Xabier Fortes, periodista: “Algunos me etiquetan de sanchista, cuando la mayor bronca de mi carrera la tuve con Sánchez”
El presentador de ‘La noche en 24 horas’ lleva casi 40 años trabajando en RTVE. Frente a las acusaciones de partidismo responde: “Acepto el reto de comparar la pluralidad de nuestras tertulias con las de cualquier otro medio”


A Xabier Fortes (Pontevedra, 59 años) no le intimidan los ataques que recibe a diario desde las redes sociales y algunos medios de comunicación. El periodista y presentador de La noche en 24 horas está acostumbrado a aguantar golpes desde muy pequeño. Cuando tenía nueve años, tuvo que ver cómo su padre, el militar Xosé Fortes Bouzán, era encarcelado y expulsado del Ejército por luchar contra al franquismo, y cómo algunos de sus compañeros del colegio se metían con él por eso. “Siempre lo digo: mi infancia acabó el 29 de julio de 1975”, recuerda. “Cuando lo detuvieron, pasamos a ser unos traidores durante unos años para gran parte de estamento. Eso me cambió la vida muy rápido. Mi padre era de los buenos y los que querían la dictadura eran los malos. Con el tiempo lo veo como algo positivo: nos hizo duros y nos ayudó a entender el mundo ya desde muy niños”. Con el tiempo, también aprendió a devolver los golpes: “Si se meten conmigo, me voy a defender”.
Pregunta. Lleva casi 40 años trabajando en TVE. ¿La televisión pública está politizada como dicen algunos medios?
Respuesta. No deja de sorprenderme que algunos de los medios que tienen un sesgo marcadísimo estén dando lecciones de ecuanimidad y pluralidad y de distancia con el poder político. Televisión Española es pública, pero la función o el servicio de los medios privados también es público. Un colegio puede ser privado, pero su función, la educación, es pública, y tiene que tener ciertos valores. Todos los medios, sean públicos o privados, tienen una función pública, la de informar, y tienen que tener unos valores: la verdad, la pluralidad, la discrepancia. Ahora se acuerdan de TVE cuando nos va muy bien en las audiencias. No se acordaban hace cinco años. Simplemente digo: acepto el reto de comparar la pluralidad de las tertulias de TVE con las de cualquier otro medio y los minutados de los informativos.
P. En estos 40 años en la tele pública habrá visto de todo.
R. Pues sí, a mí me han cesado todos los partidos. Me ha cesado el PSOE y el PP. Estoy curado de espantos. Mi mayor enfrentamiento fue precisamente con Moncloa al poco de llegar Pedro Sánchez por un famoso debate electoral. Intentaron cambiar la fecha de un debate para, supuestamente, favorecer la estrategia de Sánchez, y yo dije que la fecha no se podía cambiar. De eso, algunos que me critican, no se acuerdan. Pero pueden ir a la portada de EL PAÍS para comprobarlo. Fueron momentos de mucha tensión. Ahora algunos me etiquetan de sanchista, cuando la mayor bronca de mi carrera la tuve con Sánchez ya en la Moncloa y con la dirección de RTVE de entonces. A ver si los que me critican lo igualan. Con que hagan la mitad de la mitad de lo que hice yo entonces, oponerme a la dirección de mi cadena y oponerme a los asesores de Moncloa, me doy por satisfecho.
P. Parte de este nuevo éxito de TVE se debe a los programas de actualidad, las tertulias políticas y los infoshows. ¿Por qué la gente está tan enganchada a la información política?
R. Porque el momento político es muy interesante. Llevamos unos años de fragmentación absoluta del Parlamento, donde no hay mayorías absolutas pero aun así hay que sacar el país adelante. Eso es la política: intentar llegar a acuerdos. Eso fue la Transición. Y este momento tan álgido y tenso tiene un reflejo en que aumenten las audiencias de ese tipo de programas. Lo que más me sorprende es los políticos hablando mal de la política, utilizando el término “político” como algo peyorativo. Dicen: “La justicia está politizada”. “La televisión está politizada”. “La educación está politizada”. “La sanidad está politizada”. Para mí la política es la construcción más superior del pensamiento humano.
P. Ha tenido unas semanas difíciles, con ataques su hijo por estar haciendo unas prácticas de periodismo en TVE. ¿Cómo lo ha gestionado?
R. Señalar a mi hijo difundiendo su imagen para tratar de hacerme daño es de lo más ruin y miserable que me he encontrado en esta profesión. Pero, por los años que llevo y por mi experiencia vital, y por las circunstancias que viví desde muy niño, estoy bastante acostumbrado. A mí no me afecta. Prefiero que no hablen mal de mí, pero tampoco me voy a poner a llorar si lo hacen. Me molesta más los ataques a mi familia. Mi hijo ha hecho la carrera, ha hecho Erasmus en Bruselas, ha hecho prácticas en varios medios y ha hecho prácticas y un curso de formación en TVE que finaliza dentro de unos días. No tiene culpa de llevar mi apellido. Me ha reconfortado que tanto mi mujer como él lo hayan llevado bien.
