Centroamerica, pendiente de la ayuda de EE UU
Una deslucida cumbre centroamericana, atrapada en la paradoja de una unanimidad improductiva, esperaba ayer al secretario de Estado norteamericano, James Baker, con el fin de buscar lo que, al margen de toda retórica, necesita esta región para dar sustancia a tantas reformas políticas: ayuda económica en cantidades generosas y en condiciones ventajosas. Aunque nadie lo diga aquí de forma tan explícita, lo que se trata en esta ciudad de Antigua, en Guatemala, un pueblo manchego en medio del mundo indígena, es un trueque en el sentido más clásico.
Los presidentes de Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Panamá pertenecen todos a la órbita ideológica de Estados Unidos. Ya no hay comandantes izquierdistas que amenacen la autoridad norteamericana, y las guerrillas tradicionales suponen apenas una ligera inquietud. Ya no hay, por tanto, excusas para que Estados Unidos cumpla con su misión de ayudar económicamente al desarrollo de la región.Los presidentes centroamericanos quieren, pues, que la Administración norteamericana satisfaga su parte del trato sin dilación, que respalde a los Gobiernos democráticos con ayuda económica, que favorezca una renegociación favorable de los 25.000 millones de dólares de deuda externa de los países centroamericanos, que acepte un trato preferencial para los productos de exportación de la zona y que anime a la inversión extranjera.
James Baker, que era esperado en Antigua en la noche del domingo, venía con un proyecto de asistencia económica en el que EE UU es el coordinador, pero no el único contribuyente; en él tendrían participación también la Comunidad Europea (CE), Japón y algún país latinoamericano con posibilidades de conceder créditos. El modelo para este proyecto sería el fondo del grupo de los 24 creado para la ayuda a los países de Europa del Este.
EE UU no es partidario de una renegociación conjunta de la deuda externa con todos los países del área y propone la negociación bilateral sobre el modelo del plan Brady, tal como hicieron en meses pasados México y Costa Rica. El Gobierno norteamericano sí parece, sin embargo, más favorable a una negociación conjunta de la asistencia económica, una especie de nuevo plan Marshall para Centroamérica, lo que, entre otras cosas, eliminaría las dificultades actuales de la Administración para conseguir ayuda específica para El Salvador.
Antes de la llegada de Baker, los presidentes centroamericanos habían cumplido con el compromiso de elaborar una Declaración de Antigua, que incluye un Plan de Acción Económica para Centroamérica en el que los países firmantes se comprometen a la integración, pero no llegan a elaborar planes concretos para la creación de un mercado común centroamericano. En este aspecto, a lo único a lo que se ha podido llegar es al acuerdo de favorecer exportaciones conjuntas y levantar los aranceles que más obstaculizan el mercado interregional.
'Declaración de Antigua'
La Declaración de Antigua hace relación también de compromisos políticos relativos al respeto de los derechos humanos -en cuyo cumplimiento algunos países, como Guatemala, han retrocedido con relación a los sangrientos años anteriores- y a la necesidad de rebajar el armamentismo en la región, aunque tampoco cita expresamente en relación con este punto la reducción de los Ejércitos y se limita a demandar que continúen "de manera urgente las negociaciones en materia de verificiación y control de armamentos". El día 31 del mes próximo se abrirán negociaciones sobre esa materia en Costa Rica con asistencia de expertos de la OEA y de otras organizaciones internacionales.
La presidenta de Nicaragua, Violeta Chamorro, que acaba de anunciar la reducción de su Ejército, es la más interesada en llevar adelante este proyecto desarmamentista, que cuenta con la oposición de las demás fuerzas armadas de la zona.
