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Larry Diamond, sociólogo: “Trump busca que todos se arrodillen ante su voluntad imperial”

El ritmo frenético con el que el presidente lleva adelante la demolición del aparato de gobierno de Estados Unidos resulta difícil de procesar incluso para alguien que, como el experto, conoce a fondo cómo surgen y se arraigan las autocracias

Larry Diamond en Stanford, California, el 21 de febrero de 2025.
Larry Diamond en Stanford, California, el 21 de febrero de 2025.Kike Arnal

Los malos vientos para la democracia comenzaron a soplar hace ya mucho tiempo. La mayoría de los Gobiernos democráticos aún celebraba la globalización post Guerra Fría y Estados Unidos se proponía democratizar el Medio Oriente empezando por Irak, así fuera con una guerra sin justificación. Larry Diamond (Los Ángeles, 73 años), sociólogo de Stanford University y experto en autoritarismo, fue uno de los pocos en percatarse de que alrededor del mundo había surgido una nueva camada de líderes populistas como Hugo Chávez, Viktor Orbán —y hasta cierto punto Vladímir Putin— que empleaban métodos democráticos para socavar la democracia amasando un enorme poder a través del Ejecutivo. La llamada autocracia electoral no era un fenómeno aislado ni caracterizado por casos inconexos. Había entre esos casos un patrón de estrategias y denominadores comunes iliberales que Diamond definió como “el programa de 12 pasos del autócrata”. Es más: estaba en marcha un retroceso democrático global.

El asunto se debatía con pasión entre académicos que hablaban de regímenes híbridos y autoritarismo competitivo. Pero mientras el virus autoritario no había contagiado a las grandes democracias de Occidente, pocos lo tomaban demasiado en serio. Entonces Donald Trump llegó al poder en la nación más poderosa económica, tecnológica y militarmente. Diamond también avistó lo que Trump significaba para las instituciones democráticas estadounidenses. En 2019, cuando el magnate tenía aún probabilidades de ganar las elecciones de 2020, advirtió de que un segundo mandato suyo podría ser más extremo y dañino para la democracia. Eso fue un año y medio antes del asalto de las huestes MAGA al Congreso el 6 de enero de 2021.

Ahora, un mes después del regreso de Trump a la Casa Blanca, el ritmo frenético con el que el presidente y su equipo llevan adelante la demolición del aparato de gobierno de su país resulta difícil de procesar incluso para alguien que, como Diamond, conoce a fondo cómo surgen y se arraigan las autocracias.

El sociólogo abre la puerta de su casa, en un vecindario tranquilo y boscoso cerca de Stanford University, en California, donde trabaja desde hace décadas. Toma asiento en un sofá frente a un amplio ventanal y espera las preguntas. No hay tiempo para protocolos y fórmulas de cortesía. La democracia alrededor del mundo está en peligro y sus enemigos son muy poderosos.

Pregunta. Desde el regreso de Trump ha surgido una intensa preocupación por la democracia en Estados Unidos. Paul Krugman habla de un autogolpe; otros dicen que Estados Unidos se está latinoamericanizando, lo que equivale a ir directamente hacia el autoritarismo. En el libro Ill Winds (Malos vientos), advirtió sobre el deterioro de la democracia en este país. ¿Qué impacto puede tener Trump? ¿Le preocupa lo que está ocurriendo?

Respuesta. Estoy muy preocupado. Ya hemos entrado en las primeras etapas de una crisis constitucional que, con certeza, empeorará. Trump aspira a ser un gobernante autoritario, a desmantelar los pesos y contrapesos, a debilitar e intimidar psicológicamente a la oposición y sus críticos, y a dominar el panorama político de la misma manera en que lo hace Orbán en Hungría, Erdogan en Turquía y Modi en la India. Tal vez no haya un paralelo inmediato en América Latina que sea exacto. No será como Bukele, que tiene un 80% de aprobación. Trump ya está en un punto en el que más personas en este país desaprueban su presidencia de las que la aprueban. Pero seguirá adelante e intentará vaciar las instituciones democráticas. Es un camino peligroso.

P. Dice que la democracia se está vaciando.

R. No creo que ya esté vacía, pero es notable la velocidad con la que Trump se está moviendo para tratar de establecer un poder presidencial absoluto y reducir o incluso eliminar agencias autorizadas por el Congreso, algo que no tiene autoridad para hacer según la Constitución. Así que está violando la ley, las normas y los procedimientos democráticos. Los tribunales han emitido medidas cautelares, y en ciertos casos él las está ignorando. Han fallado que no puede suspender los fondos para la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED), pero lo está haciendo de todos modos.

P. ¿Ha llegado el fascismo a Estados Unidos o está en camino?

R. Hay que tener mucho cuidado al usar la palabra fascismo. Es un fenómeno histórico y político muy específico, con una serie de componentes distintivos. Si vamos a preguntar si Trump es un fascista o si Estados Unidos está entrando en una era fascista, es muy importante ser rigurosos y analíticos. En este momento, estamos en las primeras etapas de un proyecto autoritario deliberado y una deriva autoritaria profundamente alarmante. Si usamos la palabra fascismo ahora como la máxima alarma, ¿qué palabra nos quedará cuando empiece a arrestar personas y a crear prisioneros políticos? Voy a usar fascismo como un adjetivo. A los fascistas les gustan las organizaciones privadas y violentas, como los Proud Boys, los Oath Keepers y otras redes cuyo nombre quizá ni siquiera conocemos, pero que participaron en el ataque ilegal e inconstitucional contra nuestro proceso democrático el 6 de enero de 2021. Si estos grupos se vuelven más evidentes, violentos e intimidantes, envalentonados por los indultos de Trump a los criminales del 6 de enero, ¿qué palabra usaremos si ya hemos usado fascista? Hay elementos de fascismo en la ideología, la organización, la mentalidad y la aspiración del movimiento MAGA. Pero si simplemente usamos la etiqueta fascista, puede volverse un reflejo automático, ahistórico, impreciso y polarizante de manera innecesaria. La derecha política lo percibe como un término de ataque, como un código negativo que usa la izquierda. Así que debemos ser cuidadosos.

Volodymyr Zelensky y Donald Trump
Volodímir Zelenski y Donald Trump hablan frente a la prensa en la Oficina Oval de la Casa Blanca, el pasado 28 de febrero. JIM LO SCALZO (Pool/EFE)

P. ¿Cómo se expandió la ola autoritaria hasta alcanzar a Estados Unidos?

R. Estamos en una recesión democrática desde 2006. Ese año cambió la tendencia que había existido desde el fin de la Guerra Fría en 1990 hasta 2005, cuando más países ganaban en libertad de los que la perdían cada año. Durante estos 19 años, hemos visto un patrón clásico de erosión democrática. Un presidente es elegido legítimamente en elecciones libres y justas, pero casi siempre considera que el poder que la Constitución le confiere, con sus límites y contrapesos, no es suficiente. Entonces comienza un proceso de eliminación de actores independientes en la sociedad. Este guion autoritario se desarrolló durante años en Venezuela con Chávez y rápidamente en El Salvador con Bukele. Bolsonaro intentó llevarlo a cabo en Brasil, pero no tenía la mayoría en el Congreso ni el apoyo del electorado. En mi libro Ill Winds (Malos vientos), lo llamo “el programa de 12 pasos del autócrata”. Trump está siguiendo ese programa. Lo intentó en su primer mandato, pero los contrapesos eran demasiado fuertes. Su derrota electoral en 2020 estuvo muy cerca de acabar con el proceso democrático pero fracasó. Ahora ha sido reelegido y lo está retomando donde lo dejó.

