Ningún ser humano es ilegal
El 15-M ha evolucionado a una especie de superhéroe colectivo que aparece allí donde está a punto de perpetrarse una injusticia. Ha evitado ya decenas de desalojos en los que los desahuciados eran viudas o ancianos o personas con problemas de movilidad. Llega antes que El Hombre Araña porque ni siquiera tiene que ponerse una capucha para ocultar su rostro. El 15-M posee una extraña identidad colectiva y proteica que le permite fenómenos tan raros como la bilocación, pues puede manifestarse al mismo tiempo en ciudades muy alejadas entre sí. Y no hay inspector capaz de pedirle el carné de identidad ni de detenerlo ni de llevarlo ante el juez porque carece de identidad y de rostro y de domicilio social. Hace poco, en el madrileño barrio de Lavapiés, el 15-M apareció de golpe para corregir una actuación absolutamente desproporcionada de la policía, que estaba deteniendo a un inmigrante sin papeles por haberse colado en el metro. Que las fuerzas del orden se movilicen por un euro, con la que está cayendo, tiene delito. El 15-M tardó en acudir tres minutos al lugar de los hechos. En la foto pueden ver al superhéroe colectivo gritando "fuera del barrio / fuera del barrio / ningún ser humano es ilegal". No hay nada como decir lo obvio para acojonar a la autoridad competente. La pasma pidió refuerzos que no fue preciso utilizar porque, como se ha dicho en otras ocasiones, las armas de los indignados son sus palabras y sus manos abiertas. Una vez disuelta la policía alborotadora, el 15-M se esfumó como si se lo tragara el asfalto. Hasta la próxima.
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