João de Deus, un depredador sexual disfrazado de médium
Una docuserie de Netflix retrata el fenómeno en torno al curandero brasileño, encarcelado en 2018 tras ser denunciado por cientos de mujeres
Al médium João de Deus le dio su gran espaldarazo internacional Oprah Winfrey. La entonces reina de la televisión estadounidense voló en 2012 en avión privado hasta el corazón de Brasil para que el curandero le impusiera las manos y asistir a una de sus cirugías espirituales, operaciones con instrumentos rudimentarios y sin anestesia con las que aseguraba sanar. Atraía millones de fieles que durante décadas le dieron fama, poder y dinero hasta que a finales de 2018 estalló la bomba. Un talk show brasileño reveló que cinco mujeres lo acusaban de abusar sexualmente de ellas amparado en la fe. