‘Bookish’, una deliciosa y clásica serie de misterio para fans de Sherlock Holmes y los libros
La serie que estrena Filmin recupera el sabor de los clásicos acompañada de buenas interpretaciones. No hace falta mucho más


Existen series de misterio para todos los gustos. En este universo poblado de plataformas, hay crímenes por doquier. A veces, un simple policial tratado con pulso y solvencia (Line of Duty, por ejemplo) alcanza altas cotas de calidad y popularidad sin inventar nada. En Bookish tampoco se inventa, solo se innova, y no mucho. No hacía falta: la serie tiene excelentes mimbres criminales desde los que construir un producto entretenido y con ciertos hallazgos. El creador y protagonista es Mark Gatiss, cocreador y actor (un maravilloso Mycroft Holmes) en el Sherlock de la BBC.
La temporada consta de tres casos criminales divididos en tandas de dos capítulos para un total de seis ya disponibles en Filmin. Para esta crítica hemos visto los dos primeros misterios, es decir, cuatro capítulos.
Antes de nada, hay que aceptar las reglas del juego. Londres, 1946. Book, que así se llama el librero investigador —un antiguo espía militar reconvertido en detective poco convencional— es el dueño de dos cosas: una librería maravillosa y una carta escrita por el mismísimo Winston Churchill que le otorga el permiso para acceder a escenas de crímenes e investigarlos. Está casado con Trottie (una estupenda Polly Walker a la que hemos visto en The Bridgerton o Roma) pero no es un matrimonio al uso sino uno de conveniencia: Book es gay y así consigue sobrevivir en un mundo en el que la homosexualidad era perseguida y castigada. Ella tiene una papelería de ensueño contigua a la librería. Todo aquí es como para quedarse a vivir dentro. El reflejo de su amistad en la pantalla, sus intercambios verbales y su complicidad dan un toque especial a la serie.
El trío protagonista se completa con Jack, un joven con pasado carcelario que llega para trabajar en la librería, y no por casualidad. Y hay, como no podía ser de otra manera, un inspector de la policía con muy pocas luces, un Lestrade de manual.
La ambientación es exquisita y la recreación de ese Londres en plena reconstrucción (sobre todo la rodada en decorados) está llena de detalles. La librería de Book es un sitio mágico y las breves conversaciones sobre libros un aliciente encantador.

Book es un poco Sherlock: rápido, intuitivo, dos pasos por delante de los demás, pero Gatiss se ha regalado un personaje que sale de lo ordinario. Como librero tiene ese punto pedante sin pasarse (atentos a la lista de títulos, y a algún homenaje para los fans de la ficción criminal) y como investigador es original. En los dos ámbitos aplica su teoría: él usa un sistema (muy peculiar, eso sí) y, en un mundo gobernado por el caos, no deja de ser un valor.
La resolución del primer crimen es de estilo clásico, explicativa, conclusiva. Da algunas vueltas para mostrar cómo podría haber sido, como si se tratara de Hercule Poirot al final de una de las novelas de Agatha Christie, luciéndose en circunloquios y posibilidades antes de desenmascarar al verdadero responsable.
El segundo crimen mantiene las constantes vitales del primero, algo que se agradece: cuando la apuesta es original, cuando se cambia el punto de vista o el tono, se cae en el riesgo de quedarse ahí (Elsbeth o Matlock son los dos últimos ejemplos). Esta segunda entrega doble de capítulos se centra en un rodaje que ocurre justo en la librería. Supone este emplazamiento otro toque clásico, al que incluso Book dedica una frase: esa idea de que donde se encuentren los protagonistas (que se lo digan a Jessica Fletcher) habrá muerte y crimen. Es un delicioso lío de intrigas, nombres falsos, pasados inconfesables y otras argucias narrativas resuelto con la eficacia propia de las buenas series.
Hasta los títulos de crédito son una pequeña maravilla. ¿Recuerdan el impacto de Only Murders in the Building (Solo asesinatos en el edificio), la originalidad, el tono? Pues parecido, pero en el Londres de 1946. Pasen y disfruten.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma































































