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Segundo centenario del autor de 'Los novios'

A Manzoni se le llama 'Alessandro il grande' en Italia

Juan Arias

Alessandro Manzoni, el genio creador de la novela Los novios, se le ha llamado estos días, al abrirse el segundo centenario de su nacimiento, Alessandro il grande. Y de su obra maestra se subraya con orgullo que en los 150 años de su historia ha contado con muchos críticos en tollo el mundo que la han denigrado y muchos que la han exaltado hasta los cielos. Pero nadie duda que ha sido la novela más popular de este país en los últimos siglos, aunque las razones de este éxito sean muy vanas según quien interprete el fenómeno.

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Los novios ha podido ganar todos los índices de popularidad por dos motivos: porque ha sido la única obra en la que han coincidido al mismo tiempo el interés de los intelectuales y el de los niños en las escuelas.Es aún pronto para poder analizar si la exaltación manzoniana en curso en Italia, que presenta a Alejandro el grande incluso como un gran político entre revolución y restauración -como ha hecho el diario Repubblica, que ha dedicado cuatro páginas enteras al mago de Los novios-, es un fruto del llamado reflujo o vuelta a lo privado, o bien una profundización o nuevo descubrimiento del gran escritor a los dos siglos de su nacimiento.

Aunque al mismo tiempo no falta en estos días quien recuerda también que Manzoni ha sido en la prosa de su existencia terrenal un manojo de sinsabores, de tarasfisicas, de debilidades psíquicas y de miserias familiares. Incluso se analizan sus sueños para comprender mejor el abismo de sufrimiento humano que rodeó la larga vida de Manzoni.

Se recuerda que ya durante su vida se corrió la voz que su progenitor no había sido su padre oficial, Pietro Manzoni, al parecer estéril, sino Giovanni Verri, hermano del célebre economista Pietro Verri. Se recuerda que su madre, Giulia Beccaria, no pidió el divorcio para no descubrir su adulterio.

A este hecho siguió la encerrona y abandono del futuro genio en un severo colegio religioso mientras su madre se iba a París con el conde Carlo Imbonati. El jóven Manzoni no debió soportar con agrado su educación, a juzgar por la inspiración democrática y anticlerical de su primer poema, El triunfo de la libertad (1800), que no estaba desprovisto, sin embargo, de la cierta moderación que caracterizó toda su obra. Hijo verdadero o falso de un padre superpiadoso, una vez muerto el amante rico de la madre, ésta le llegó a Alejandro un fuerte edipo, pues convertirá a su madre en una especie de diosa para toda la vida. De ella aceptó que le buscase su futura esposa, Henriette Blondel, la joven suiza de 16 años con quien tuvo 10 hijos de los cuales sólo dos consiguieron sobrevivir.

Crisis y manías

En este contexto le llegó a Manzoni su conversión -religiosa, y tras ella sus crisis nerviosas, su agorafobia (temor a los espacios abiertos), y varias manías que le acompañarían toda la vida. Por ejemplo, la del tiempo, que le llevaba a cambiarse de vestidos varias veces al día a la vez que pesaba los pantalones en una balanza, para. ponerse los más adaptados a la temperatura de cada hora del día.

Su madre murió en 1841, un año después de la última revisión de Los novios. Desde entonces hasta 1873, fecha de su muerte, el gran Alejandro, aplastado por la desaparición de su madre, cuyo nombre había dado a su primera hija, no volvió a escribir nada que valiese la pena, a juicio de los críticos, aparte de algunas meditaciones religiosas. Fueron 30 años de vacío, de tormento interior, a pesar de que fue en aquellos años cuando obtuvo mas gloria externa, desde su fama universitaria a su nombramiento de senador.

Hoy sus críticos se preguntan, sin embargo, si Manzoni hubiese tenido tanta fuerza con una vida menos dramática.

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