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En la biblioteca de Gonzalo Celorio: “Los libros nacen y se reproducen, pero no mueren”

El presidente de la Academia Mexicana de la Lengua recibe a EL PAÍS en su biblioteca personal al sur de Ciudad de México. Comparte sus vivencias, anécdotas y la primera edición de ‘Cien años de soledad’, un exclusivo ejemplar que engalana su acervo personal

Gonzalo Celorio en su biblioteca. Vídeo: Hector Guerrero
Hector Guerrero

Gonzalo Celorio, (Ciudad de México,76 años) fue el undécimo hijo en una familia de doce hermanos. Su padre murió y fue criado por su hermano mayor, responsable de acercarlo a los libros e inculcarle la pasión por la palabra. Hoy pertenece a las academias cubana y nicaragüense de la Lengua y preside la mexicana. Su voz es áspera y pausada, secuelas de un cáncer que hace algunos años le arrancó una de sus actividades predilectas: dar clases. Celorio ha sido maestro en la Universidad Nacional Autónoma de México por más de 20 años. Hoy toma la vida de forma más tranquila y su biblioteca es un buen remanso.

Sabe con exactitud cuantos ejemplares componen los dos pisos de libreros que ocupan el espacio principal de su casa; sin embargo, no le gusta compartir esa cifra que siempre le preguntan sus invitados cuando llegan. En clave de humor asegura que no los ha leído todos, la otra pregunta recurrente. Atesora libros como quien colecciona artículos invaluables.

Celorio camina su biblioteca y le apasionan cosas que solo le pueden interesar a un amante de los libros. Revisa la encuadernación, observa los lomos, sostiene un ejemplar en su mano, deja caer el peso en una sola hoja y celebra la costura de canto que lo hace un ejemplar resistente, continua su recorrido y presume las tapas de seda de los Clásicos Españoles de la Biblioteca Castro. Puede pasar el día entero recorriendo los libreros y en algún peldaño se topa con la colección completa de Lope de Vega en la edición de la Real Academia Española. Es en el segundo piso donde se ubica un libro que guarda en su interior otro ejemplar: la primera edición de Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez, firmada y dedicada a su amigo. A un costado se ve una foto de Gabo y Celorio con el tesoro en sus manos. La imagen suma valor al ejemplar entre los coleccionistas.

Ante la obligada pregunta de cómo es ser un amante de los libros en un país donde no se lee, Gonzalo Celorio responde con claridad:”Lo que ha faltado en México es el placer de la lectura, leer por gozo, por disfrute; la educación se dedica a alfabetizar, eso es diferente”.

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Sobre la firma

Hector Guerrero
Responsable del área de contenidos visuales en EL PAÍS América. Más de 20 años cubriendo acontecimientos noticiosos en la región.
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