_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Estética deslumbrante para un Ripley que me carga

Patricia Highsmith se inventó a un fulano absolutamente inquietante, amoral, buscavidas, capaz de matar sin el menor remordimiento cuando se siente acorralado, maestro del disfraz emocional y de la estafa, alguien tan turbio como temible

Andrew Scott, protagonista de 'Ripley'.
Carlos Boyero

Se llamaba Patricia Highsmith. Es la escritora que más amo. He sido feliz con las pesadillas que ella narraba. Y a ellas retorno con pasión cuando todo parece triste, solitario y final. La imagen de madurez de esa escritora genial es la de una persona devastada, todo arrugas y hoyos profundos en su rostro, alguien con pinta de estar atormentado e infeliz. Pero este corazón solitario, esta borracha pertinente, también fue una constante seductora de mujeres, especialista en huidas sentimentales. Y escribir como una diosa. No tenía ambiciones artísticas en su prosa, pero se inventaba tramas, atmósferas, angustias con una imaginación, un suspense, un tormento fuera de lo común. Imagino que actualmente esa ilustre señora no necesitaría del empoderamiento y otras reivindicaciones de moda para imponer su inmenso talento, su narrativa perversa e hipnótica, el miedo, la tensión, la angustia, la fascinación que provoca en el lector.

La novela suya que más me enamora y me perturba es El temblor de la falsificación. Pero todas, o casi todas, son apasionantes. Y se inventó en varias de ellas a Tom Ripley, fulano absolutamente inquietante, amoral, buscavidas, capaz de matar sin el menor remordimiento cuando se siente acorralado, maestro del disfraz emocional y de la estafa, alguien tan turbio como temible. Lo encarnaron en el cine actores tan dispares como Delon (que sí, que era bellísimo pero excepto en las películas de Melville no le aguantaba), un acelerado y drogota Dennis Hopper, el siempre convincente Matt Damon y el sinuoso y sofisticado John Malkovich.

Y retorna Ripley en una osada apuesta de Netflix, ese certificado de mediocridad y clonismo al gusto popular, pero que también se permite el lujo de financiar productos con calidad. Y flipas con las pretensiones y el resultado estético de esta serie. Está rodada en tiempos donde solo se valora el color con un exquisito blanco y negro, capaz de recordarte el más insigne álbum de fotografías. Filmando Roma, Nápoles, Palermo y Venecia con una hermosura acongojante. Y luego, dale que te pego con infinitas escaleras para mostrarte el abismo mental del protagonista. Y dale que te pego con Caravaggio, asesino, genio, maestro de la luz, para que entiendas la complejidad mental de Ripley.

Observo esta serie con admiración estética. Pero tengo un problema. No soporto a Ripley ni a la mayoría de sus acompañantes. La factura es impresionante. Y hay cosas increíblemente torpes en cómo resuelve Ripley sus crímenes. Me alegro mucho de que se haya realizado esta serie y de sus venturosas características. Pero no la volvería a ver, no estaría en mi filmoteca.

Puedes seguir EL PAÍS Televisión en X o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_