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'DESTAPE' EN MÉXICO

Carlos Salinas, el triunfo de los chicos de Harvard

Carlos Salinas de Gortari, de 39 años, designado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI, en el poder desde hace 58 años) candidato a la presidencia de México, asegura la continuidad, para el sexenio 1988-1994, del predominio de una nueva generación de jóvenes tecnócratas, formados en Estados Unidos, que rompen el arquetipo del político mexicano.

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El futuro presidente de México -jamás el PRI perdió una elección importante- es un producto de la familia revolucionaria. Nació en el Distrito Federal el 3 de abril de 1948, está casado y tiene una hija y dos hijos. Uno de estos se llama Emiliano, como Zapata, el héroe de la revolución. El padre del candidato conoció los altibajos de la política mexicana, llegó a ministro y supo lo que es el ostracismo.Salinas mamó desde niño la política. La vocación por el poder de Salinas se manifestó ya a los 18 años, cuando, al mismo tiempo que ingresó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para estudiar Economía, entró en el PRI. En 1971, a punto de cumplir 23 años, formó ante notario una asociación denominada Política y Profesión Revolucionaria.

Con la designación de Salinas, el PRI rompe una tradición de tres décadas. Los últimos cinco presidentes de México eran licenciados en Derecho. Con Salinas, llegará por primera vez a la Presidencia un economista. Al igual que el actual presidente Miguel de la Madrid, Salinas estudió en la universidad estadounidense de Harvard. Sus biógrafos dan cuenta de que se doctoró en Harvard en 1978, con una tesis titulada Producción y participación política en el campo mexicano. Ya antes, había obtenido dos masters en Harvard, en Administración Pública (1973) y en Economía Política y Gobierno (1976). Salinas encarna el prototipo de un grupo que podría bautizarse como los Harvard boys. Son los nuevos políticos mexicanos, con estudios en universidades norteamericanas, tecnócratas afiliados al PRI, pero que no han trabajado apenas en el aparato del partido, porque la casi totalidad de su carrera ha transcurrido en cargos del Gobierno.

Un amigo del jefe

La relación de Salinas con De la Madrid se remonta a los tiempos universitarios, cuando formaba parte de un círculo en tomo al actual presidente, que entonces daba clases en la UNAM. El contacto se hizo más estrecho en los últimos 10 años. De la Madrid llevó a Salinas a su lado y la ascensión del actual presidente arrastró consigo al que luego designó como sucesor. La confianza de De la Madrid se expresó de forma más abierta cuando en 1982 escogió a Salinas para la dirección del Instituto de Estudios Políticos Económicos y Sociales (IEPES) del PRI, que equivalía a nombrarle cerebro ideológico de la campaña electoral. En el actual sexenio Salinas, desde la secretaría de Programación y Presupuesto, ha sido el artífice de la política económica, autor de los diferentes planes y ha sabido crear un aparato de poder con gente de su confianza en todos los niveles de la Administración.Los que conocen bien a Salinas hablan de su excepcional talento y le califican casi de genio. El destape desencadena en México un aluvión de elogios. El llamado a la Presidencia "pasa a ser alto y guapo hasta para los que ayer decían que era feo y bajo", comentaba irónicamente el domingo un funcionario del PRI. Si se busca en las descripciones de meses atrás, cuando todavía no se sabía que "Salinas es el bueno", se pueden encontrar cracterizaciones más fiables del futuro presidente de México.

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Adrián Lajous, un hombre que ha dado suficientes pruebas de su independencia de criterio, escribió que "Carlos Salinas es un hombre fuera de serie. Es excepcionalmente inteligente y, además muy ágil mentalmente. Las pesca al aire. Su pensamiento es muy sofisticado, válgase el barbarismo, y es un placer observarlo floreteando. Tiene entre las orejas una computadora que está cargada de información. Tiene carácter y energía. Es todo un señor. Lo más importante es que parece ser bastante sensato".

Los enemigos políticos de Salinas se localizan en el llamado charrismo sindical. Se trata de grupos enquistados en el aparato del sindicalismo mexicano, que ven como una amenaza a sus privilegios la ascensión de los jóvenes tecnócratas.

Se atribuye al sindicato petrolero la paternidad de un panfleto titulado ¿Un asesino en la Presidencia?, que sacó a relucir una tragedia ocurrida en la familia Salinas. En 1951, cuando Carlos Salinas, entonces de tres años, y su hermano Raúl, de seis, jugaban con un rifle del 22, se escapó un disparo que mató a una niña de 12 años que vivía en la casa. El que esto haya salido a relucir indica que Salinas contará con enemigos políticos, dispuestos a todo, incluso dentro de la misma familia revolucionaria.

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