Allan Sillitoe: ni un escéptico, ni un nostálgico
Repaso a los escritores ingleses contemporáneos más leídos en España
El novelista inglés Alan Sillitoe (Nottingham, 1927) es quizá uno de los escritores británicos de los años sesenta que ha perdurado más en el interés de los lectores españoles de aquella época.
La relación de Sillitoe con España no se reduce al número de lectores que hayan tenido en nuestro país sus libros. Sillitoe vivió en España cinco años de su vida, a finales de los cincuenta. En Alicante escribió La soledad del corredor de fondo y en Palma de Mallorca terminó Sábado por la noche, domingo por la mañana. Además escribió numerosos relatos, poemas, proyectos de novelas, ensayos, traducciones de obras españolas, que jamás han sido dadas a conocer.
El cine quiso luego que aquellos dos relatos españoles de Sillitoe se convirtieran en sus trabajos más populares. Sobre todo el último de los citados, Saturday night, Sunday morning, que fue llevado a la pantalla por Karel Reisz, se consideró como un elemento esencial para entender lo que en aquel momento (1963) empezaba a ser el nuevo cine británico.
La estancia española de Sillitoe «me sirvió para disfrutar de una experiencia que luego se ha reflejado en algunos libros posteriores, pero los dos relatos de que hemos hablado no tuvieron nada que ver con la vida española. Yo me marché de Inglaterra, primero a Francia, y luego a España, para tratar de separarme de la vida inglesa y verla con otra perspectiva. La única conexión que tenía entonces con mi país me la daba la correspondencia, porque no teníamos dinero para comprar periódicos o para hacernos con una radio. Mis lecturas eran especialmente norteamericanas. Leí entonces los relatos breves de Sallinger, que son magistrales. No, no había en mí ningún sentimiento de rebeldía hacia Inglaterra. Simplemente, necesité irme y me fui. Luego he vuelto».
Versión de «Fuenteovejuna»
En 1969, Sillitoe, en colaboración con su mujer, Ruth Fainlight, que es poeta, hizo una versión de Fuenteovejuna, la obra de Lope de Vega. La convirtió en una pieza aún más decididamente política. Fuenteovejuna pasó a ser, en sus manos, una obra representada en un teatro de Madrid por un grupo de soldados republicanos, que defendían la ciudad en 1938, y que de vez en cuando interrumpían la representación e incluían en ella referencias sobre la situación concreta del momento en que estaban viviendo. Todos los ciudadanos son soldados, fue el título de la versión de Sillitoe y Fainfight. El Teatro Nacional, que había pedido la versión de Fuenteovejuna, nunca representó la obra. El interés que Sillitoe ha mostrado hacia la literatura española se ha derivado, sobre todo, hacia la picaresca. La lectura de Guzmán de Alfarache, le sirvió de punto de partida para hacer por su cuenta un ensayo de novela picaresca británica. «También he leído el Lazarillo, que me parece un libro magistral, aunque lo he leído en inglés». Sus otras lecturas españolas incluyen, sobre todo, a Baroja y a Blasco Ibáñez.Todavía quedan en su memoria algunas palabras españolas, ciertas frases cordiales que usa cuando nos despedimos, en la puerta de su casa, al oeste de Londres. «En España dejamos muy buenos amigos que ahora ya han ido envejeciendo y haciéndose un poco más ricos, porque cuando estuvimos allí la pobreza del país era muy evidente».
