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Muere Richard Avedon, el maestro del retrato

El fotógrafo falleció ayer a los 81 años en Tejas, donde estaba realizando un reportaje

Richard Avedon, el fotógrafo neoyorquino cuyos retratos en blanco y negro marcaron con su fuerza y energía a las generaciones posteriores en el arte de la imagen y cuya revolucionaria mirada del mundo descubrió una nueva visión de la fotografía de moda, murió ayer en Tejas, a los 81 años, víctima de un derrame cerebral. Posaron para él Marilyn Monroe, Marlene Dietrich, Truman Capote..., pero también captó una imagen descarnada de la América profunda, que reunió en su serie In the american West. Avedon falleció en el hospital Metodista de San Antonio, donde había ingresado en estado de coma hace una semana tras sufrir un derrame mientras se encontraba trabajando para la revista The New Yorker en un encargo titulado On democracy.

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Hacía meses que trabajaba en ese proyecto, que le había llevado a fotografiar a políticos, delegados y ciudadanos de todo Estados Unidos con ese especial talento que le hizo mundialmente famoso como retratista y que estaba listo para volver a demostrar en una de las grandes exclusivas de la revista The New Yorker poco antes de las elecciones del 2 de noviembre.

Avedon, trabajador incansable, había nacido en 1923 en Nueva York y con apenas 17 años abandonó los estudios secundarios para comenzar a trabajar y luego embarcarse en la Marina. Al regresar, en 1944, decidió convertirse en fotógrafo profesional y se apuntó a un curso impartido por Alexey Brodovitch, de quien siempre reconoció su fuerte influencia. En 1945 comenzó a trabajar para la revista Harper's Bazaar mientras continuaba su exploración del mundo del retrato iniciada en sus años en la Marina. El artista revolucionó la fotografía de moda al sacar a las modelos a la calle, situándolas en contextos exóticos, dinámicos, sensuales, divirtiéndose y a la vez innovando en un mundo que hasta entonces estaba acostumbrado a modelos estáticas más parecidas a maniquíes que a los objetos de deseo en los que consiguió convertirlas Avedon, a quien después imitaron muchos otros fotógrafos.

Al mismo tiempo desarrolló su particular visión del retrato creando un estilo inconfundible. Utilizando siempre cámaras de gran formato, película en blanco y negro, frontalidad directa e impresiones a tamaño natural, Avedon conseguía introducirse en el interior de sus retratados, mostrando detalles que los convertían en seres inquietantes, a veces desasosegantes, de tal manera que todo el que se ponía frente a él adquiría un halo de mortalidad y realidad que ningún otro fotógrafo había sido capaz de mostrar.

El hombre solo

"Yo he trabajado mucho por encargo y no se me han caído los anillos por eso. ¿No lo hicieron Goya, Velázquez...? Los grandes clásicos recibían encargos de los papas, de los aristócratas, y éstos querían aparecer un poco más guapos de lo que eran, y, aun así, a menudo los artistas se salían con la suya", declaraba el fotógrafo en una entrevista publicada en El País Semanal en 2002. "Empecé a hacer retratos al mismo tiempo que trabajaba en moda. Se suele creer que primero me dediqué a la fotografía comercial y luego cambié a un trabajo más creativo o personal, pero fueron cosas que hice simultáneamente. Si se observa mi trabajo en Harper's Bazaar, en 1956, ya lo hacía así. Y no quiero sonar pretencioso citando los grandes nombres, pero el existencialismo de Camus y sobre todo la dramaturgia de Beckett me han influido. Godot significaba para mí que el hombre está solo, sin ayuda. No me gustan los artificios de la luz bonita y la pose estupenda. El blanco ayuda a separar al personaje del resto. El gris, en cambio, protege, abraza, calienta, te hace emerger de la sombra a la luz; en fin, tiene otra anécdota, cuenta otra historia. En el blanco estás solo", decía en la misma entrevista, y añadía: "Una de las cosas que iba buscando es la gente que se compra un sueño. Porque todos los americanos compran un sueño de belleza".

"Avedon te asalta. Sus trabajos tienen una retórica y una virtualidad que los hace inolvidables. No puedes huir de ellos", escribió en 2002 el crítico de The New York Times Michael Kimmeman a propósito de una retrospectiva que mostró el Metropolitan Museum de Nueva York. Avedon lo explicaba así: "He trabajado en una serie de negaciones. No a la luz exquisita, no a las composiciones aparentes, no a la seducción de las poses o de la narrativa. Y todos esos noes me han forzado al sí. Tengo un fondo blanco, una persona que me interesa y cosas que ocurren entre nosotros".

De la revista Harper's Bazaar saltó en los sesenta a Vogue, mientras los museos de todo el mundo comenzaban a invitarle a exhibir sus fotografías. Realizó series sobre el movimiento pacifista de los setenta, o la citada In the american West, un extenso trabajo realizado entre 1979 y 1984 en el que retrató a 752 personas de 17 Estados de la Unión y que le valió algunas críticas por lo que algunos definieron como retratos crueles. Él se defendió diciendo que "son retratos que emanan dignidad", algo que Avedon siempre buscó en sus modelos, ya fueran Nastassja Kinski abrazada a una serpiente -una de sus fotos más polémicas- o los vagabundos del oeste de su país. Entre otros muchos personajes, Avedon retrató también a Charles Chaplin, Andy Warhol, Truman Capote, Sofía Loren y, recientemente, a John Kerry, el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos.

Richard Avedon, ante dos autorretratos en el Metropolitan de Nueva York, en octubre de 2002.
Richard Avedon, ante dos autorretratos en el Metropolitan de Nueva York, en octubre de 2002.ASSOCIATED PRESS

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