P. El ritmo es lo que impresiona; Trump está acelerando el proceso autoritario.

R. Se está moviendo muy rápidamente. Ahora tienen un proyecto mucho más ideológico que la última vez. Se llama la Teoría del Ejecutivo Unitario, que también podría etiquetarse como la teoría de la presidencia imperial. Establece que el presidente puede hacer lo que quiera, que posee y controla todo el Gobierno federal, que no puede haber y no debe haber actores y comisiones independientes en la burocracia; que todos en el aparato administrativo, que él detesta, le deben absoluta lealtad personal y política. Se han involucrado en una intimidación demoledora tras bastidores y pública de los republicanos del Congreso para que confirmen a todos los nominados de Trump y se arrodillen ante su voluntad imperial. Están entrando a saco en el Gobierno y tomando el control a través del mecanismo irregular de Elon Musk y sus camisas pardas tecnocráticas, el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), aunque no ha sido autorizado por el Congreso. Entran en las computadoras y hacen lo que quieren sin autoridad estatutaria real para hacerlo. Saben que deben actuar decisivamente, intimidantemente, sin restricciones, sin vacilación, sin respetar a los tribunales, despreciando al Congreso y sin preocuparse por la opinión pública. De nuevo, voy a usar la palabra fascismo analíticamente. El Gobierno de Trump tiene elementos fascistas en términos de la deificación del líder como un ser todopoderoso e infalible, en la movilización de un escuadrón irregular de creyentes fervorosos para hacer la voluntad del líder, en la intimidación de actores independientes o semiindependientes que podrían ejercer controles y equilibrios. Es muy importante entender ahora cómo Trump está desactivando a los republicanos en el Senado. Hablo de las amenazas de muerte que están recibiendo los miembros del Congreso y que han estado aumentando durante los últimos dos años.

P. ¿A qué se refiere?

R. Algunos republicanos en el Congreso y algunos funcionarios electorales están preocupados por su seguridad física. No entiendes el fascismo si no entiendes el papel de la amenaza de violencia física para intimidar a las personas e inutilizar su resistencia. Trump ha retirado la protección del Servicio Secreto para aquellos que lo cuestionaron en su Gobierno anterior. Manda una advertencia, como un capo mafioso.

P. No se habla demasiado de la Teoría del Ejecutivo Unitario.

R. Googlea las palabras “teoría del ejecutivo unitario” y luego busca los escritos de Russell Vought, que ahora es el director de la Oficina de Gestión y Presupuesto. Tanto entre los militantes de MAGA como entre el mundo intelectual alrededor de Trump, que incluye a algunos conservadores religiosos y nacionalistas cristianos, existe la teoría de que necesitamos un líder fuerte para sacarnos de la podredumbre moral en la que estamos, restaurar nuestras virtudes morales, y purgar al Gobierno de sus elementos woke. Barre con el Artículo Uno de la Constitución y con el papel del Congreso para elevar al presidente como el único actor legítimo y director del poder ejecutivo.

P. Eso ocurrió en Venezuela bajo una ideología diferente.

R. Sea de derecha o izquierda, si esa visión exalta a un presidente electo por encima de cualquier escrutinio o responsabilidad, se puede llamar una versión iliberal de la democracia. Como vimos en Venezuela, en Hungría, en Turquía, en Rusia al principio de Putin, pronto ese Gobierno no será una democracia iliberal, sino un autoritarismo iliberal con una mera fachada de sistema multipartidista competitivo.

