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Washington lanza una seria advertencia al Gobierno de Israel

La Administración Carter está fírmemente decidida a seguir adelante con su plan de paz para Oriente Próximo, a pesar del triunfo electoral del partido derechista Likud en las elecciones israelíes. Así se interpreta, al menos, la declaración hecha pública ayer por el Departamento de Estado, en la que se citan como condiciones para un acuerdo pacírico en la zona, la retirada de Israel de los territorios ocupados y la creación de una patria palestina en el área. La declaración citada se produjo pocas horas después de que Carter solicitase al Congreso nuevas ventas de armas para Israel.

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Creemos firmemente que el progreso hacia una paz negociada en Oriente Próximo es algo esencial a alcanzar en este año, si se quiere evitar un futuro desastre», comienza diciendo la declaración del Gobierno Carter, para añadir más adelante que «estas negociaciones deben comenzar sin ningún tipo de condiciones previas por ambas partes. Esto significa que ningún territorio, incluida la orilla occidental del río Jordán, está excluido automáticamente de los temas a ser negocíados».Aunque la declaración leída ayer a los periodistas por el portavoz del Departamento de Estado, Hodding Carter, no añade nada sustancial a las manifestaciones sobre Oriente Próximo realizadas en los últimos meses por altos funcionarios de la nueva Administración norteamericana, sí es de gran importancia el momento elegido para hacerla pública, a tres semanas de la visita a Washington del primer ministro israelí, Menahem Begin,y sólo unas horas después de que un grupo de congresistas pro judíos hubieran criticado con dureza la política de Jimmy Carter hacia la conflictiva zona.

En este sentido, las afirmaciones del Departamento de Estado se interpretan en la capital federal como una rápida respuesta del Gobierno a las críticas internas y, por otra parte, como una seria advertencia a Begin y a su ministro de Relaciones Exteriores, Moisés Dayan, que se manifestaron contrarios a que Israel efectúe concesiones territoriales en la franja de Gaza y en la orilla occidental del Jordán, precisamente los lugares en los que podría establecerse esa aún difusa «entidad» palestina cuya creación apoya el Gobierno Carter.

Críticas internas

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Si Begin y su Gobierno derechista rehúsan negociar sobre los citados territorios, las relaciones entre Tel-Aviv y Washington podrían deteriorarse de forma considerable. Este es el significado claro. de la declaración política del Departamento de Estado, y el primer ministro israelí, que ha procurado moderar sus expresiones una vez en el poder, deberá tomar buena nota de ello antes de hacer las maletas para su viaje a Norteamérica, el próximo 19 de julio.

La reacción de los poderosos grupos de presión judíos no se ha hecho esperar y las diversas críticas coinciden en lo esencial con las declaraciones del senador Javits, que había calificado de «no realista» y peligrosa para la paz la política de Carter en Oriente Próximo. Además acusan al plan norteamericano de paz de exigir más concesiones a Israel que a sus vecinos árabes. La nota leída ayer en el Departamento de Estado asegura que «no estamos pidiendoconcesiones unilaterales a nadie» y recuerda a los Estados árabes que «tendrán que ponerse de acuerdo para conseguir una clase de paz que produzca confianza en su durabilidad».

La declaración del Gobierno Carter añade que «la única seguridad verdadera para cualquier país en este área problemática es una paz verdadera negociada entre las partes», para anadir que «afortunadamente no iniciamos nuestros esfuerzos partiendo del vacío. Un punto de partida existe en la resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de noviembre de 1967, que todos los Gobiernos implicados aceptaron».

«Patria palestina»

Respecto al vago término de «patria palestina» que ha surgido con frecuencia en las declaraciones de la nueva Administración norteamericana, el documento del Departamento de Estado se limita a señalar que «la exacta naturaleza de la misma deberá ser negociada entre las partes».

Volviendo a la resolución de la ONU, el Gobierno Carter la interpreta como que Israel, a cambio de la paz, debe retirarse de los territorios ocupados.

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