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FRANCIA ELIGE PARLAMENTO

"Se acabó la política"

La sociedad civil, auténtica 'ganadora' de los comicios legislativos

"Se acabó la política", escribía anteayer un profesor de la Sorbona, Michel Maffesoli, que publicó recientemente un libro titulado El tiempo de las tribus. El temblor de tierra político que, por todos reconocido, remueve a Francia desde el último 24 de abril, fecha de la primera vuelta de la elección presidencial, forzó ayer otra sacudida que, como las anteriores y como la ya anunciada para el domingo próximo en la segunda ronda electoral legislativa, está conformando el nuevo paisaje político de este país.

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Eso del paisaje lo anotan simpáticamente los especialistas, observadores y los opinantes y comentaristas profesionales asiduos de los términos derecha, izquierda, centro, extremos, extremismos y todas las combinaciones imaginables. Cada día que pasa desde que la primera ronda presidencial, hace mes y medio, provocó el temblor, toda esa terminología es un remedo de la letra pequeña de un tratado sobre el arcaísmo. Nadie hace caso al discurso tradicional de los comentaristas de toda la vida, inmovilistas, ni mucho menos a la palabrería de los políticos.Maffesoli dice que al estado comatoso de la política le acompaña el nacimiento dificil de "otra magia". Ocurre, dicho de otro modo, que Francia, en los últimos siete años, ha cambiado más que en los 80 anteriores del siglo XX. Es decir, durante el primer septenio de Mitterrand se ha plasmado en la realidad lo que, desde finales de la II Guerra Mundial, se incubaba en una sociedad abandonada prácticamente por un estamento político dominado por el juego de las ideologías, y esto en detrimento de la evolución normal de un país rico y culto como lo es Francia.

Toda la sociofilosofía que se está desgranando en Francia desde hace unas semanas la resumió el otro día Mitterrand en una frase: "No es sano que gobierne un solo partido". No es sano para la democracia, se entiende; es decir, no es sano para las libertades, para la economía, para el funcionamiento global de la sociedad.

El aserto se ha revelado en pocos días como el único discurso-mitin-folleto profundamente interesante de la campaña electoral. Ya el desarrollo del manoseado ajetreo electorero típico de los comicios presidenciales que precedieron a estas legislativas fue relegado por los franceses a la estantería del aburrimiento. Un dibujo ilustrado del diario Le Monde lo explicitaba: un padre amenaza a su hijo travieso increpándole: "Si continúas así, te castigo a ver todos los discursos de los políticos en la televisión".

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Bronca silenciosa

La campaña legislativa ha sido como una bronca (silenciosa) de los votantes, que se comprendería en todas sus dimensíones pensando en las lluvias de almohadillazos del respetable de la plaza de Las Ventas al inalterable Curro Romero. De no ser por la frase de Mitterrand, esta campaña ni se inscribiría en la historia de Francia.Pero, como recordó The Wall Street Journal, no hay que pensar que lo que está acaeciendo en este país de manera palpable, desde que, en 1981, el socialismo a la francesa llegó al poder, "no es que Mitterrand ha cambiado a Francia, sino que Francia ha cambiado a Mitterrand", y todo lo que él simboliza, claro.

Nunca la democracia había llegado a este grado de sensatez en la República. Las ideologías absolutas, religiosas y políticas, obstruyeron siempre la modernidad que le corresponde a una sociedad que potencialmente es la más rica de Europa. Los estruendos inspirados por las ideologías salvadoras de la humanidad, los cataclismos consecuentes que amenazaban con la desaparición de paneles sociales, los sagrados patriotismos de partido, alimentaron históricamente en Francia las guerras civiles frías sociales, políticas y económicas; éste era el maná de los temas fáciles y demagógicos del discurso político y, en particular, de las campañas electorales.

Hoy, al respecto, se confirma en Francia la puesta de luto de la cultura protagonizada por los politicastros de siempre. En un país inteligente, que políticamente desmerecía al lado del resto del Occidente desarrollado, se está produciendo la rebelión de la inteligencia no política. El verdadero ganador de estas elecciones es la sociedad civil, que está dando órdenes al estamento político con lucidez. Por ello, se acabaron la política y los políticos. Para su bien.

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