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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La aventura americana de Lope de Aguirre

Basada en el supuesto del azar, la baraja del Tarot con sus arcanos, los juegos de las implicaciones, casualidades, repeticiones, lugares comunes, premoniciones, tropismos, supersticiones, realidades, mitos y bagaje histórico, la estructura literaria de Daimon intenta redivivir la legendaria y oscura epopeya del heterodoxo conquistador español Lope de Aguirre. Pero el Lope de Aguirre. de Abel Posse no es el ser histórico (más o menos real) de la aventura equinoccial ni tampoco, el héroe cruel y sanguinario de Herzog, si bien las huellas temperamentales del personaje caminan sendas y veredas que ya transitaron los perfiles del loco que describe Sendero el filme La cólera de Dios.El Lope de Aguirre del argentino Abel Posse no es, en mi criterio, la anécdota de la vida de un hombre poco común, sino la desmesurada aventura del continente americano tropezándose consigo mismo a través de los siglos, desde las primeras ambiciones y espejismos provocados por la conquista (en la doble vertiente de leyenda negra o inventario de archivo histórico) hasta el enquistamiento y la catatónica actualidad de América Latina, y éste es, a nivel de concepción narrativa, uno de los aciertos de Posse. Pero es, además, por literaria, una visión, más que «fantástica» (huyendo del tópico fácil y publicitario), delirante, más que crónica, mito, más que mito, discurso literario de una tierra cuya inmensidad engendra su mismo espejismo, cuyo horizonte no soporta limitaciones de índole geográfica o histórica: América, cuya capacidad de sorpresa real, como advierte Alejo Carpentier, está diariamente muy por encima de la misma realidad (la realidad real), porque en América la realidad es un efecto de continuada sorpresa.

Daimon

Abel Posse. Editorial Argost Vergara. 270 páginas. Barcelona, 1978.

Los fantasmas, los espectros, las sombras concitadas durante cinco siglos de encubierta identidad, al margen de la académica investigación que apergamina la historia, sé sitúan en las páginas de Daimón como descubrimiento de una nueva actitud ante la vida, centrada en la cosmovisión del conquistador, del traidor jamás muerto, flotando por encima del tiempo, superándolo hasta convertirse en el peregrino, en la propia personalidad del hombre americano, supeditado siempre a la desmesura del continente como fuerza de trascendencia o como elemento de disolución. Por eso Lope de Aguirre, a través del texto de la novela de Posse, es un actante simultáneamente simbólico o histórico, sombra de rebeldes especialmente nacidos para una determinada geografía o convencidos por ella para iniciar la aventura total, la disolución del antihéroe en el instinto del thanatos, estirpe extraña de soñadores que abarca desde la personalidad controvertida de Boves, el asturiano que luchó contra el «mantuano» Bolívar en Venezuela prometiendo (y dando, de hecho) la libertad a los esclavos negros, hasta la aventura del guerrillero continental y mesiánico, Ernesto «Che» Guevara. Sus curas, sus escuderos, sus familias, sus cronistas (también desde Mase-41, pasando por Douglas Bravo y llegando a Camilo Torres) nadan en la peripecia literaria de Daimón mezclándose (rompiéndolo) con el tiempo natural, con la medida de las cosas, dada por la historia, hasta configurar el sorpresivo fresco de sugerencias, hasta ingresar en ese otro tiempo intemporal, sideral, tiempo literario, abarcador, transfigurador de la «historia» y agente corrosivo, imperecedero. Circulan por Daimón en la misma consecuencia de la realidad ficticia, Artura Cova (aunque se lo haya tragado la selva en La vorágine), las legendarias amazonas, la histórica inquisición, la conquista de una tierra jamás terminada de conquistar por los locos conquistadores. Circulan las anécdotas, la historia atrabilaria y entrañable de Lope de Aguirre, justificado plenamente por el novelista, que busca, también con éxito, grabar en palabras, la insensatez desmesurada del vasco con la propia insensatez de una desmesurada conquista.

Y nunca sabemos, en Daimón, si la frase es crónica histórica o ficción, si el personaje es finalmente resultante de un calco programado por los archivos de la conquista o si se han ido transformando, a través del tiempo, a través de la múltiple concepción literaria en la que Posse se embarca, en seres sombríos, motivados desde los umbrales del mito o desde la ficción narrativa del novelista. Nunca sabemos si es pastiche (como algunas veces en Cortázar) el lenguaje o si es literatura la lengua que emplea el novelista. Como la visión que nos da de América». La gesta histórica se nante que nos entrega del primer hombre americano, las fronteras se confunden con los horizontes, los ríos con el mar, los muertos con los vivos, los vivos con el mito y la leyenda: tanto puedan ser los cronicados por la «historia» como los guerrilleros criticados por K. S. Karol, el proyecto de la primera insurrección o la visión fugaz del «primer territorio libre de América». La gente histórica se convierte, a través de la ruptura de los límites del mito, en gesta literaria.

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