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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

A la manera de una ópera

Fedra es un bello cuadro: con el fondo de un blanco velamen rizado, las ropas negras y de un oscuro rojo dramático, hilos de plata, toques de oro viejo y de rosa pasada. Los grupos se componen y descomponen en un espacio amplio. Tienen movimientos a veces procesionales, hallazgos expresivos como los de la muerte de Fedra en efigie, situaciones litúrgicas. Se sabe lo que hay que pagar algunas veces por esta belleza en el teatro: la quietud, el estatismo, la lentitud. Ésta es una de esas ocasiones.El director griego Spyros A. Evangelatos tiene la vocación de la ópera y, en efecto, esta tragedia, el Hipólito de Eurípides, puede verse como una ópera con arias, pequeños dúos, raccontos, coros, se presta a esa organización, lo cual implica, de nuevo, una lentitud necesaria que se une a la del recreo por la composición del cuadro: figuras hieráticas, gestos contenidos.

Fedra, adaptación de Spyros A

Evangelatos sobre el Hipólito de Eurípides.Traducción de Francisco Rodríguez Adrados, versión castellana de Rafael Pérez Sierra. Intérpretes: Soledad Mallol, Juan Ribó, José María Lana, Luisa Sala, María Paz Ballesteros, Sonsoles Benedicto, Marina Martínez, Teresa Cortés. Música de Stephanous Gazouleas. Escenografia y vestuario de Giorgio Patsas. Director: Spyros A. Evangelatos. Patio del Cuartel del Conde Duque, Madrid, 6 de septiembre.

La voz, claro, es otro elemento básico. Micrófonos y amplificadores tienden a perjudicarla en este caso, aunque están muy bien usados: pero es una exigencia del teatro al aire libre. Las máscaras a veces nasalizan la voz de algún protagonista. Sin embargo, pueden alcanzar también momentos bellos: el monólogo salmodiado, casi gregoriano, de Afrodita, muy bien dicho por Soledad Mallol; la profundidad dramática de la nodriza, sobre todo- en el gran monólogo del principio, Creada por Luisa Sala; el dolor íntimo, interiorizado, de Teseo, por Antonio Iranzo... Lo que se agradece sobre todo en estos tres actores, muy buenos actores, es que, sean capaces de vocalizar para hacer enteramente comprensible su texto sin por ello perder la matización y la interpretación del sentimiento y de la situación. No siempre pasa eso con la primera actriz María Paz Ballesteros o con el joven Juan Ribó, más sin ceros en el tono medio que en el desgarro.

Otros valores de la actuación de todos son difíciles de percibir: la. disciplina de movimientos marcados por el director, la quietud y la economía de la composición, la amplitud del vestuario y la máscara sobre el gesto reducen obligatoriamente la capacidad artística personal de los actores.

Lenguaje directo

El texto es rico. La traducción del profesor Adrados busca la fidelidad, la versión de Pérez Sierra un lenguaje sencillo y directo, donde la enormidad de lo que sucede se revela en palabras sin exceso de énfasis (hay que suponer que es así el reparto de papeles entre "traducción" y "versión castellana" de uno y otro). La música de Stephanos Gazouleas es sugerente, bellamente melódica, con buen acuerdo entre las reminiscencias y la contemporaneidad.Para el público (en una noche normal, de taquilla abierta, sin invitados) el espectáculo es muy respetable: lo sigue con gran atención, y no regatea sus ovaciones.

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