José María García: “Yo me he retirado con dos exclusivas que harían mucho daño a los españoles y que no he contado ni voy a contar nunca”
El periodista se sincera y repasa su carrera con motivo del estreno de ‘Supergarcía’ en Movistar Plus+. “Soy el periodista de España al que más trabajo le ha costado triunfar. Me han negado el pan y la sal”, asegura
José María García (Madrid, 79 años), “nací aquí por accidente: yo merecía ser asturiano”, llega al Hotel Villamagna de Madrid a la hora pactada, 10.30 de la mañana. Es lunes 22 de mayo. García está de promoción. Movistar Plus+ estrena el documental Supergarcía, dirigido por Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, el próximo 29 de mayo. Un acercamiento insólito y salvaje a una figura de la radio deportiva que paralizaba España cada medianoche. Nada más llegar, dice que es la primera vez que EL PAÍS le entrevista (olvida una hace cinco años, en contraportada). A García le falla la memoria en asuntos menores, pero sigue teniendo presente los mayores casi medio siglo después.
P. Bautizó a PRISA [empresa editora de EL PAÍS] como el ‘imperio del monopolio’.
R. Si llevo 50 años nombrando al ‘imperio del monopolio’, no voy a dejar de hacerlo ahora. Pero también soy compañero, y lo que nunca voy a hacer es poner a otro compañero como tú en una situación complicada. Esa casa conmigo dejó de ser libre y pura. Compró una emisora [se refiere a Antena 3 Radio] para cerrarla con un objetivo fundamental: acabar con García. Y se quedó con medio equipo mío. Yo a mis colaboradores les dejé que escucharan. Unos se quedaron, otros se fueron. Les dije que les iban a engañar porque la compraban para cerrarla. Algunos se quedaron, poco tiempo después la cerraron.
P. ¿Quién le bautiza a usted Supergarcía?
R. Manuel Martín Ferrand. El que parió Antena 3. Yo me marché de TVE porque no estaba de acuerdo con cómo se hacían las cosas, y además me castigaron.
P. ¿Quién?
R. Adolfo Suárez, entonces director general de TVE, luego presidente del Gobierno. Me enteré de que al presidente del Oviedo se le ocurrió fichar al presidente del Langreo como gerente del Oviedo. ¿Cómo va a ir el Oviedo a fichar al presidente del Langreo si los dos juegan en la misma categoría y tienen que jugar entre ellos? ¿Qué presidente decide quién gana? Los reuní a los dos para hacer un reportaje. El presidente del Oviedo no le daba mayor importancia a haber fichado al presidente del Langreo. Les hago las preguntas. Los dos infelices todos contentos porque están saliendo en televisión. Para acabar el reportaje los pongo a los dos de espaldas para grabarlos así, dos tipos orondos, presidentes de los de antes, y digo: “Ahí los tienen. Bien cebados, mejor bebidos y de espaldas a la realidad”.
P. ...
R. Cuando se emite, me llama Adolfo Suárez. “¿Tú sabes lo que has hecho?” “Pues sí. Adolfo. Creo, y tú también creerás, que ha sido un reportaje cojonudo”. “¿Pero sabes quién es el presidente del Oviedo?”. “Ni lo sé ni me preocupa. Un tío amable que ha hecho una barbaridad”. “Es el primo de doña Carmen Polo”. “¿Y eso qué me importa a mí? No lo hemos violado, ni le he puesto una pistola para hacer el reportaje”.
P. En el documental unos hablan muy bien de usted y otros le ponen a parir, como siempre.
R. Si solo hablasen los que hablan bien de ti eso sería un tontódromo. Yo no prohibí hablar a nadie, ni obligué al que no quería. Y hubo gente que no quiso hablar, fundamentalmente los que están ligados a Florentino Pérez.
P. ¿Sigue sin relación con él?
R. Ninguna, felizmente. Ni con Aznar. Aznar fue el que hizo todo lo posible y hasta lo imposible para vender la Ciudad Deportiva del Real Madrid. Lo que no había conseguido ningún presidente lo consiguió Florentino. Un buen día yo llamo al alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, y me dice: “Pasarán por encima de mi cadáver antes de que yo firme la venta”. Y Álvarez del Manzano vende. Le llamo por teléfono y le digo: “¿Qué hago ahora con tu cadáver?”. Me dice que le ha llamado Aznar y que tuvo que firmar la venta.
