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Columna
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Josu Ternera con Évole: “Y punto”

Me gustaría saber cómo se pactó esa entrevista. El gran misterio son las razones del ‘killer’ para exponerse en público. Las de Évole están claras. Tenía delante un filón

Jordi Évole y Josu Ternera, en una imagen del documental ‘No me llame Ternera’.
Jordi Évole y Josu Ternera, en una imagen del documental ‘No me llame Ternera’.
Carlos Boyero

Su gesto es pétreo, dura y desafiante la mirada, no sonríe nunca, su tono de voz no se altera. Es siniestramente conocido Josu Ternera, aunque le pide a su entrevistador que no le llame Ternera. Sospecho que nunca se sabrá con exactitud a cuánta gente se cargó, aunque confiesa su desconocida participación en algunos crímenes y masacres. Y da miedo la frialdad con la que utiliza el lenguaje. Resulta que matar a la gente lo denomina acciones. Enviar a la nada a la arrepentida Yoyes a la que había visitado en México meses atrás, fue una medida que aprobó la dirección de ETA. Y me parece entender su aclaración de que en la banda terrorista había una sección militar, otra política, otra obrera y otra cultural. Lo último suena a manifiesto dadaísta. Pobre cultura, que manía la de hacer chistes macabros con ella.

Pero lo que más me acojona en su discurso es cuando utiliza tres veces el término “y punto” para concluir diálogos. Lo del tajante “y punto” zanjando cualquier problema lo utilizaban mucho los curas de mi infancia y adolescencia. También mi padre. Acompañado normalmente de una mano de hostias y castigos crueles. Es algo de lo que abusa frecuentemente el poder. O sea, porque yo lo digo, porque quiero, porque puedo. “Y punto”.

El entrevistado repele. Es un criminal con coartada ideológica, su oprimida patria, esas cositas tan peligrosas. Y hay que ver el desolado careto de una de sus víctimas después de escuchar su testimonio. Y que ETA avisó de que había una bomba en Hipercor. Y que él arrastra una mochila de dolor. Lo que me gustaría saber es cómo se pactó esa entrevista, lo que se podía decir y lo que no a efectos legales. El gran misterio son las razones del killer para exponerse en público. Las de Évole están claras. Tenía delante un filón.

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