No vamos a llevarnos bien
¿Qué hay tras las los programas que se cancelan nada más ser estrenados?
Vamos a llevarnos bien fue cancelado cuatro días después de su estreno a causa —eso dijeron— de su baja audiencia, casi la mitad de la media de La 1, pero RTVE no necesita fijarse en las audiencias porque no se financia con publicidad, y porque el servicio público no necesita ser rentable (aunque tampoco debiera ser ruinoso) para existir. Así que se me antoja poco creíble que el late night de Ana Morgade haya desaparecido de la parrilla solo porque no lo viera nadie.
Guionistas, realizadores, editores, sonidistas, iluminadores, atrecistas, maquilladores, sastres, músicos, etcétera empiezan meses antes del estreno a darle forma a algo que puede salir bien o mal. Durante el tiempo de preparación, el equipo se entrega a un tiempo de prueba y error donde se testan secciones y colaboradores. Lo normal es que los productores de la cadena estén encima (incluso muy encima) de lo que la productora subcontratada esté haciendo. A lo que voy es a que lo del lunes pasado no les pudo pillar por sorpresa.
El problema, supongo, es que el programa de Morgade es muy caro. No quiero entrar a juzgar si el dinero está bien o mal gastado. A los programas debería permitírseles echar a andar. No entraré en si Vamos a llevarnos bien merecía o no un poco más de tiempo, pero sí me gustaría saber por qué nadie, cuando el barco empieza a hacer aguas, es capaz de taponar el casco tal y como haría cualquier persona en su sano juicio. ¿Qué pasa en la tele? ¿Por qué se rige por una lógica más propia de personajes de Lewis Carroll que de los comunes mortales? Me temo que es más fácil hacer un monólogo gracioso que responder a estas preguntas.
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