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50 ANIVERSARIO DEL FUSILAMIENTO DE BLAS INFANTE

¿Era Infante masón?

Sucedió durante la cruel campaña del referéndum sobre la autonomía, cuando los andaluces se asombraban viendo como interventores en sus mesas a militantes de UCI) desplazados, ¡desde León!, por Martín Villa. Una alarma corrió entre los enterados en el tema. Nos lo susurrábamos en secreto. Estaba valiendo todo y si Madrid se enteraba, el bombazo acertaría de lleno en la bandera del 151: Blas Infante podría haber sido masón. Todos nos lo decíamos: había indicios... La opinión vulgar sobre la masonería era una atroz injusticia; pero ahí estaba y bien utilizable por el no y la abstención promovida por el Gobierno.Aquello había que aclararlo por lealtad a la verdad histórica. Sólo María Infante estaba firme en que su padre no era masón. Pero el tufillo de idealismo universalista y el, en principio, llamativo número de colaboradores suyos con mandil avalaban razonablemente la suspicacia. En mi caso se sumaba (in péctore) un documento, una carta de "Pérez Hermanos", de Ayamonte (25 de agosto de 1925), que informa a don Blas: 'La Gran Logia envía PARA UD. (sic) el adjunto boletín que yo le acompaño cumpliendo su mandato".

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La verdad de una leyenda
Bibliografía

Provisto de un inventario de 187 andalucistas localizados en los años de Infante, acudí al Archivo Histórico Nacional, sección Guerra Civil, de Salamanca. El famoso archivo de la masonería alcanza la impar calidad fruto del rigor investigador y el olfato de la policía del general Franco. Comprobaciones: de los nueve firmantes del Manifiesto andalucista de 1919, menos quizá tres, todos eran masones; 13 intimísimos colaboradores infantianos lo eran (Vallina, Casas, Castejón, Chico, Lasso ... ); de los 187 andalucistas inventariados, 72 probables, 50 seguros masones. La proporción resultaba pareja a la de las Cortes de 1931.

Siguió una pesquisa hasta la sangre. No sin sustos: su hermano, Ignacio Infante, magistrado, sufrió depuración, y en el tremendo archivo figura su expediente (64, legajo 1.309) con resultado negativo. El mayor sobresalto fue hallar el expediente 51 (legajo 1.057). Correspondía a un Blas que se apellidaba Infante y López. ¿López? ¿No sería Pérez? Hubo que exprimir al límite por todos los medios hasta comprobar que Blas Infante López, seguramente también casareño, el 18 de marzo de 1941 había solicitado acogerse a beneficios de la redención de penas por el trabajo y figuraba en la Dirección General de Prisiones. Por esa fecha se habían cumplido cinco años y siete meses del asesinato de nuestro héroe. Tajantemente: Blas Infante no fue masón. Ni tampoco su homónimo.

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