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Columna
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‘Suburraeterna’, una serie sobre la codicia de los poderosos

La crueldad y el ansia por controlar el poder están presentes en todos los estamentos sociales

Giacomo Ferrara
Giacomo Ferrara, en una imagen del primer capítulo de 'Suburraeterna'.ANDREA MICONI/NETFLIX
Ángel S. Harguindey

Roma 2011. La política municipal y la curia romana están al borde de un ataque de nervios motivado por unas revueltas callejeras que muestran el hartazgo de la ciudadanía por la mala gestión de los privilegiados que han sido elegidos para detentar el poder terrenal y divino. Pero si el Ayuntamiento y el Vaticano están en crisis, el lumpemproletariado de los periféricos clanes criminales no podía ser menos. De todo ello trata la interesante serie Suburraeterna en los ocho capítulos de la secuela de la celebrada Suburra que exhibe Netflix.

Creada por Ezio Abbate y Fabrizio Bettelli, demuestra lo que ya había sentenciado Lord Acton en 1887: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. La diferencia de la corrupción en los distintos estamentos sociales es que las maniobras para eliminar al contrario se resuelven en la política con el ordenamiento jurídico; con el chantaje y el maquiavelismo en la curia romana y con las pistolas en el lumpen, pero la crueldad, el ansia por controlar el poder y la codicia están presentes en todos ellos, algo que se conoce desde hace tiempo por estos pagos.

La mayor parte de la acción ocurre en el distrito romano de Ostia. Allí campan las bandas criminales para las que el control de la venta de drogas es su razón de ser y de morir, bandas que, esporádicamente, actúan en el centro siempre que así se lo demanden los poderes políticos. El epicentro de la trama está vinculado al urbanismo de la ciudad: controlar el proyecto de construcción de un nuevo estadio, una artimaña municipal para tratar de desviar la furia ciudadana, será el detonante de la lucha entre los poderosos. Nada nuevo bajo el sol.

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