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Los socios de la SGAE rechazan sus cuentas para atacar a la junta directiva

La entidad registró en 2013 una caída de los ingresos de un 3,2% respecto al año anterior y cinco millones de pérdidas

Tommaso Koch
Asamblea General de socios de la SGAE de este jueves.
Asamblea General de socios de la SGAE de este jueves. kike para

El tiempo en la SGAE se desliza más despacio. O, quizás, en el organismo se esmeren en aprovechar las horas para complicarse la vida. Sea como fuere, el caso es que la principal entidad de gestión de los derechos de autor acaba de cumplir tres años desde el estallido de la operación Saga, que acabó con su imagen y su expresidente, Eduardo Teddy Bautista, al destapar una presunta trama de desvío de fondos. Tras aquello, la SGAE celebró las elecciones de su supuesto renacimiento. Pero, desde entonces, le ha dado tiempo a cambiar de presidente otra vez, sustituir a su directora y su secretario generales, celebrar reuniones incendiarias de la junta directiva, vivir el escándalo de las enormes recaudaciones por los derechos de las canciones en los programas televisivos de madrugada y escuchar decenas de acusaciones mutuas entre sus miembros. “No creo que la situación de la entidad haya sido tan anormal”, defendía esta tarde el director general, Enrique Gómez Piñero, nombrado justo ayer. Pero no fue un buen profeta: la entidad ha vivido hoy otra jornada de pasión y ha rechazado, en la Asamblea General Ordinaria celebrada en Madrid, las cuentas de 2013, con una pérdida de cinco millones y una caída de los ingresos del 3,2% respecto al año anterior.

Así, tras cinco horas de debates y ataques, la SGAE dice no a sus propias cuentas. Aunque el rechazo va más allá, según José Miguel Fernández Sastrón, vicepresidente y a la vez opositor de la junta a la que pertenece —cosas de la SGAE—. “No es un no a las cuentas sino a la gestión actual. De hecho habíamos pedido un voto separado para poder aprobar el informe pero rechazar la dirección”, aseguraba. La votación se saldó con 4.613 votos a favor (un 39,84 %), 6.562 en contra (56,68 %) y 403 abstenciones (3,48%), todo mientras en la sala se oían gritos de “dimisión”. De paso, la Asamblea también rechazó la reforma de los estatutos de la SGAE. El no llevará probablemente la entidad a reformular las cuentas y presentarlas de nuevo ante una Asamblea extraordinaria para su aprobación. Sin embargo, cabe también la posibilidad de que la junta directiva convoque nuevas elecciones, en la enésima etapa de incertidumbre de la entidad.

Varias intervenciones en la Asamblea tachan de “nefasta” a la actual gestión

“No hay urgencia inmediata de nada”, defendió el presidente de la SGAE, José Luis Acosta Salmerón. El responsable, que sustituyó a Antón Reixa al frente de la entidad a mediados de 2013, sostuvo que “obviamente” la enésima polémica daña la imagen del organismo y achacó el rechazo de los socios sobre todo a “los problemas del pasado” que se siguen arrastrando. Aunque el presente de la SGAE tampoco parece menos caótico. Valgan dos ejemplos de ello. Para empezar, la propia junta que dirige la entidad es una peculiar y por lo visto ingobernable mezcla de músicos, editores, directores de cine, guionistas, discográficas y productores. Y la Asamblea —a la que la prensa no estaba autorizada a acceder— arrancó con una votación sobre una votación. Es decir, los socios pasaron por la urna para decidir si juzgarían con el mismo método las cuentas o se fiarían al voto electrónico. “Surrealista total”, escribía en Twitter una de las presentes, la guionista Ana Hormaetxea. Ganó el voto electrónico, y con ese método por tanto se expresó el rechazo.

Auditadas por la consultora Ernst&Young, las cuentas atestiguan que la SGAE ingresó el año pasado 259,7 millones de euros, un 3,2% menos que en 2012. La consultoría señala también en el balance de la entidad unos nueve millones menos debidos a “ajustes de auditoría”. Se trata de algo así como un legado del pasado, es decir, dinero que la SGAE ha perdido entre reclamaciones de Hacienda por impuestos mal pagados, préstamos que se ha renunciado a cobrar y, también, 1,81 millones en el apartado de “indemnizaciones”.

El presidente de la SGAE, Jose Luis Acosta (derecha).
El presidente de la SGAE, Jose Luis Acosta (derecha).kike para

Entre el encuentro de hoy y las 13 pre-asambleas que se celebraron por toda España, acudieron 691 votantes, un 3,16% del total de la entidad. Aunque los votos representados fueron 12.525 (el 12,41%): la discrepancia se explica con los votos delegados y el hecho de que cada cual disponga de un número de votos basado en su recaudación. Sea como fuere, la participación fue más baja que en 2013 —“muy poca”, según Acosta—, para una entidad que cuenta con más de 110.000 socios, de los cuales unos 20.000 tienen derecho a votar.

El no devuelve a la mente el recuerdo del año pasado: a la sazón el sí muy ajustado que permitió a la junta directiva presidida por Reixa aprobar las cuentas fue el prólogo a meses de conflictos. Tanto que Reixa fue sustituido por Acosta Salmerón. Aunque el rechazo de hoy coloca un punto de interrogación sobre el destino del presidente. Sin embargo, Acosta no explicó si se plantea dimitir y destacó que se siente “apoyado” por los socios, ya que las intervenciones fueron “en contra de la junta” y no de él mismo. Antes, en su discurso ante la Asamblea, había subrayado los “muchos problemas” que le quedan a la entidad —entre otros, citó a la red Arteria, los teatros que la SGAE fue adquiriendo en su época de vacas gordas y que ahora trata de vender— pero se mostró seguro de que “se pueden resolver”: “Ya se están haciendo las cosas de otra manera”.

Sin embargo, varias intervenciones tacharon de “nefasta” la actual gestión. En una de ellas, especialmente encendida, se compararon las cuentas con “una foto en alta definición, pero de una caca de perro”. Lo cierto es que, tras la Asamblea, parecía extremadamente acertado el símil que suelen emplear muchos: la SGAE, dicen, es como una reunión de una comunidad de vecinos.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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