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Al Gore: “Las compañías de combustibles fósiles son mejores capturando a políticos que capturando sus emisiones”

El exvicepresidente de EE UU y premio Nobel de la Paz advierte contra “la solución fácil a los problemas que prometen los movimientos demagógicos de extrema derecha”

Al Gore
El exvicepresidente Al Gore durante una entrevista en abril en la cadena NBC.NBC (Getty Images)
Manuel Planelles

En 2007, Albert Arnold Gore Jr. (Washington DC, 76 años), conocido como Al Gore, era ya un activista (de chaqueta y corbata) contra el cambio climático. Y por su labor de concienciación sobre este fenómeno —el término crisis climática no se había extendido aún y el negacionismo campaba a sus anchas— fue galardonado con el premio Nobel de la Paz aquel año. Fue vicepresidente de Estados Unidos entre 1992 y 2001 y el candidato demócrata en las elecciones de 2000. Acarició la presidencia, pero el polémico recuento de votos en Florida le dio la victoria a Bush hijo. Lleva dos décadas alertando de los impactos del cambio climático y formando a otros para que participen de esta lucha. A finales de junio organiza con The Climate Reality Project, un proyecto fundado por él, unas jornadas de formación en Roma. Es la número 56 en la que participa. En esta entrevista por videoconferencia con EL PAÍS no duda en señalar al sector de los combustibles fósiles como el principal responsable de esta crisis climática.

Pregunta. ¿Para qué sirven estos cursos de formación?

Respuesta. Para resolver la crisis climática tenemos que hacer que los ciudadanos en todos los países alcen la voz y digan a sus políticos: “Vemos lo que está sucediendo, lo entendemos y exigimos medidas para salvaguardar nuestro futuro y el de nuestros hijos y nietos”. En muchos países, incluido el mío, las compañías de petróleo y gas y otras instituciones que durante mucho tiempo se han beneficiado del patrón actual de extraer combustibles fósiles son totalmente reacias a que cambie ese patrón. Es simplemente la naturaleza humana básica, pero las clases medias se ven muy afectadas. Con nuestra formación se brinda a todos los miembros de la comunidad la oportunidad de conocer los hechos, aprender las habilidades de comunicación y creación de redes, y conocer las soluciones que están fácilmente disponibles.

P. ¿Le preocupa el resultado de las elecciones europeas?

R. No soy ciudadano de la UE, soy solo un observador, pero tengo mucha confianza en los pueblos de Europa. La UE se ha convertido en un centro de conciencia en el mundo. Por supuesto, siempre hay luchas internas, como en mi país. Sin embargo, la mayoría de la gente entiende que este es un momento importante en la historia de la Humanidad. Estamos luchando para no superar los límites de lo que los sistemas ecológicos de la Tierra pueden tolerar sin quebrarse. Y soy optimista en cuanto a que los votantes de todas las regiones del mundo son cada vez más conscientes de que tenemos que cambiar rápidamente. Los fenómenos climáticos extremos han hecho cambiar la opinión de las personas, que se han dado cuenta de que no podemos seguir utilizando la atmósfera como una cloaca con las emisiones que calientan el planeta. Estas a su vez calientan los océanos, lo que hace que las tormentas sean más grandes y fuertes y las inundaciones más devastadoras. También las sequías, que provocan incendios como los que hemos visto en EE UU, Canadá, Australia y, realmente, todo el sur de Europa. Los refugiados que cruzan las fronteras para escapar de las intolerables condiciones de vida impuestas por la crisis climática ahora superan con creces a los refugiados que escapan de la violencia de las guerras.

P. ¿Y qué opina del avance de la extrema derecha? ¿Le preocupa el impacto que pueda tener en la lucha contra el cambio climático?

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R. Bueno, creo que el proceso de globalización, que se ha visto reforzado por los avances tecnológicos, ha alterado los viejos patrones en muchos países. Hemos visto que los empleos se han trasladado de los países industrializados a lugares con salarios más bajos. Hemos visto cambios tecnológicos que tienen un efecto político inquietante. La gente se preocupa por el futuro y así es como algún movimiento demagógico de extrema derecha llega y promete una solución fácil a los problemas. Es natural que, en momentos de estrés, mucha gente diga: “oh, probemos eso”. Es un terrible error. Pero creo que ahora los acontecimientos comienzan a ir en la dirección opuesta, y las personas que antes formaban parte del movimiento de extrema derecha han cambiado un poco de opinión. En varios países de Europa las elecciones han ido en la dirección opuesta. Tengo fe en la Humanidad, creo que estamos cerca de un momento de toma de conciencia con la crisis climática en el que estas mezquinas divisiones políticas e ideológicas se dejarán de lado a medida que nos demos cuenta del interés común. No podemos destruir nuestro hogar, solo tenemos uno y debemos protegerlo. No vamos a irnos a Marte en cohetes.

