Christo: "Mi arte pretende perturbar y manipular el paisaje"
El artista presenta en Madrid una exposición de sus 'islas rodeadas'
El artista de origen búlgaro Christo Javacheff trabaja desde hace más de 25 años envolviendo edificios, puentes, instalando kilométricas vallas, atravesando desiertos o tendiendo cortinajes gigantescos en el cañón del Colorado. La Fundación Caja de Pensiones (calle de Serrano, 60) inaugura hoy una muestra con fotografías, maquetas y documentos de su obra Surrounded islans (Islas rodeadas), realizada en 1983 en Miami. Un arte monumental que, según este artista residente en Estados Unidos, tiene como intención primordial ser un elemento perturbador en el paisaje.
Christo, de 50 años, sonríe con facilidad y su aspecto algo descuidado e informal hace pensar en un Woody Allen con sueños monumentales. "Todos mis proyectos son proyectos de emplazamiento y de percepción. No es arte transportable. Las Surrounded islands utilizaron 650.000 metros cuadrados de tela rosa, pero la obra de arte no es la tela. No es como una escultura de Miró o Heriry Moore, donde la obra de arte es un trabajo que puede ser transportado e instalado en un museo u otro". "La tela es sólo uno de los elementos de la obra; otro de los elementos son las propias islas, su forma, su tamaño, el agua, el cielo... Todos estos últimos elementos siguen estando ahí, en Miami. El que se le haya quitado la tela rosa no significa que la obra haya desaparecido".
Pregunta. Usted recontextualiza un objeto cotidiano como puede ser un paisaje habitual, destacándolo con una intervención como obra de arte. ¿Qué tiene que ver su actitud con la de Duchamp, por ejemplo, que introduce en el museo los objetos cotidianos dándoles una dimensión distinta?
Respuesta. Hay grandes diferencias entre uno y otro. Para empezar, yo no tengo nada que ver con los museos. Duchamp no hizo nunca proyectos de emplazamiento, él hizo objetos. Mi trabajo tiene también una dimensión pictórica y escultórica, pero forman parte importante de ella la arquitectura y el urbanismo, que Duchamp nunca tuvo en sus obras.
Todas mis obras incluyen espacios manipulados por el hombre: sus calles, sus puentes, sus autopistas. Por eso estas obras tienen una percepción totalmente distinta de la arquitectura y urbanismo que generalmente la escultura y pintura no tienen.
Todos mis proyectos se desarrollan en ese espacio, que no es el de un museo. Lo que yo creo son perturbaciones en ese espacio. Cambios no radicales, sino benignos. De pronto, el puente no se puede cruzar o hay una valla interminable en medio de un paisaje, o, como sucedió con estas islas rodeadas, la gente que solía ir a pasear en bote hasta ellas no puede hacerlo. En eso consiste el proyecto. No carece de elementos plásticos, claro. La superficie plana de la tela rosa sobre el agua tiene equivalencias en la pintura abstracta. Pero, en mi obra, lo principal es el espacio manipulado.
Cada uno de mis proyectos tarda muchos años en realizarse. Durante esta preparación de muchos años, a veces 10 o 14, cientos de miles de personas, a veces millones, esperan o anticipan el proyecto, cosa que no sucede con la pintura. El proyecto de Miami tardamos tres años en organizarlo.
Durante este tiempo, cientos de miles de personas pensaban en lo horrible o hermoso que quedaría al final. Discutían, teníamos problemas legales y discusiones con los políticos. La memoria no es sólo lo que se ha visto, sino la acumulación sensitiva de todo el proceso de la obra. La información que se da de lo que será la obra crea una memoria anticipada y sensibiliza el emplazamiento.
P. ¿Cuántos de sus proyectos han sido rechazados?
R. En los últimos 25 años, unos 20 proyectos no han llegado a realizarse. Pero no considero que ésta sea una cifra muy elevada, porque a los urbanistas y arquitectos les suelen rechazar muchos de los proyectos que presentan. Creo tener un récord mejor, porque muchos otros de mis proyectos han llegado a realizarse.
Dificultades
P. Desde que empezó a hacer sus obras hasta ahora, ¿ha cambiado la actitud de los Gobiernos en relación a sus propuestas? ¿Son ahora más receptivos?R. Ahora encuentro más dificultades. Cada nuevo proyecto que tengo no es más grande o más pequeño, en cada nuevo proyecto busco añadir una nueva dimensión a mi trabajo. Busco nuevas ideas y nuevas posibilidades que plantean, por supuesto, problemas completamente nuevos.
Por ejemplo, el proyecto del Pont Neuf, que hice el verano pasado en París, me tomó diez años realizarlo [la ejecución de este proyecto costó unos 340 millones de pesetas; se montó durante 15 días y se exhibió durante dos semanas en septiembre]. Otro proyecto, el de Berlín, hace 14 años que trabajo en él y hace unos meses ha vuelto a ser rechazado. El haber hecho muchas obras no sirve de nada, porque los problemas en Berlín son muy distintos de los problemas en París o Miami.
El proyecto de Berlín consiste en envolver el edificio del antiguo Parlamento alemán, el Reichstag. El edificio está en la parte británica, pero parte de su estructura está en el sector del Ejército soviético. Tenemos que obtener permisos de los británicos, norteamericanos y franceses, por un lado, y por el otro, del Ejército soviético y de la República Democrática Alemana.
Actualmente, el clima para esta negociación ha mejorado, porque con Gorbachov están más dispuestos a un diálogo como el que significaría este proyecto. Nos sentimos más optimistas.
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