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LA CARRERA HACIA EL ELÍSEO

La liberación de los rehenes en Nueva Caledonia y Líbano, factor de incertidumbre en las elecciones

Lluís Bassets

, El primer ministro francés, Jacques Chirac, ha conseguido, en apenas 12 horas, el regreso de los tres rehenes franceses secuestrados desde hace tres años en Líbano (los diplomáticos Marcel Carton y Marcel Fontaine y el periodista Jean-Paul Kaufmann) y la liberación ayer, en una espectacular y sangrienta operación nocturna de la Gendarmería y del Ejército, de los 22 gendarmes y el registrado secuestrados en la isla de Ouvea, en Nueva Caledonia, por un comando independentista Los dos tantos que se ha apuntado Chirac, a tres días de la elección presidencial, introducen un importante factor de incertidumbre tras los pronósticos, todos favorables hasta ahora a François Mitterrand, respecto a la elección de pasado mañana, domingo.

Casi todo se desconoce del precio pagado por la liberación de los rehenes. Pero es más que evidente cuánto ha costado en sangre el mantenimiento de la autoridad del Estado en Nueva Caledonia: 15 militantes independentistas y dos gendarmes muertos, y un número indeterminado de heridos.La liberación de los rehenes de Líbano no convencerá a algunos votantes lepenistas y el asalto de Ouvea no complacerá especialmente a los votantes centristas, pero el electorado en general ha recibido la impresión de que Chirac gobierna y lo hace con energía, y éste es un mensaje que en principio tiene que satisfacer a amplios sectores del electorado francés.

Los dos desenlaces se han producido en el final de la campaña electoral, en una combinación de diplomacia de la sombra, manejada por el ministro del Interior, Charles Pasqua, y de diplomacia de la cañonera, gestionada por otro duro del Gobierno de Chirac: el ministro de Departamentos y Territorios de Ultramar, Bernard Pons.

Jacques Chirac tomó personalmente la decisión de asaltar la cueva donde se hallaban los secuestrados en la noche del miércoles, poco después de conocerse la liberación de los rehenes de Beirut. El impacto de la carnicería de Nueva Caledonia sobre la opinión pública francesa quedó así amortiguado por la alegría de los franceses ante: la liberación de Marcel Carton, Marcel Fontaine y Jean-Paul Kaufmann.

Los independentistas canacos, que habían amenazado con matar a sus 23 rehenes en caso de producirse un ataque, resistieron durante una hora la penetración de las fuerzas combinadas de gendarmería, ejército de tierra y marina. Dos militares resultaron muertos, y dos más, gravemente heridos, mientras morían 15 independentistas y otros 14, algunos heridos, eran detenidos. Ningún rehén resultó herida.

El ministro Pons justificó el asalto por cuanto "estaba en juego el honor de Francia, de su ejército y de su gendarmería". El buró político de la coalición independentista, el Frente de Liberación Nacional Kartaky Socialista (FLNKS), llamó a todos los canacos "a responder a este nuevo desafío del colonialismo" y calificó la jornada "como un día de vergüenza para los franceses".

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El comité de lucha de la tribu de Gossana, en la isla de Ouvea, tomó un nutrido grupo de gendarmes como rehenes, después de asaltar un cuartel el pasado 22 de abril, con un saldo de cuatro gendarmes muertos y numerosos heridos en los dos bandos. Los canacos pedían el nombramiento de un mediador que preparara la negociación de un referéndum de autodeterminación y confiaban en resistir hasta la elección.

La liberación de los rehenes de Beirut y de Ouvea ha suscitado la casi unanimidad en la clase política francesa, que finge ignorar el cúmulo de coincidencias y las repercusiones electorales de la determinación demostrada por Chirac. El jefe de la campaña de Mitterrand, Pierre Bérégovoy, aseguró que, según creía, la liberación se había obtenido "dentro del honor y de la dignidad", y sobre Nueva Caledonia aseguró que "la acción de la gendarmería era inevitable".

Mitterand autorizó el ataque

El presidente de la República había sido informado y autorizó el ataque. Jean-Marie Le Pen, en cambio, aseguró que era "un día de derrota para Francia", y denunció la existencia de negociaciones y concesiones a los terroristas. Le Pen, que había exigido "la rendición o el exterminio" de los rebeldes canacos, acogió con satisfacción las noticias llegadas de la colonia austral.

Mañana, con los dos éxitos en el bolsillo, la mayoría conservadora aclamará a Jacques Chirac en una manifestación convocada en la más pura tradición gaullista para salvar la V República, y que quiere ser el empujón callejero a una victoria en las urnas, hasta ahora quimérica, pero desde ayer más verosímil.

[La reacción británica ante la liberación de los tres rehenes franceses en Líbano ha sido mixta, informa Ricardo M. de Rituerto. El Foreign Office se mostró cauto, mientras algunos parlamentarios conservadores ponían el grito en el cielo.

Los familiares de los tres británicos que están secuestrados en Líbano discrepan sobre la conveniencia de negociar. Sir Geoffrey Howe, ministro de Asuntos Exteriores, reiteró que «no hay cambios" en la decisión británica de no hacer concesiones a los terroristas].

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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