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Michel Butor considera que el 'nouveau roman' es un capítulo cerrado de la historia de la literatura

Conocida entre nosotros sobre todo por La modificación (1958), la obra de Michel Butor, lejos ya de aquel momento de ruptura que supuso el nouveau roman, ha ido incrementándose con el tiempo en una serie de direcciones que la escasez de traducciones no nos ha permitido conocer en nuestro país. Con motivo de su paso por Barcelona, Butor ha rememorado lo que supuso aquel movimiento. "El nouveau roman es hoy un capítulo más de los manuales de historia de la literatura francesa del siglo XX, y yo soy mencionado obligatoriamente en el interior de ese capítulo. Fue una experiencia realmente apasionante, pero mucho más individual de lo que se suele creer".

"No constituíamos un grupo al estilo de los surrealistas o de los existencialistas que se movían en torno a Sartre. Hubo gente que quiso aplicarnos ese concepto, pero no funcionó por diversas razones. En cuanto a mí concierne, fue sobre todo porque yo no vivía en París, viajaba mucho, era profesor en países extranjeros. Además, no existía un acuerdo teórico claro, no había un manifiesto que nos uniese. Alain Robbe Grillet trató de redactarlo, pero fue tan sólo circunstancial, porque cada uno seguía su propio camino. El aglutinador podríamos hallarlo en las Editions de Minuit. Si fuimos a parar a esa editorial es porque existía una serie de puntos en común: la obsesión por los objetos cotidianos era un tema que nos interesaba a todos, y no por casualidad", comenta Butor."También desde el punto de vista estilístico se pueden establecer relaciones: Robbe Grillet y yo tenemos páginas que tienen en común la frialdad aparente, aunque por debajo exista otra cosa, una especie de fiebre que, en cambio, se muestra claramente en la superficie en una obra como la de Nathalie Sarraute. Con otros escritores hay otras concomitancias: la frase larga es típica en los libros que yo escribía entonces y en los de Claude Simon. Existían, pues, evidentes relaciones estilísticas y temáticas, pero con el tiempo cada uno continuó su camino sin preocuparse de lo que hacían los demás. Robe Grillet, por ejemplo, ha hecho cine durante bastante tiempo, y Sarraute se ha dedicado a un cierto tipo de teatro".

La crisis de la novela

En este sentido, es significativo que las novelas, en la bibliografía de Butor, sólo abarquen su producción hasta 1960. A partir de entonces los géneros se confunden: "Desde Degrés, que es de 1960, no he puesto el subtítulo novela a ninguno de mis libros. Es evidente que existen en ellos aspectos novelescos, pero mi tendencia es a escribir lo que me gusta, sin preocuparme de encasillarlo en un género'".Butor no cree que hablar de la crisis de la novela sea nada nuevo. Su actividad como profesor de literatura en la Universidad de Ginebra, adonde se traslada cada semana, alternando estos viajes con su vida en Niza, ciudad donde reside, le permite tener un gran conocimiento de la producción literaria de su país: "La novela es un género en crisis. Hoy se escriben, se leen y se publican muchísimas. Y es evidente que profesionalmente debo leer gran cantidad de ellas. Hay un cierto número de grandes novelistas que me apasionan, pero también, para desintoxicarme, leo novelas policiacas y de ciencia-ficción. Lo que sí evito son los premios Goncourt, porque son terriblemente aburridos. Pero, si se quiere hablar de crisis, debo decir que desde hace algunos años no existen en la literatura francesa grandes personalidades en el terreno de la novela. Aquí sí que el nouveau roman dio una serie de nombres que no se han repetido. La experiencia del grupo Tel Quel fue interesante durante algún tiempo, pero hoy ya está muy superada".

Butor rehúsa definirse sobre los autores franceses actuales que más le interesan. "No puedo hacer un catálogo; si lo hiciera, estoy seguro de que me equivocaría. A causa de problemas de difusión sólo llegamos a conocer a la gente que escribe bastante tiempo después. Es fácil, en cambio, hacer un cuadro sucinto de la literatura francesa actual: hay una primera capa que son nuestros viejos grandes poetas. Michaux ha muerto, pero quedan Francis Ponge, René Char. Yves Bonnefoy, que es algo más joven. Después de eso está el nouveau roman, las viejas grandes plumas del nouveau roman, porque no hay que olvidar que el año pasado celebramos el 80º aniversario de Natahalie Sarraute y, que Claude Simon tiene ya 71 años. Luego viene Tel Quel, el grupo de escritores que trabajaron alrededor de la revista y que crearon aquella efervescencia tan interesante. Y finalmente, un cierto número de novelistas, bastante interesante, de los cuales el -más conocido y sin duda el mejor es Le Clézio; pero hay otros autores de gran calidad".

Fruto de su trabajo como profesor y de su intensa actividad como conferenciante es la abundante producción ensayística de Butor. De ella, en España hemos visto publicados algunos de los volúmenes titulados Repertorios, serie que su autor dio por concluida el pasado año, al aparecer la quinta entrega. "Decidí que fuera el último volumen porque no quería continuar indefinidamente publicando este: tipo de cosas, como hizo Sartre en sus Situations. No está bien tener un cajón donde cabe todo, hay que inventar algo nuevo. Por ello decidí no hacer ninguna serie que tuviera más de cinco volúmenes. He acabado este verano el quinto volumen de Matière de rêve -relato sobre los sueños-, y con ello también ésta queda cerrada. Actualmente mi trabajo ensayístico se centra en la transcripción reelaborada de mi trabajo profesoral. Consecuencia de un curso que dí en la Universidad de Maguncia sobre Flaubert ha sido mi último libro, Improvisations sur Flaubert. En este mismo sentido, dentro de poco aparecerán las Improvisations sur Michaux, que son el resultado del curso que hice".

El escritor ha inaugurado en Granollers (Barcelona) una exposición titulada La maison hantée, un trabajo interdisciplinario a partir de un tema común con un fotógrafo (André Villers), un pintor (Martí Pey) y un músico (Patrick Michel). Mañana dará una conferencia en el Instituto Francés de Madrid.

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