El profesor Larry Diamond retratado en su casa de Stanford, California, el día 21 de febrero de 2025.
El profesor Larry Diamond en entrevista con EL PAÍS, en Stanford.Kike Arnal

P. Dice que el Partido Republicano ha sido sometido.

R. Trump es dueño del Partido Republicano. Lo tiene bajo su control total. Fue una toma hostil, un golpe desde afuera, porque él era un extraño, no tenía una asociación con los republicanos hasta que decidió postularse. Pero eso ya ocurrió hace mucho tiempo. El control del Congreso es más complicado. Mike Johnson, reelegido como presidente de la Cámara de Representantes, es un servidor leal de Trump, aunque ha mostrado cierto pragmatismo. Controlar el Senado es más complicado. Trump quería tener un sirviente igualmente leal como líder de la mayoría en el Senado, una posición extremadamente poderosa. Pero afortunadamente, esa elección ocurre por voto secreto. Rick Scott, el hombre de Trump, terminó en un muy distante tercer lugar con solo 13 de los 53 senadores a favor. Eso dice algo sobre cómo se sienten realmente los senadores en privado. Fue electo el senador John Thune de Dakota del Sur, el hombre que era más institucionalista y más reacio a ceder demasiado a Trump. Thune ahora está viviendo en un mundo donde no siente que pueda realmente hablar.

P. Los multimillonarios y tecnólogos de Silicon Valley están cooperando en el desmantelamiento del aparato gubernamental estadounidense. ¿Por qué está pasando eso?

R. En primer lugar, Silicon Valley no es monolítico. Algunos líderes prominentes en Silicon Valley, como Marc Andreessen, un capitalista de riesgo muy influyente, apoyaron a Trump en la elección y otros se subieron al tren una vez que fue elegido. ¿Qué provocó el cambio filosófico de muchos multimillonarios de Silicon Valley y otros ejecutivos que abandonaron al Partido Demócrata o se movieron a la derecha? En parte, ha sido una reacción contra la agenda woke, que percibieron como extremismo e intolerancia de la izquierda; una agenda ideológica que parecía ir más allá de las palabras diversidad, equidad e inclusión hacia una agenda filosófica más amplia y militante, a la que todos tenían que someterse. Aunque la mayoría de estos ejecutivos tienen puntos socialmente muy liberales, esto no les gusta. También reaccionan a lo que consideran recortes en su libertad personal y corporativa. Así que se dieron la vuelta. Dijeron: “¿qué demonios? La izquierda ha enloquecido con la agenda woke. Estamos cansados de este frenesí progresista. Trump va a bajar los impuestos, habrá menos regulación. No hará tanto daño”. Ahora, algunos se estarán preguntando: “¡Dios mío, qué hicimos!”.

P. ¿A Trump lo mueve principalmente su ego o existe un plan ideológico?

R. Trump quiere poder, estatus y riqueza, los tres elementos de la estratificación social. ¿En qué orden los prioriza? Me resulta difícil saberlo. Durante mucho tiempo en su carrera, el poder político era solo algo que soñaba. Lo que buscaba era riqueza y estatus social, incluida la celebridad que obtuvo de un exitoso programa de televisión, The Apprentice. Ahora quiere el poder absoluto. No quiere que se le controle ni que se le escrute. No debemos olvidar que una de las primeras cosas que hizo cuando asumió el cargo fue despedir a todos los inspectores generales de una amplia variedad de agencias y departamentos del gabinete. Estos son los guardianes contra la corrupción, los llamados monitores del desperdicio, fraude y abuso en cada agencia gubernamental. Trump quiere total libertad para convertir el poder en más riqueza para sí mismo. Musk lo está haciendo también al capturar todos estos datos que está recopilando para tener un poder sin restricciones. Esto debería alarmar no solo a los estadounidenses, sino a cualquiera cuyos datos puedan ser capturados por Musk, o que haya hecho negocios o compartido secretos con el Gobierno de Estados Unidos.