P. Si Donald Trump gana las elecciones en noviembre, ¿cree que volverá a sacar a su país del Acuerdo de París?

R. No me siento cómodo aceptando esa hipótesis: no creo que Trump vaya a ganar las elecciones. Y, si me equivoco en eso, tendremos que ocuparnos cuando ocurra. En cualquier caso, creo firmemente que EE UU va a continuar con sus esfuerzos para ayudar a liderar esta revolución de la sostenibilidad. La legislación aprobada por el presidente Biden, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), es la legislación climática más grande y mejor diseñada de la historia. No se derogará, no importa el resultado de las elecciones. Ya está cambiando la realidad sobre el terreno con la construcción de nuevas fábricas de paneles solares, molinos de viento, vehículos eléctricos, baterías... Y nuevas y prometedoras tecnologías que nos brindan la posibilidad de transformar nuestra sociedad para que deje de depender de los combustibles fósiles y sucios.

P. Durante la última cumbre del clima, celebrada en Dubái en diciembre, fue muy crítico con esta cita. ¿Cree que las cumbres del clima siguen siendo útiles?

R. A pesar de que las cumbres climáticas han sido capturadas de forma insana por los contaminantes combustibles fósiles, todavía pueden cumplir un propósito útil. La COP29, que se celebrará en Azerbaiyán, será, una vez más, organizada por un petroestado. De hecho, es un país cuyos principales ingresos vienen de los combustibles fósiles, incluso en mayor proporción que los dos últimos países que han organizado las dos últimas cumbres: Emiratos Árabes Unidos y Egipto. Debemos reformar este proceso para que naciones como Rusia no tengan poder de veto sobre qué país debe ser el anfitrión de la cumbre; el secretario general de la ONU debe tener el poder de participar en la selección del anfitrión. No es justo este conflicto de intereses tan evidente, como el que marcó la conferencia sobre el clima del año pasado en Dubái. Los pueblos del mundo merecen algo mejor que el conflicto de intereses que implica poner a cargo de una cumbre al director de una de las compañías de petróleo y gas más grandes y sucias del planeta. Es una idea ridícula. Las compañías de combustibles fósiles son mejores capturando a políticos que capturando las emisiones. Pretenden hacernos creer que hay una solución mágica en la que no tenemos que reducir el consumo de combustibles fósiles, solo hay que capturar las emisiones. Es absurdo. En algunos sectores en los que es difícil reducir las emisiones, nos gastaremos el dinero en tratar de capturarlas. Pero, para la mayoría de sectores, es algo ridículo, especialmente cuando tenemos alternativas que son más baratas, saludables y mejores que crean tres veces más puestos de trabajo por cada euro gastado en comparación con el viejo y sucio sistema de combustibles fósiles.

P. ¿Qué considera más útil: los litigios climáticos o la diplomacia climática?

R. Ambas herramientas pueden ser útiles. Me interesaba, en particular, la victoria de las más de 2.000 señoras mayores de Suiza. Y la victoria antes en los Países Bajos. También ha habido otras. Pero, al mismo tiempo, la diplomacia también es esencial, incluso aunque resulte frustrante.

P. ¿Le preocupa el aumento del greenwashing o ecopostureo?

R. Es algo simplemente deshonesto: dar a la gente la impresión de que una empresa o una entidad política está haciendo algo que en realidad es solo para aparentar sin asumir su responsabilidad. Hay que denunciarlo. No es una táctica nueva, pero parece que la utilizan más las grandes compañías orientadas al consumidor, ya sea en el ámbito empresarial o de gobierno, que sienten la presión de la gente. Por lo tanto, hay que denunciarlo allí donde se produzca para que podamos mantener la presión necesaria para diseñar cambios reales. No cambios imaginarios.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.
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