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El cambio climático dificulta la transición a una energía limpia en Centroamérica

La exposición a desastres naturales como huracanes, inundaciones y sequías, intensificados por el Niño y la Niña, desafían la capacidad de los países de la región de implantar un modelo más ecológico

Un bombero rescata a una niña de una zona inundada durante el huracán Eta, en la ciudad de Tela (Honduras), en noviembre de 2020.
Un bombero rescata a una niña de una zona inundada durante el huracán Eta, en la ciudad de Tela (Honduras), en noviembre de 2020.-- (EFE)

Ya no hay duda de que el cambio climático está causando daños en todo el planeta, por mucho que algunos se empeñen en negarlo, pero no afecta a todos por igual. Los países de Centroamérica, por su situación geográfica, están más expuestos a huracanes, inundaciones y sequías. Esa vulnerabilidad dificulta una transición hacia las energías limpias, ya que la volatilidad del clima cambia sin avisar las previsiones de producción de la electricidad. Los fenómenos climáticos del niño y de la niña no han hecho más que empeorar la situación de la región, donde la producción de energía es aún muy dependiente de fuentes hidroeléctricas.

Un caso claro es el de Costa Rica, uno de los países más avanzados a nivel mundial en lo que a energías renovables se refiere. Este país de cinco millones de habitantes tiene una cobertura eléctrica del 99% proveniente casi en su totalidad de las energías renovables. La mayor parte de ella, un 67%, se produce en centrales hidroeléctricas y en años de sequía como el pasado y el actual, eso se convierte en un problema de abastecimiento. Con un déficit de lluvias del 50% en los caudales de las cuencas que alimentan las hidroeléctricas, Costa Rica ha tenido que construir plantas térmicas de emergencia para cubrir la falta de electricidad a comienzos de este año.

“Uno de nuestros grandes retos es reducir esa dependencia”, afirmaba la semana pasada Marco Acuña Mora, presidente ejecutivo del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) en el foro “Mercados eléctricos y la transición verde en Centroamérica”, organizado por el Diálogo Interamericano. En su opinión, uno de los grandes retos del país es la transmisión de energía, desde el norte, donde más se produce, hacia el sur, donde más se consume. Además, sugiere, debería haber un mayor intercambio de energía entre los países de la región. No se produce porque prevalecen las necesidades de consumo interno, lo que implica que “no hay una seguridad jurídica para invertir. Por eso todos los países han buscado el autoabastecimiento. Hay un mercado de excedentes en la región” que no se aprovecha bien, dijo Acuña.

Para el Gobierno de Costa Rica la solución en la transición energética del fósil al renovable pasa por conseguir una mayor participación de la inversión privada y mejorar la tecnología de pronóstico del clima. “No es lo mismo suscribir un contrato con una petrolera que esperar que la madre naturaleza nos dé el viento, el sol y el agua que necesitamos”, apuntó Acuña, por lo que para asegurarse el abastecimiento durante la transición, el país planea invertir más en gas natural.

Paneles solares y una antena parabólica en la estación de La Sirena, en el Parque Nacional de Corcovado (Costa Rica).
Paneles solares y una antena parabólica en la estación de La Sirena, en el Parque Nacional de Corcovado (Costa Rica).Karel Stipek (Getty Images)

El Salvador

La inversión privada alcanza en el Salvador el 70% de la producción eléctrica, desde que en 1996 se abrió el mercado. “La electrificación ha pasado de un 60% de cobertura a un 97%”, asegura Ingrid Chávez de Mendoza, actual directora de Operaciones Comerciales, en la compañía Energía del Pacífico. El año pasado, el país, cuya producción de electricidad proviene en un 60% de energías renovables, suspendió las exportaciones porque, debido al calor extremo, la demanda aumentó un 7%, mucho más que el incremento anual máximo del 2% de los años anteriores. En El Salvador se apuesta por el gas natural con una nueva planta que empezó a funcionar en 2022. El reto para el país, según Chávez, “es que no se rompa la cadena de pago, que es lo que sostiene las inversiones”, para lo que justifica un aumento de los subsidios estatales.

Guatemala

El modelo de mercado en Guatemala es similar al de El Salvador, desregulado y de amplia participación privada. Luis Romeo Ortiz Peláez, a cargo de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica de Guatemala, sostiene que el modelo anterior, centralizado, provocó una crisis de abastecimiento en la década de los años 80 y que desde la legislación aprobada en 1996, el mercado es totalmente abierto. “El regulador debe ser como un árbitro de fútbol, mientras menos se vea, mejor”, dice Ortiz.

El país, cuya energía eléctrica proviene en un 76% de fuentes renovables, también apuesta por el gas natural para evitar el riesgo de desabastecimiento por la volatilidad del clima. El cambio climático no es algo nuevo, sostiene Ortiz: “Se habla del niño como algo extraordinario, pero es un fenómeno bien identificado y cíclico. Lo q no se puede predecir es la velocidad”.

Honduras

En Honduras el Gobierno también apoya la entrada de la inversión privada, pero de una manera diferente, más regulada. Wilfredo Flores, responsable de la Comisión Reguladora de Energía Eléctrica, reconoce que su país es, junto con el Salvador, uno de los más afectados por el cambio climático. Denuncia, a su vez, como el anterior Gobierno de Juan Orlando Hernández, que se mantuvo en el poder por 12 años hasta 2022, permitió la entrada sin control del capital privado, por lo que la actual Administración de Xiomara Castro está conformando nuevas normativas. “Los retos son muchos, tenemos un sistema de distribución que ha quedado colapsado, un sistema de transmisión congestionado… Honduras es el único país de Centroamérica que tiene tres interconexiones regionales y no las utiliza de manera eficiente”, afirma. Flores también aboga por mantener fuentes de energía de base, como el gas, mientras se busca la manera de transitar hacia una energía más verde.

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