Plata o Pombo
Los ‘influencers’ tienen en su esencia tener seguidores, da igual para qué. Las plataformas corren a por ellos porque les garantizan audiencia, no hay misterio. Será la voluntad de los creadores de la miniserie de las Pombo la que marcará o no la diferencia
Cuando comenzó a ser conocido el cantante J Balvin, yo solo podía pensar en José Luis Balbín. De igual forma, cuando el apellido Pombo empezó a sonar en según qué conversaciones, a mi cabeza solo venía su portador más ilustre, Álvaro, y no las que hoy son sus más famosos emblemas, las hermanas Pombo, con María a la cabeza. Salto generacional, supongo.
Ese sonoro apellido, Pombo, dará título a la miniserie documental de cuatro capítulos que Prime Video ha dedicado a, según su nota, “una de las familias de creadores de contenido más influyentes de España”. Con el contenido hemos topado. En el ensayo que escribió sobre Fellini para Harpers en 2021, Scorsese recordó con sorna que hubo una época, hasta hace 15 años, en la que la palabra “contenido” era usada para contraponerla a “forma” en discusiones elevadas sobre cine, y no como generalidad para hablar de cualquier registro de imagen y/o sonido, como se hace hoy. Y que el arte nunca será contenido.
¿Quieren las Pombo hacer arte? No creo, ni falta que les hace. Igual que tampoco habrán querido Dulceida, Tamara Falcó, Georgina, por citar otras que viven de sus redes y tienen documental. ¿Quieren hacer televisión? Quizá ni siquiera. Los influencers tienen en su esencia captar seguidores, da igual para qué. Las plataformas corren a por ellos porque les garantizan audiencia, no hay misterio. Será la voluntad de los creadores de la miniserie (que no contenido) la que marcará o no la diferencia. Hasta su estreno, mi momento preferido de María Pombo es la pequeña victoria que supuso que, cuando se casó, la portada de ¡Hola! se la llevara la boda de Belén Esteban. Hablando de Belén, este viernes se estrena, por fin, ¡Sálvese quien pueda! Hasta en los creadores de contenido, hay clases y clases.
Y hablando de contenido, el mejor que hemos visto en los últimos días lo ha dado el viaje de Anabel Pantoja a París. Verla emocionada frente a la pirámide del Louvre recordando que ahí se rodó El código Da Vinci —¿quién demonios se acuerda de El código Da Vinci?— y la serie Lupin, o en Disneyland, es la comedia del mes. No hemos vuelto a saber de aquel proyecto de documental que estaba haciendo en Canarias, pero si en Netflix son listos, que lo son, pronto tendrá su propio docureality allí. Ojalá.
Puedes seguir EL PAÍS Televisión en X o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.