Crisis climática, ‘El Niño’ y falta de inversiones: el peligroso cóctel tras las destructivas inundaciones del sur de Brasil
Un equipo científico internacional advierte de que el calentamiento hace más probable e intensas las lluvias como las vividas en el país latinoamericano en mayo, que obligaron a más de 500.000 personas a dejar sus hogares
Un equipo internacional de científicos ha elaborado algo así como la autopsia de las tremendas inundaciones que sufrió el sur de Brasil entre el 24 de abril y el 4 de mayo, que afectaron al 90% del estado de Rio Grande do Sul. Hubo al menos 172 víctimas mortales (además de cuatro decenas de desaparecidos) y más de medio millón de personas tuvieron que dejar en algún momento sus hogares. Estos investigadores de Brasil, Reino Unido, Suecia, Países Bajos y Estados Unidos concluyen que el cambio climático causado por el ser humano ha hecho que este evento extraordinario de lluvias tan intensas fuera el doble de probable y entre un 6% y un 9% más intenso que en un mundo sin calentamiento global. Pero, además, en la formación y fortalecimiento del episodio también intervino el fenómeno de El Niño, un patrón natural que hace que las temperaturas de la superficie del agua en áreas tropicales del Pacífico aumenten, lo que tiene efectos en el clima global.
Durante la presentación del informe, Regina Rodrigues, investigadora de la Universidad Federal de Santa Catarina, ha definido las inundaciones como “una de las tragedias medioambientales más significativas”. Pero el cóctel que convirtió en tan destructivas estas lluvias lo completa la falta de inversiones en el mantenimiento de infraestructuras clave contra las inundaciones, como estaciones de bombeo y compuertas. “Los informes indican que el mantenimiento y la financiación del sistema de protección contra inundaciones de Porto Alegre [la capital del Estado] se han reducido significativamente”, apunta este estudio liderado por el World Weather Attribution, un grupo de científicos especializado en estudios rápidos en los que se evalúa la influencia del calentamiento global en los episodios meteorológicos extremos.
En un planeta sometido al cambio climático también aumentan en número e intensidad estos fenómenos, por lo que la prevención y adaptación es clave. Y en ese campo algo también falló en este caso analizado. “Las inversiones en prevención de inundaciones disminuyeron de 2021 a 2022, sin que se asignaran fondos en 2023″, apunta el análisis sobre Porto Alegre. “Además, muchos componentes del sistema, incluidas las estaciones de bombeo y las compuertas, han recibido un mantenimiento deficiente o no funcionan”.
El informe deja entrever que la ausencia en las últimas décadas de eventos tan extremos como el vivido a principios de mes podría estar tras la relajación a la hora de mantener las infraestructuras de defensa frente a las inundaciones. De hecho, los investigadores sostienen que lo esperable es que un fenómeno de esta intensidad y duración ocurra solo una vez en entre 100 y 250 años en el clima actual. En estos momentos, el planeta es 1,2 grados Celsius más cálido que antes de la Revolución Industrial, cuando el ser humano empezó a quemar a gran escala los combustibles fósiles, principales responsables de esta crisis. Los investigadores sostienen que si se llega a los 2 grados de calentamiento, algo que puede ocurrir en solo dos o tres décadas a menos que las emisiones se detengan rápidamente, episodios de lluvia similares al que ha padecido el sur de Brasil “serán dos veces más probables que en la actualidad”.
Lincoln Alves, del Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil, ha explicado que lo ocurrido a principios de mayo en el sur del país es consistente con lo que apuntaban ya los estudios sobre el impacto del cambio climático. La última gran revisión del IPCC, el panel internacional de científicos que trabaja bajo el paraguas de la ONU, ya apuntaba a un incremento en frecuencia e intensidad de los eventos de fuertes precipitaciones en esta región. Cuanto más avance el calentamiento se espera un endurecimiento porque, como ha explicado Alves, la atmósfera estará más cargada de humedad.
37.000 ‘refugiados climáticos’
Rio Grande do Sul tardará mucho tiempo en recuperarse. Se desbordaron ríos, decenas de ciudades se inundaron por completo y miles de casas quedaron destruidas o inutilizadas. Una infraestructura tan importante como el aeropuerto internacional de Porto Alegre sigue parcialmente anegada y reabrirá, como muy pronto, en agosto. Según el balance más reciente de la Defensa Civil, desde que empezó a llover, casi 580.000 personas se vieron obligadas a dejar sus casas; de ellas, más de 37.000 siguen durmiendo en albergues improvisados en escuelas o polideportivos. No son pocos los que empiezan a definirlos como refugiados climáticos.
El Gobierno federal ya ha movilizado 62.500 millones de reales (más de 11.800 millones de dólares), pero las tareas de reconstrucción apenas han podido iniciarse. Hasta hace pocos días aún había ciudades en alerta y muchos barrios siguen bajo el agua. De momento, la prioridad es levantar cuatro “ciudades provisionales” para las familias que lo perdieron todo.
“Si bien Rio Grande do Sul a menudo se percibe como una región próspera, todavía tiene importantes bolsas de pobreza y marginación”, apunta el informe presentado este lunes. “Los bajos ingresos han sido identificados como un factor importante del impacto de las inundaciones”, recalca. Como ha recordado Maja Vahlaberg, experta en cambio climático de la Cruz Roja y otra de las autoras del estudio, el urbanismo descontrolado también ha tenido un impacto al existir gran cantidad de viviendas levantadas en zonas inundables. “Los asentamientos informales, las aldeas indígenas y las comunidades predominantemente quilombolas (descendientes de africanos esclavizados) se han visto gravemente afectados”, destacan los investigadores.
Algo parecido ocurre con la deforestación: al eliminar la cubierta vegetal las avenidas no encuentran resistencia durante las inundaciones. “Si bien en Brasil existen leyes de protección ambiental para proteger las vías fluviales de la construcción y limitar los cambios en el uso de la tierra, no se aplican ni se hacen cumplir de manera consistente, lo que lleva a la invasión de tierras propensas a inundaciones y, por lo tanto, aumenta la exposición de las personas y la infraestructura a los riesgos de inundación”, concluye el documento del World Weather Attribution.
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