P. ¿Le habría gustado que su hijo estudiara otra cosa?
R. Honestamente, yo le aconsejé que estudiara Ingeniería porque es mucho mejor estudiante que yo. Hizo bachillerato de Ciencias y cursó un año de Ingeniería, pero al final quería esto. La madre me dijo medio en broma y medio en serio: “Xabi, la culpa es tuya: le has mostrado el caramelo y ahora quiere ser eso”. Yo lo llevaba un día a comer con Gabriel Rufián, otro día con Jorge Valdano y Santiago Segurola, otro día con Bolaños o Aitor Esteban...

P. Decía que está curado de espantos por su historia vital. Su padre fue a la cárcel por luchar contra el franquismo. ¿Cómo lo vivió?
R. Tenía nueve años. Yo quería ser militar como mi padre. Iba a un colegio que dependía de la Armada, todos mis amigos eran hijos de militares o marinos. En aquella época en Pontevedra había mucha presencia militar, había muchos cuarteles. A esa edad quería imitar a mi padre: ponerme el uniforme, ir de maniobras y estar pegando tiros todo el día. Quería ser militar sin saber lo que era realmente ser militar. En el momento, lo vivimos con mucha tristeza y lo pasamos mal, aunque también hubo muchos momentos para las risas. Hoy me he reconciliado con las Fuerzas Armadas y reivindico su papel. Siempre digo de broma: al final hice periodismo para fortuna de la milicia y desgracia de los periodistas [risas]. Pero yo tendría que haber sido militar, o por lo menos intentarlo.
P. ¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser periodista?
R. No me hice periodista por una vocación temprana, aunque de chaval seguía mucho la serie Lou Grant. Yo decido hacer Periodismo cuando me doy cuenta de que esa es la única manera de venir a Madrid en los años 80. La única carrera que no había de Letras en Santiago era Periodismo. Tenía 18 años y quería ver la Movida madrileña, a Alaska, Sabina… Si hubiera elegido cualquier otra carrera de Letras, tendría que haberla hecho en la universidad gallega. Luego me atrapó el oficio cuando empecé a ejercerlo. Me di cuenta de la importancia de esta profesión, de que estás contando y asaltando vidas ajenas y tienes que ser muy respetuoso con esas vidas porque puedes arruinarlas. Los periodistas, como los jueces, tenemos un poder y tenemos que ser conscientes de que podemos afectar las vidas de las personas. Yo critico, analizo, pero trato de no hacer daño a las personas.
P. Estamos celebrando 50 años de democracia y resulta que hay jóvenes que dicen que con Franco se vivía mejor. ¿Qué está fallando?
R. El franquismo sociológico siempre ha existido, pero ahora con Vox y la derecha más tensionada ha aflorado sin complejos. En mi opinión, se juntan tres factores. El primero, la distancia con aquellos hechos. Hay una pérdida de memoria de lo que nos unió para salir de la dictadura. El segundo factor, una generación tiene que corregir a la anterior, y eso ayuda a mover el mundo. La generación del 68 fue sustituida por la de comienzos de los 80, marcada por Reagan, el Papa Juan Pablo II y Margaret Thatcher, la triada del conservadurismo. Luego vendrían los 2000, con Obama, Zapatero... Ahora estamos volviendo a un conservadurismo muy militante y excesivo, muy de derechas. Seguramente es algo cíclico. El tercer factor, los jóvenes ven que el estado del bienestar se ha deteriorado, que viven peor que sus padres. El sistema no está siendo capaz de dar respuesta a las necesidades que tienen los chavales, que no son capaces ni de alquilar una habitación para vivir en pareja. Terreno abonado para el populismo más fanático y ultra.
P. ¿En qué ha quedado la demanda del novio de Ayuso contra usted por haberle llamado “defraudador”?
R. No lo sé. Mis compañeros me regalaron una hucha en forma de cerdito y sigo metiendo monedas y billetes. Cuando llegue, llegará. Ya no es una cuestión de libertad de expresión, es una cuestión de verdad. Yo estaba diciendo la verdad, que era un defraudador confeso porque su abogado había mandado un correo a la Fiscalía reconociendo dos delitos fiscales. Cuando él dijo que su abogado actuó sin su consentimiento, empecé a llamarlo “ex defraudador confeso”. Estoy esperando que se sustancie, pero creo que no va a ir “p’alante”. Yo mientras sigo metiendo dinero en la hucha porque me piden 10.000 euros.
P. Mientras tanto, el fiscal general ha sido condenado.
R. Ahí no me voy a meter. No tengo bastantes cerditos engordando como para meterme ahora con las togas. Que cada uno saque sus conclusiones. A mí, con lo poquito que estudié de Derecho en la facultad, me enseñaron que para condenar a alguien hay que tener pruebas o indicios brutales. Que la sociedad juzgue si han aparecido pruebas o indicios.
P. Sigue siendo muy activo en X. ¿Por qué se ha quedado en la red de Musk?
R. Tuve mi momento de duda, pero reflexionando creo que no se le puede dejar el monopolio del espacio público a los canallas. Si me insultan, yo contesto. Si se meten con mi familia o con mis compañeros, yo los defiendo. Si se meten conmigo, me voy a defender. Lo tengo claro desde los nueve años, cuando se metían con mi padre en el patio del colegio y yo salía a defenderlo. No entiendo eso de callarse. Si contestas siempre, a veces podrás equivocarte. Pero si nunca contestas, siempre te equivocarás porque estarás otorgando a quien te difama, te insulta o miente.
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