Lo universal en ‘Los crímenes de Fjällbacka’
Seis capítulos que en realidad son seis largometrajes en los que los asesinatos de lugareños y turistas se entremezclan con tramas del folklore nacional o los restos de un nazismo poco divulgado de la confortable Suecia
James Joyce explicó que siempre escribía sobre Dublín porque si lograba atrapar el corazón de la ciudad, conseguiría atrapar el de todas las ciudades del mundo. Algo similar debió de pensar , pues situó en un pequeño pueblo costero del norte de Suecia, y donde nació, la trama de sus diez novelas policíacas protagonizadas por una escritora, Erica Falk, y su pareja, el inspector de policía Patrick Hedström.
Misión cumplida: Camilla Läckberg consiguió atrapar a medio mundo con sus novelas, de las que lleva vendidas 11 millones de ejemplares en más de 50 países. Naturalmente, la industria audiovisual siempre está atenta a los éxitos literarios y más si ya tiene en su haber adaptaciones bendecidas por la crítica y el público. Es el caso de la productora independiente escandinava Tre Vänner, responsable de las dos temporadas de la serie Los crímenes de Fjällbacka, y que ya había triunfado con las historias de Kurt Wallander, uno de los pilares de la justificada y notable calidad de las ficciones, literarias y televisivas, nórdicas.
Amazon Prime Vídeo exhibe ahora en su catálogo la primera temporada, realizada en 2012 y que mantiene su entretenido interés basándose en una realización, interpretación y localizaciones correctas, sin excesos de cámara ni la morbosidad tan frecuente en las tramas criminales. Seis capítulos que en realidad son seis largometrajes —su duración media es de 90 minutos cada uno— en los que los asesinatos de lugareños y turistas se entremezclan con tramas del folklore nacional o los restos de un nazismo poco divulgado en la confortable Suecia, y todo ello en Fjällbacka, un pequeño pueblo en el que se cumple de nuevo que en lo particular está contenido lo universal.
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