No prohibí hablar a nadie, ni obligué al que no quería. Y hubo gente que no quiso hablar, fundamentalmente los que están ligados a Florentino Pérez
P. ¿Le ha escocido algo del documental?
R. No, a mí me entristeció lo que hizo antes el hijo de un amigo al que yo había ayudado mucho y que me respetaba absolutamente, que era Antonio [se refiere a la serie Reyes de la noche, cancelada en la segunda temporada y producida por Antonio Asensio]. Parió un bodrio de mentiras y de barbaridades.
P. Usted se la cargó.
R. No, no me la cargué. Yo no hice nada.
P. Digamos que trasladó su malestar a las altas instancias de la empresa.
R. No. Yo hice público mi malestar, sobre todo por él. Esto lo cuento y no hago bien, porque cuando tú haces una cosa no debes de pregonarla. Pero cuando mi amigo enfermó, sentí que me necesitaban y les ayudé de muchas maneras. Hay una anécdota que cuento ahora, después de muchísimo tiempo.
P. Cuente.
R. Yo iba a verle a la clínica Ruber. Él estaba ya inconsciente, pero su mujer creía que estaba consciente, que podía enterarse de lo que decíamos. Y al llegar yo, su mujer dijo: “Mira, Toni, qué suerte: García te va a radiar el partido”. Y radié el partido que estaba puesto. Me sentí traicionado por su hijo por un puñado de euros. Porque esa serie era un despropósito de mentiras graves que habrían merecido un proceso judicial. Pero ya está, ha pasado.
P. ¿Hay un García persona y un García personaje?
R. No me considero un personaje ni me gusta serlo, a mí lo que me gusta es ser persona. Y si puede ser una buena persona, mejor.
P. Con el tiempo se ha ido reconciliando con mucha gente. Por ejemplo, José Ramón de la Morena.
R. En nuestro enfrentamiento estábamos absolutamente equivocados los dos. Y lo reconozco.
P. ¿Con deportistas con los que tuvo guerras tremendas también se ha reconciliado?
R. No tengo ningún problema con nadie. Pero hay un deportista muy, muy mentiroso, que es Perico Delgado. El otro día llegó hasta el extremo de decir que le llamaban Perico porque yo le había puesto Perico, que es mentira. Ha sido un buen deportista. Ha luchado, ha sido un hombre destacado, ha tenido una torpeza infinita en todo. Llegar tarde a una etapa, darle una recompensa a un corredor extranjero que le había ayudado a ganar la Vuelta en lugar de que se lo diera otro (pero como él es desconfiado, lo hizo él personalmente). Sigue metiéndose conmigo. No me preocupa. Me parece un tipo torpe, y también es un gran campeón, de los contados que tenemos.
P. Disculpe, pero sigo dándole vueltas. Si Asensio murió en 2001 y usted se retiró en 2002, aquel partido a su amigo inconsciente, sin oyentes, fue uno de los últimos que radió. ¿Cuándo empezó?
R. Siempre. Yo estudié en el colegio Maravillas de Madrid. Después Sagrados Corazones y con 10 años ya colaboraba en la revista del colegio.
P. ¿Y en la radio?
R. En Radio España con Bobby Deglané. Hacía un programa que se llamaba Quién cantó las 40 y nosotros éramos un equipo que buscábamos a gente para llevarla a entrevistar. Deglané tenía un amigo que iba de vez en cuando a ver el programa: el viejo Lara, el andaluz [José Manuel Lara Hernández, fundador de Planeta]. Iba muchos días porque es íntimo de Bobby y nos veía trabajar. Un día me llama: “Chavalín, eres el más rápido de todos y el más listo, y vas a vivir muy bien de esto. Pero hazme caso, que soy perro viejo: quítate el García, porque hay más de un millón de Garcías en España y es muy difícil triunfar así”.
P. No le hizo caso.
R. Pasa el tiempo y un día me llama para decirme que le gustaría que presentara el Planeta de ese año. Llego a Barcelona y me dice: “Me he lucido contigo, hay un millón de Garcías y solo se te conoce a ti”.
P. Usted tuvo éxito muy temprano.
R. Yo creo que soy el periodista de España al que más trabajo le ha costado triunfar. Me han negado el pan y la sal. Primero, mi voz no era radiofónica porque entonces había que tener una voz engolada, grave. Y yo tenía una voz afeminada, según Santiago Bernabéu.