Nottingham
Sillitoe nació en Nottingham, «una especie de isla dentro de Inglaterra, porque no está ni en el norte ni en el sur, sino justamente en el medio. Quizá eso haya hecho a sus habitantes más independientes en su carácter y acaso ésa sea la razón que me ha impulsado a describir en mis libros, casi siempre, gentes y situaciones de Nottingham. Ellos son mis personajes y mi pueblo, y sólo ellos pueden juzgar fielmente si acierto al describirles».Hasta hace algunos años, Sillitoe volvía a Nottingham, la tierra de Robin Hood, D. H. Lawrence y.Sillitoe, para «recobrar la moral». Los ingleses del sur de Inglaterra tienden a creer que la situación de este país es desesperada. Los de Nottingham, no. Los de Nottingham han estado y siguen en las fábricas y en las minas. Yo mismo he trabajado en esos lugares y mi padre fue un peón. Y cuando tú te tienes que levantar y trabajar como un perro de la mañana a la noche para ganarte la vida, ves las cosas con menos dramatismo, aunque parezca paradójico. De todos modos, la gente de Nottingham se ha contagiado en los últimos tiempos de la desmoralización que ha empezado a reinar en Gran Bretaña y que ha afectado sobre todo a los dirigentes políticos.
«Creo en la democracia»
Para que salga adelante Gran Bretaña, dice Alan Sillitoe, «es necesario que el Partido Laborista y los Sindicatos estén verdaderamente unidos». El autor de La soledad del corredor de fondo no es un solitario político. Pertenece al Partido Laborista, aunque crea que los escritores «no deben ofrecer en sus libros respuestas, sino preguntas; deben huir de toda demagogia». Las ideas que le conservan la fe en la política y que le mantienen en el Partido son estas: «No soy un lunático de la izquierda. Creo en la democracia. Pienso que el pueblo da lo mejor que tiene -su trabajo- y ha de recibir por tanto lo mejor. Estoy en contra de los que piensan que para lograr eso hay que masacrar a la burguesía; al contrario, estoy seguro de que el cambio social puede lograrse sin que se produzca un baño de sangre».La novela inmediata de Sillitoe, que podría titularse en España El hijo del viudo, puede parecer una historia propia para ilustrar un tratado de sociología. Se narra en ella la vida del hijo de un cartero que va a la segunda, guerra mundial, se convierte en capitán, llega a ser coronel y alcanza así una clase muy diferente a la de su origen. Es, digamos, el análisis que Sillitoe ha hecho de un personaje desclasado. «Pero yo no vi la novela en esos términos, yo nunca veo la literatura en esos términos. Cuando escribí The widowe's son sólo quería contar una historia, mostrar cómo se puede ir de un Punto A a un punto B. Yo no veo a la sociedad en términos de proletariado y burguesía o aristocracia, al menos cuando escribo. Unicamente escribo acerca de seres humanos. Yo disfruto creando caracteres, poniendo personas vivas dentro de pieles vacías. No puedo escribir si no disfruto haciéndolo.»
Ni escéptico ni nostálgico
Sillitoe no es un escéptico ni es un nostálgico. Le hablamos de la época, de los jóvenes airados, de aquellos años sesenta que podían describirse como «los años de oro» de la literatura inglesa de los últimos tiempos. ¿Qué se ha hecho de aquellos jóvenes airados? Le hablamos de Osborne, al que la crítica-británica recibe ahora con reticencia: «Osborne sigue haciendo un trabajo bueno y consistente. Yo no entiendo por qué no se le recibe bien. En cualquier caso, él hizo, cuando estrenó Mirando hacia atrás con ira, lo que nadie había hecho antes en la literatura inglesa. Después de Mirando hacia atrás con ira nada podía ser igual ni en la novela ni en el teatro. Osborne rompió todas las puertas». Sí, lo decimos, pero después no ha roto nada más,«¿Para qué nos pregunta, si absolutamente todo quedó roto? Después ha habido que seguir trabajando en lo que había detrás de las puertas».El ha escrito que la gente de sus relatos «tiene los mismos sentimientos que los reyes y las reinas, con la diferencia de que sus problemas cotidianos son más angustiosos y fundamentales». «Los problemas de los hombres simples, ha dicho también, son los problemas de los dioses». La frase parece dramática y definitiva. Pero expresa muy bien lo que ha pretendido mostrar Sillitoe en su literatura, a la que ha querido despojar de «aspereza y de sofisticación». Acaso, lo mismo que ha querido hacer con su propia apariencia humana.
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