Precariedad infernal
La serie ‘Archivo 81′ es un descenso canónico a los infiernos del trabajo por cuenta propia
Hay muchas cosas que me interesan de Archivo 81 (Netflix), la serie de terror de moda. Es una mezcla de La semilla del diablo, Tesis y Clerks, de Kevin Smith, que dará mucho que hablar a los nostalgiólogos, por la loa al VHS que contiene, pero lo que más me gusta es la sátira involuntaria de la precariedad.
Dan, un talentoso restaurador de un museo del cine, recibe un encargo de un millonario misterioso: restaurar una colección de cintas de vídeo que se salvaron de un incendio en 1994. Son el proyecto de una doctoranda de antropología sobre el edificio quemado. Le pagará 100.000 dólares, pero el contrato lleva mucha letra pequeña.
Para empezar, tiene que trabajar en una casa aislada en medio de un bosque, sin internet ni cobertura de móvil. Además, las cintas están malditas: en ellas no hay más que sustos, apariciones, bichos que quieren salirse de la pantalla y terrores mil a cuenta de unos satanistas y sus ritos escalofriantes. Dan no llega a plantear ningún conflicto laboral, porque la trama va de demonios y sectas que le distraen, pero es evidente que el trabajo está muy mal pagado. 100.000 dólares, que no dan ni para un piso, no compensan ni de lejos tanto sufrimiento. Si Dan hubiera leído los ensayos de Remedios Zafra sobre precariedad y creatividad, se habría quedado con su puesto fijo y su sueldito del museo, pero como vive en Estados Unidos, se apuntó a la gran dimisión, ávido de aventuras sin horarios estables ni seguros médicos.
Archivo 81 es un descenso canónico a los infiernos del trabajo por cuenta propia. No quiero destripar la trama, pero en el cuarto capítulo me pareció ver al ministro José Luis Escrivá con un manuscrito sagrado que contenía los nuevos tramos de cotización de los autónomos. Esa noche no pegué ojo.
Puedes seguir EL PAÍS TELEVISIÓN en Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.