P. ¿Pero tuvo problemas?
R. Muchísimos. En Pueblo, por ejemplo. Pasé un auténtico infierno con la sección de Deportes de allí: era lo menos parecido a un periodismo libre, a un periodismo valiente. Ahí solo los directivos tenían razón, resulta que los deportistas no tenían ninguna razón; con frecuencia me castigaban, como en el colegio: una semana a casa. Una madrugada, a las seis de la mañana, me llamó el director Emilio Romero para decirme que me fuera a San Sebastián porque el campeón de allí, de levantamiento de piedra, se había hecho boxeador. Era Urtain. Inventé la figura de Urtain. Me lo llevé con todo su equipo a París. Les pusimos unas txapelas importantes y creamos el mito de derrota. Y luego yo mismo me tuve que cargar el mito cuando descubrí que todo era tongo.
P. Tongo.
R. Le pagaban tanto por tirarse en el primer asalto, como por tirarse un segundo. Y yo lo descubrí. Incluso hice un libro.
P. No fue el único tongo que supo, pero no todos los publicó.
R. Cuando el comunicador tiene mucha audiencia, tiene que ser fiel y guardarse muy mucho el no hacer daño a los oyentes con esas noticias, aunque tú pierdas una oportunidad de lucirte con una exclusiva.
P. Pero está ocultando la verdad.
R. Son exclusivas que hacen mucho daño a los oyentes. Y yo me he retirado con dos noticias que no he contado ni voy a contar nunca. Primero, son muy graves y segundo, hacen daño al oyente.
P. Podemos decir que afectan a dos grandes hazañas deportivas españolas, dos grandes gestas deportivas españolas.
R. [Asiente]
P. El documental empieza con una frase: “Desde el día que se fue, nunca ha dejado de soñar con volver a la radio”.
R. No se han dado las condiciones. En primer lugar, porque he tenido problemas graves. Al poco de la primera retirada tuve un cáncer que amigos míos han tenido antes que yo y se han muerto, como Paquito Fernández Ochoa. A mí me ha ayudado mucho Dios, mi familia y, sobre todo, un equipo médico impresionante.
P. ¿Y las condiciones en el periodismo?
R. Tú tienes que tener una empresa fuerte, valiente y que te respalde. Y eso no se da. Antes tenías una influencia, que era la publicidad. A mí, por ejemplo, me cuidaban porque hacía ricas a las empresas por la publicidad que yo gestionaba. A las 12 de la noche no había publicidad en otros sitios. Pero aquí hay un problema. En Estados Unidos el empresario entiende que la publicidad es una inversión y, cuando viene una época mala, redobla sus esfuerzos. El empresario español entiende que la publicidad es un gasto y, cuando llega la mala racha, corta el grifo.
P. ¿Y el periodismo en sí?
R. Siempre dicen que no hay periodismo. Claro que no hay periodismo de información. No hay periodismo de denuncia. Hoy la denuncia la hacen unos partidos para jorobar a los otros, pero no un periodista que haya investigado. Yo tenía un íntimo amigo que era un brillantísimo profesional de denuncia y de trabajo muy serio. Un buen día me lo encuentro y le digo: “Oye, que hace muchísimo que no leo un reportaje tuyo, ¿qué ha pasado?” Y me dice: “Pues con el último trabajo que hice estuve un mes y medio. Era un tema de droga. Me pagaron 150 euros y el administrador me negó parte de los gastos como taxis y demás. Dice: “Tengo hijos y tengo que vivir de otra cosa, así que acabé en Sálvame”. Ése es el periodismo.
P. ¿Tiene trato con Feijóo?
R. Poco. Teníamos más trato antes que ahora. Tiene que marcar su territorio porque le van a tocar los suyos. Puede ser válido, pero tiene que darse cuenta de que Madrid no es Galicia.
P. ¿Yolanda Díaz?
R. Me gusta.
P. Pedro Sánchez.
R. No estoy de acuerdo con muchas de las cosas que ha hecho, pero tampoco estoy de acuerdo con el trato vil y terrible que le han dado los periodistas. No es ningún gilipollas. Y es un tío al que dejaron en la putísima calle y en menos tiempo tenía a los ilustrísimos barones comiendo de su mano. No es ningún necio. Pero le falta mucha empatía.
P. Santiago Abascal y Vox.
R. A mí no me apetece hablar de Santiago Abascal. Yo creo que es una pena para este país que exista este personaje.
P. ¿Y su partido político?
R. No, no. Mira, yo estaba cansado del duopolio. Ahora PSOE, ahora PP. Y cuando llega Pablo [Iglesias] me alegro por el mensaje. Pero tardé 15 días en descubrir que todo era teoría, que nada era real. Y considero a Pablo Iglesias el político o expolítico (porque ahora no sé si es político, más bien es empresario televisivo) mejor preparado. Lo intentó y lo consiguió. Pero claro, vendía historias que no se correspondían con la realidad.
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