P. Ha utilizado la palabra “emperador” varias veces. ¿Cree que el objetivo final es convertirse en un César?

R. No creo que Trump pueda convertirse en emperador. Me preocupa el futuro de la democracia estadounidense, pero no me preocupa que tengamos un Mussolini como presidente de por vida o algo así, Il Duce en el sentido literal. Creo que va a hacer tanto daño a la economía estadounidense y a la economía mundial y a nuestro sistema de gobierno que él y todo su proyecto serán derrotados en cuatro años. Pero, ¿recuerdas esa entrevista en la que dijo, “solo quiero ser dictador por un día”? No creo que estuviera siendo honesto. Él quiere ser dictador por cuatro años, y le encantaría seguir después de eso. Pero no creo que lo logre. Puede salirse con la suya durante los próximos tres años y 11 meses, pero no puede eliminar la Constitución. No hay la menor posibilidad de que se adopte cualquier cambio que quiera hacer en la Constitución. Su proyecto a largo plazo enfrenta muchos desafíos. Pero a corto plazo, podría hacer mucho daño.

P. ¿Musk va a perdurar, incluso aunque esté eclipsando a Trump de diferentes formas?

R. Todos anticipaban una ruptura en el bromance entre Musk y Trump, pero eso no ha sucedido. Estamos en un terreno psicológico imprevisto, donde Trump casi juega el papel de número dos ante Musk. Trump lo admira: su destreza tecnológica, su riqueza, su personalidad. No hago ninguna predicción sobre cuánto durará esto o a dónde llevará. Lo único que puedo decir es que se volverá cada vez más peligroso mientras Musk sea el agente de esta destrucción democrática.

Elon Musk durante la reunión del gabinete del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el 26 de febrero de 2025 en la Casa Blanca.
Elon Musk durante una reunión del gabinete de Trump, el 26 de febrero en la Casa Blanca.Molly Riley (White House)

P. ¿Estamos siendo testigos del ocaso de la democracia liberal que caracterizó al orden mundial posterior a la guerra?

R. Lo que me preocupa es que las ideologías políticas, los estilos políticos y los cambios políticos tienen una dimensión viral. Samuel Huntington, en su libro La tercera ola: democratización a fines del siglo XX, lo llamó efectos de difusión y demostración. Ves a alguien actuando como un hombre fuerte y eliminando a las bandas criminales depredadoras en El Salvador, lo que lo convierte en una figura bastante popular. Ves a un hombre fuerte tomando control y atropellando a la oposición, expulsando a los inmigrantes de su país y enfrentándose a las tendencias woke, que muchos de los que se aferran a la tradición ven como una perversión de sus tradiciones y creencias. Esto tiene su atractivo. Si el hombre fuerte tiene éxito económicamente, alcanzará una tremenda capacidad de difusión, lo cual no creo que ocurra aquí. Pero mira lo que está pasando en Europa ahora mismo. Después de las elecciones en Alemania, el partido Alternativa para Alemania amplió sus escaños en el Parlamento. Marine Le Pen tiene un 50% de posibilidades de ser elegida presidenta de Francia. Dentro de cuatro años, Nigel Farage podría convertirse en primer ministro del Reino Unido con la posibilidad real de que su Partido Reformista reemplace a los conservadores como el principal partido de la derecha. Estamos empezando a ver una fuerte propagación de esta mentalidad autoritaria de derecha: Austria, los Países Bajos, Giorgia Meloni ya es primera ministra de Italia. Y la democracia más poderosa, rica y exitosa también está moviéndose en esta dirección autoritaria, de hombre fuerte e illiberal, nuevamente con algunos elementos crecientes que muestran similitudes con el fascismo europeo.

P. ¿Qué pasará en Brasil dentro de dos años? Lula tiene un bajo nivel de aprobación.

R. Lula tiene números bajos. Es viejo. Es ineficaz, francamente. ¿Qué pasa si Bolsonaro regresa? ¿O una figura parecida a él? Hay que empezar a preocuparse. El sistema de partidos ha implosionado en Perú y hay mucha insatisfacción con el gobierno actual. Estamos en una situación extremadamente fluida, tanto ideológicamente como en términos del compromiso con los valores democráticos y las instituciones. Este es el tema principal: los demócratas del mundo tendrán que luchar para defender sus valores, sus constituciones y los límites del comportamiento político legítimo.

