toque de distinción que pone en los detalles, con el valioso Carlos Marqueríe.
Eco y Narciso
De Pedro Calderón de la Barca; versión de Ernesto Caballero. Intérpretes: Aitor Tejada, Alberto Jiménez, Janfri Topera, Lola Fernández, Susana Hernández, Mariano Llorente, Aurora Herrero, Rosa Savoini. Músicos: Andrés Hernández, Javier Muñoz. Espacio escénico y diseño de luces: Carlos Marqueríe. Máscaras: Javier González (taller de Ficción). Vestuario: Eloy Martín. Dirección: Ernesto Caballero. Teatro Rosaura. VIII Festival de Otoño. Sala Pradillo, 11 de octubre.
Los actores son demasiado jóvenes, demasiado pequeños para ser presentados como grandiosos personajes barrocos y mitológicos; se aceptan mejor por el recurso a la intemporalidad de la acción, y por la sencillez de esos personajes así trasladados.
Mejores los versos en las protagonistas, Susana Hernández y Rosa Savoini, con las ventajas de siempre que tiene el gracioso, Janfri Topera. Como siempre, y sobre todo en esta cuidadosa compañía, tan intelectual, hay más estudio, más trabajo, más intención de descifrar de lo que puede llegar al público.