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Reportaje:'Ahuas Tara II': ensayo general de una guerra contra Nicaragua /2

Honduras, peón del proyecto estratégico de EE UU en Centroamérica

"Honduras no es un perro guardián de los intereses de Estados Unidos. Si los soldados norteamericanos están aquí es porque los hemos llamado". El jefe de las fuerzas armadas hondureñas, general Gustavo Álvarez, ha pretendido cerrar con estas palabras una incipiente polémica interna sobre la presencia militar estadounidense en su país. Convencido de que le ha sido asignada la misión mesiánica de frenar al comunismo en América Central, ha apostado todas sus cartas a una guerra contra Nicaragua que juzga inevitable. Sólo Washington puede garantizarle su sueño de entrar triunfante en Managua, al que ha sacrificado cualquier escrúpulo nacionalista que pudiera tener.En sólo dos años como comandante del ejército, ha impuesto su proyecto militar y ha convertido a

Honduras en un portaviones de la US Army. Nadie duda hoy de que su liderazgo militar es incontestable, aunque hace 12 meses tuviera que realizar una depuración interna. Dos de los coroneles más influyentes fueron nombrados agregados militares en Taiwan y Buenos Aires para silenciar sus discrepancias.

Leónidas Torres Arias, ex jefe de la inteligencia militar, rechazó su nuevo destino y se autoexilió en Miami. A su paso por México responsabilizó al general de "conducir al país al abismo de una destrucción interna y preparar al pueblo para la posibilidad de una guerra". Le acusó de padecer "una psicosis extremista y una locura por aniquilar físicamente y hacer desaparecer, como lo ha hecho, a todos aquellos que no comparten sus ideas radicales".

Discrepancia de Iglesia

A falta de una oposición interna articulada, la Iglesia se ha convertido en la única voz discrepante. La Conferencia Episcopal publicó en agosto un documento en el que, sintiéndose portavoz del sentir popular mayoritario, se opone tajantemente a la guerra, "porque no sólo no solucionaría nuestros problemas, sino que los ampliaría y agravaría".Al margen de los obispos, sólo el diputado democristiano Efraín Díaz y algunos congresistas aislados del Partido Liberal en el poder critican el camino emprendido por Álvarez, porque es el mejor combustible para alimentar una rebelión interna que hasta ahora sólo ha producido esporádicos

chispazos, pese a la existencia de cinco grupos armados.

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Incluso en la derecha hay quien cree que el país está corriendo excesivos riesgos sin contrapartidas adecuadas. Gustavo Acosta Bonilla, miembro de la dirección del Partido Nacional (conservador), declaraba la semana pasada que Estados Unidos debe pagar más por la colaboración que le presta Honduras. Haberse convertido en el principal aliado centroamericano del Pentágono no ha traído la lluvia de dólares que esperaba para superar la bancarrota nacional.

Algo de esto se trasluce en la carta personal enviada el 18 de julio a Ronald Reagan por el presidente Roberto Suazo. Éste escribe en ella que decisiones como el establecimiento del centro de entrenamiento en Puerto Castilla han significado "un alto coste político, especialmente en nuestra política exterior".

Reconoce que con ello defiende Honduras su propio interés nacional, pero agrega que el Gobierno norteamericano debe admitir que "fundamentales intereses de Estados Unidos están siendo brotegidos a muy bajo coste para su país".

Más ayuda económica y militar

Las dificultades que encuentra la Administración Reagan para otorgar ayudas económicas sustanciales no pueden ser un obstáculo insalvable, ya que "nuestro pueblo comienza cada vez con mayor vigor a preguntarse abiertamente si conviene a nuestros propios intereses estar" tan íntimamente ligados a los norteamerica nos si recibimos muy poco cambio".A lo largo de una extensa carta, de 14 folios, el presidente hondureño pide a Reagan la apertura de dos líneas de crédito, de 100 millones de dólares cada uña (unos 15.000 millones de pesetas), para apoyar a la empresa privada y salvar al país de un desastre económico que conllevaría un alto riesgo de inestabilidad. Solicita asimismo una donación de 150 millones de dólares para poder cerrar el actual ejercicio fiscal y 100 millones más para cada uno de los dos próximos años.

