The Lambrettas, un concierto frustrado
El primero de los tres conciertos que el grupo inglés Lambrettas tenía que ofrecer en Madrid (hasta ayer, sábado, inclusive) venía ya rodeado de una inquietante ambigüedad. En efecto, el concierto de la sala Carolina se anunciaba como «por la noche» o «a partir de las once», horarios estos que nada implican y con los que el organizador podía sentirse moralmente justificado, fuera cual fuera el momento en que aquella comenzara. Es decir, a las mil y monas.De hecho, y a lo largo de bastante tiempo, entre la gente que había pagado cuatrocientas pesetas sin derecho a consumición creció la sospecha de que los ingleses no iban a salir nunca. El escenario, a oscuras, y la mesa de mezclas tapada con un paño viejo auguraban lo peor. Al parecer, los ingleses habían perdido un avión y aterrizaron en Madrid a las tantas, dato este que no justifica nada, ya que los artistas suelen y deben llegar al lugar de su actuación el día antes, para evitar problemas.
Pero, en fin, nada de esto parecía inquietar a nuestro organizador, que campaba por la pista del Carolina con suma tranquilidad y sin que por su magín pasara la posibilidad de explicar aquella guerra a unos paganos que al cabo de más de una hora de retraso comenzaron unos tímidos abucheos prontamente aplastados por el sonido discotequero del local.
Así las cosas, y con el lugar lleno de mods (parkas, camisa blanca, corbata estrecha, pantalones cortos), los Lambrettas salieron con más de una hora y media de retraso sobre el horario previsto. Y lo que debía haber sido el comienzo de la noche, fue en realidad el final, porque, al no haber probado sonido, aquello discurrió por unos cauces lamentables.
Los músicos no se escuchaban a sí mismos, y entre eso y que no parecían valer gran cosa, lo que se prometía como divertido acabó en lamentable imitación de concierto serio. La gente que paga no sabía qué hacer, y los pobres músicos, tampoco. Aquello era como un pildorazo amargo que ha de tragarse lo antes posible y salir corriendo. No fue un concierto, fue una purga.
Babelia
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