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La conclusión de un debate sobre las ciudades mediterráneas se remitirá a los Gobiernos del sur de Europa

Destacados participantes en el coloquio hablan del resurgir de las ciudades como espacio colectivo

Los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo que se desarrollan en la villa de Sitges fueron escenario, la semana pasada, del curso Plaza y fiesta en el Mediterráneo, en el que arquitectos, urbanistas, sociólogos, musicólogos y antropólogos se dieron cita para debatir la funcionalidad y características del espacio colectivo y de los rituales comunitarios en la civilización mediterránea, cuyas conclusiones se remitirán a los Gobiernos socialistas del sur de Europa. Este diario pudo reunir a algunos de los participantes más destacados y recoger sus opiniones sobre la utilidad del modelo mediterráneo en la renovación arquitectónica actual.Los participantes en el mencionado coloquio fueron Ricardo Bofill, arquitecto catalán que actualmente asesora al Gobierno del presidente francés François Mitterrand; Dimitri Fatouros, rector de la universidad griega de Tesalónica y hombre muy vinculado al primer ministro de Grecia, Georges Papandreou, como asesor en materias urbanísticas y culturales; Christian Norbergschulz, arquitecto, profesor de Teoría de la Arquitectura de la Universidad noruega de Oslo y uno de los más destacados representantes vivos de la llamada 'arquitectura humanista'; y José Vidal Beneyto, presidente del Comité Internacional de Comunicación y Cultura, catedrático y director del curso de Sitges.

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Vidal Beneyto inició la conversación hablando del espacio público "que es la dimensión esencial de la democracia. La inexistencia de espacios públicos crea una especie de antagonismo entre lo público y lo privado. Es necesario reconquistar las posibilidades del espacio público para recuperar la conjunción entre lo público y lo privado".

La ciudad como interacción

Ricard Bofill lanzó la tesis de que "la ciudad como hecho de interacción es un hecho mediterráneo". "A partir de los años 30", dijo Bofill, "aparece una concepción moderna de la ciudad, según la cual algunos arquitectos-urbanistas rompen con la ciudad como núcleo. Lo que aparece es un modelo de planificación urbana procedente del Norte, que concibe los espacios como partes de una división del trabajo. La función pública de la ciudad se rompe".Christian Norbergschulz -quien, además de su trabajo en Noruega, ha realizado obras en numerosos países y desarrolla una actividad especialmente intensa en Italia- argumentó que "el Norte también presenta una gran variedad. En mi conferencia hablé del espacio urbano, de la recuperación del espacio urbano público que se ha perdido durante el llamado período funcionalista".

"La tesis de mi intervención", afirmó Norbergschulz, "es que, dentro de la propia estructura urbanística mediterránea, existen dos tipos de ese espacio colectivo que llamamos plaza. Uno es el hábitat que llamaremos colectivo a falta de términos mejores y el otro es un hábitat que podría definirse como público-institucional, El primero es un punto de reunión para los miembros de la comunidad, que no requiere ninguna clase de acuerdo previo; la colectividad se caracteriza por su diversidad. El otro es un hábitat basado en el acuerdo social, que se expresa en leyes, creencias e intereses comunes".

El profesor Dimitri Fatouros coincidió con esta distinción de espacios colectivos y público-institucionales y sugirió que "a través de los problemas del Mediterráneo es mucho más fácil extra er consecuencias de interés general".

A modo de síntesis, los participantes en el coloquio enunciaron una serie de postulados comunes, que habían elaborado conjuntamente, con la colaboración adicional del profesor Paolo Portoghesi, arquitecto, actual presidente de la Bienal de Venecia y asesor en materias urbanísticas del primer ministro italiano Bettino Craxi.

Estas conclusiones fueron elaboradas para consideración de los gobiernos actuales del sur de Europa.

En primer lugar se considera que las ciudades con centro funcional han producido la destrucción de las relaciones humanas y que dejan de tener sentido los llamados 'centros comerciales'. En segundo, se piensa que la ciudad es el elemento esencial del cambio social partiendo de la cooperación entre el poder y los ciudadanos, hecho que debiera adquirir más relevancia si se piensa que en el Mediterráneo norte hay cineo gobiernos socialistas, declaradamente más sensibles a los problemas sociales y urbanos.

A largo plazo, sin embargo, se plantea la necesidad de reelaborar el concepto de ciudad mediterránea con nuevas alternativas en las que sean compatibles los microcosmos urbanos sin diluir y atomizar la unidad colectiva que es la ciudad.

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