"Estimamos que el apoyo presupuestario solicitado representará a la larga un coste relativamente bajo (para Estados Unidos) si se toman en cuenta los riesgos políticos y militares que Honduras está asumiendo no sólo en defensa nuestra, sino de intereses vitales de su país".

Suazo agradece, por último, que la Administración Reagan haya decidido adoptar la forma de donación para el capítulo de asistencia militar, y solicita que se siga idéntico criterio en el campo económico durante un período de emergencia de tres años.

Esto haría pensar que el general Álvarez está satisfecho de la cooperación norteamericana, pero tampoco, es así. Según él, Honduras necesita con urgencia armamento valorado en 300 millones de dólares (45.000 millones de pesetas). "Es al Congreso a quien corresponde decidir", ha dicho, pero si su decisión es inoportuna podría darse el caso de que el Gobierno tenga que optar entre intervenir directamente en Centroamérica o perderla".

Hay en todo esto un reconocimiento implícito de que el país está defendiendo en última instancia un proyecto estratégico norteamericano, en el que Honduras participa como un socio menor, sin capacidad de decisión ni una compensación económica adecuada. Los militares constatan con

amargura, que Washington se muestra más generoso con El Salvador, que ha sido su enemigo histórico.

Cambio de estategia

A pesar de la intensa campaña ideológica en el interior del ejército, Álvarez ha tenido que sortear cierta oposición castrense para modificar todos los planes estratégicos, que apuntaban antes a El Salvador y que hoy tienen su púnto de mira en Managua.El teniente coronel Leonel Riera, jefe del 11º Batallón de Infantería, con sede en San Lorenzo, ratifica este cambio al declarar que las dos amenazas principales que debe afrontar hoy el ejército consisten en un posible ataque nicaragüense y la infiltración de grupos guerrilleros procedentes de ese país.

"Nuestra responsabilidad primaria es defender la frontera. El punto más alto de tensión se registró tras la muerte de los dos periodistas norteamericanos, cuando detectamos la acumulación en la zona fronteriza de gran cantidad de armas ofensivas, tales como cañones de largo alcance y blindados. La presencia de la flota norteamericana en los mares próximos y la llegada de sus soldados para las maniobras redujeron esta presión; pero detectamos, en cambio, la entrada de grupos subversivos, como el que ha operado en Olancho. Esto nos obliga a modificar nuestras prioridades militares".

El esquema de Ahuas Tara II que admite no conocer con exactitud porque lo está cocinando básicamente el mando norteamericano, contempla estos dos tipos de guerra. Para prevenir un conflicto convencional se construye en San Lorenzo una pista de aterrizaje y se levantan obstáculos antiblindados. Para afrontar una eventual infiltración guerrillera, 150 boinas verdes entrenan en lucha contrainsurgente a tres batallones hondureños de infantería.

Leonel Riera rechaza que el supuesto envío de columnas guerrilleras pueda entenderse como una réplica al apoyo que presta Honduras a los combatientes antisandinistas. "Nicaragua trata de justificar su política agresiva por nuestro supuesto apoyo a los contras. Les hemos dicho que no descartamos la presencia de tales elementos en nuestro país, pero que con nuestros escasos medios no podemos controlar la frontera, tarea a la que no estamos dispuestos a dedicar todos nuestros esfuerzos. Si tienen problemas con los contras, que les aproveche. Nosotros no lamentaríamos que éstos consiguieran derribar al Gobierno sandinista".

"El que invade, pierde"

Leonel Riera no da demasiada importancia a los éxitos militares proclamados por la organización antisandinista Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), ya que hasta ahora dice que no han combatido con el ejército, sino oon las milicias, que tienen u grado menor de entrenamiento y disciplina. Riera afirma que el Ejército sandinista triplica en efectivos al hondureño y dispone de mejor armamento. Sólo les superamos en aviación, pero sabemos que ellos tienen ya pistas para aviones supersónicos, pilotos entrenados en Bulgaria y equipos de mantenimiento". Pero rechaza que esto equivalga a una derrota de su país en caso de guerra, ya que estarían en juego alianzas externas."El que invade, pierde" podría ser, a su juicio, un principio aplicable a este conflicto, ya que el ejército invasor se encontraría con problemas logísticos graves para países tan pobres y con la reacción nacionalista del pueblo invadido. Este convencimiento, que también parecen compartir los sandinistas, habría impedido basta ahora que el clima bélico se haya traducido en una confrontación abierta.

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