Al encuentro de los últimos grandes felinos salvajes

Un día, Andoni Canela, fotógrafo de naturaleza, propuso a su hijo Unai, entonces un preadolescente, acompañarle en sus viajes por el mundo. El objetivo era filmar al puma, el jaguar, el león, el guepardo, el tigre, el leopardo, el lince ibérico y el leopardo de las nieves en sus hábitats naturales. Sabía que no sería fácil y se lo advirtió a su hijo, pero este no dudó en unirse a la aventura. Poco después de cumplir 13 años, padre e hijo partían hacia la Patagonia, en concreto, al Parque Nacional de Torres del Paine, en Chile. Volverían años más tarde, cuando Unai ya tenía 18. El fruto de estos dos viajes se puede ver en el primer episodio de los ocho de 30 minutos que componen Panteras, la serie, que La 2 estrena el domingo 13 a las 21.00.

En esos cinco años, Andoni y Unai Canela estuvieron de viaje entre tres y cuatro meses al año, cada salida tuvo una duración de unas tres semanas de media. Para cada uno de los ocho felinos que se propusieron filmar hicieron dos o tres expediciones, por lo que el fotógrafo calcula que estuvieron en el terreno entre dos y tres meses para cada uno de los animales protagonistas de esta historia. Parte del resultado de esos viajes ya se pudo ver en una película documental de hora y media que se estrenó en 2021, pero la idea original del proyecto era esta serie dividida en ocho episodios, uno por felino. En conversación telefónica el pasado 1 de agosto, Andoni Canela compara ambas producciones. Además de contar la serie con mucho más material, filmado íntegramente por padre e hijo, en la versión televisiva es la voz de Unai la que acompaña al espectador, con sus recuerdos y su descripción de la experiencia, mientras que la película prescindía casi completamente de voz en off.

La relación entre padre e hijo está muy presente en todo el recorrido. La serie no solo muestra imágenes de los animales en sus hábitats naturales, en cuatro continentes diferentes. También es un viaje de descubrimiento interior de los dos protagonistas. “Hemos llegado a estar hasta cuatro semanas sin nadie más, como en el Tíbet buscando al leopardo de las nieves, o en la Patagonia. Eso tiene partes positivas pero también negativas. Hacía frío, calor, no tienes internet… A Unai al comienzo se le hizo más duro, luego lo fue aceptando con naturalidad”. Andoni reconoce que hubo algunas tensiones entre padre e hijo, lo natural cuando el segundo entra en la adolescencia. “Lo tuvimos que solventar porque no quedaba más remedio. También hubo momentos muy positivos, cuando ya se convierte en un compañero de trabajo más, nos entendíamos muy bien”.

Precisamente esa relación entre padre e hijo y el hecho de que todas las imágenes estén grabadas por ellos mismos diferencia a Panteras, la serie de otras producciones televisivas con la naturaleza en su centro. “Mostramos nuestra búsqueda de los felinos y también lo que nos ocurre de una manera transparente, y a veces a propósito mostramos los errores de movimiento, o que tienes que reaccionar rápido, nos pasamos la cámara… Queríamos meter al espectador con nosotros”, dice el fotógrafo.

El mayor reto con el que se encontraron en sus andanzas en busca de los grandes felinos, según cuenta Canela, fue capturar imágenes del leopardo de las nieves debido al lugar en el que habita, el Tíbet y el Himalaya. “Estábamos por encima de los 4.500 o 5.000 metros de altura, eso hace que estés moviéndote en zonas donde solo caminar es complicado, con temperaturas de hasta 28 grados bajo cero. Es un animal muy esquivo y muy mimético, se confunde con el paisaje. Hicimos tres viajes para el leopardo de las nieves. En el primero estuvimos un mes y lo vimos solo una vez”, rememora. También destaca la complicación de captar imágenes del jaguar en el Pantanal, al sur de la Amazonía brasileña. “Fuimos al inicio de la época de lluvias, pero se anticiparon y nos llovió muchísimo. Tardamos unos 10 días en ver el primer jaguar, y fue de noche y nadando. También costó mucho tener una lince con sus cachorros. Queríamos imágenes que explicaran la historia de una lince con sus cachorros, cómo salían a cazar, volvían con la comida para los pequeños… Lo logramos, pero tuvimos que dedicarle mucho tiempo”.

Andoni Canela, que ahora ha cambiado los grandes felinos por el lobo, mientras que su hijo Unai se encuentra en Groenlandia en busca de bueyes almizcleros, explica el motivo de escoger a los grandes felinos para este proyecto. “Queríamos mostrar que en la naturaleza está todo conectado. Además de los ocho felinos, en la serie salen más de 100 animales diferentes como aves, reptiles.. Los felinos son bioindicadores, porque un gran felino necesita que su ecosistema esté bien conservado, que haya suficiente bosque, humedad… para que la vida esté conservada y vivan los herbívoros. Los felinos son carnívoros 100% y tienen que cazar, por lo que tienen que estar rodeados de suficientes herbívoros, y para eso es necesaria el resto de la cadena. Estos animales necesitan espacios más grandes. El ser humano ha dado mordiscos a entornos naturales y les van quitando espacio por el desarrollo agrícola o industrial, y en muchos sitios han ido desapareciendo porque se han quedado sin territorio”.

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