P. ¿Qué contrapeso pueden ejercer las democracias que aún se mantienen en pie para contrarrestar esta tendencia autoritaria?

R. En primer lugar, deben preservar la calidad de su propia democracia. No podemos permitirnos más retrocesos democráticos. Lo segundo es qué se puede hacer colectivamente. Hay dos elementos: uno regional y otro global. Europa debe estar muy vigilante a través de los mecanismos de la Unión Europea sobre lo que está sucediendo y sobre los signos de capitalismo de amiguetes y el abuso de las normas democráticas. Hungría debería haber sido penalizada por sus desviaciones mucho antes. Hay otras tendencias preocupantes en la vieja y nueva Europa. Recientemente, hubo un intento de los rusos de manipular las redes sociales en Rumania para elegir a un populista de derecha pro ruso. La UE debe apoyar la democracia rumana. La Organización de Estados Americanos le falló al pueblo de Venezuela después de que se demostró que la oposición ganó las elecciones presidenciales el 28 de julio con dos tercios del voto.

P. ¿Se puede aplicar al autoritarismo una ingeniería en reversa?

R. Conocemos cuál es el manual autoritario, y ahora tenemos varios ejemplos de cómo contrarrestarlo. La manera más eficiente para terminar con un régimen autoritario competitivo es a través de una elección. Sabemos qué es necesario para que la oposición prevalezca. Primero tienes que unirla detrás de un solo candidato presidencial. Segundo, necesitas un programa que vaya más allá de defender la democracia. Los votantes preguntarán por su vida, sus ingresos, su trabajo, sus perspectivas, la seguridad en las calles. Tienes que mostrar por qué la corrupción del gobernante autoritario ha dañado sus intereses materiales. Tercero, necesitas un candidato y una campaña vibrante. No puedes ser aburrido. Tienes que ganar. Y cuarto, hay que recuperar la bandera y lo que significa ser patriota, no dejar que los autócratas monopolicen el patriotismo, porque lo que están haciendo es profundamente antipatriótico.

P. Si tuviera el oído de líderes como Macron, Lula, Boric, todos asediados por la extrema derecha, ¿qué consejo les daría?

R. Primero, gobernar desde el centro y construir una coalición amplia. Segundo, escuchar a la gente y sus preocupaciones reales sobre inmigración, empleos y políticas sociales. Si las democracias no encuentran formas de controlar sus fronteras, la derecha populista ganará. Tienen que ser flexibles, adaptables y humildes.Hay que recuperar a la clase trabajadora revalorizándola como miembros de la sociedad. Todas estas sociedades experimentan ahora una división entre personas con y sin educación universitaria, entre quienes trabajan con sus mentes y quienes trabajan con sus manos. Esto es extremadamente prominente ahora en la política estadounidense. La vieja división entre las clases trabajadora y la élite ha dado un vuelco: necesitamos recuperar a las clases trabajadoras para la democracia y la justicia económica. Estados Unidos no será por unos años el principal defensor de la democracia pero no somos la única democracia liberal en el mundo. Hay fuerza política y económica en otras democracias liberales en Asia, Europa y América Latina. Y necesitan dar un paso al frente y asumir un liderazgo alternativo.

P. ¿Dónde encuentra esperanza?

R. Estos proyectos autoritarios pueden revertirse, como en Brasil. Venezuela podría haberse librado de Maduro si el mundo hubiera respaldado a María Corina Machado y Edmundo González. El coraje de Venezuela me da esperanza, igual que la resistencia de Ucrania y el activismo en Estados Unidos. Trump bajó en aprobación un mes después de iniciar su presidencia. Esto no es popular y va a implosionar cuando su fracaso se haga evidente y la oposición se una. Estamos enfrentando una circunstancia aleccionadora, pero tengo confianza en que vamos a derrotar este proyecto autoritario.

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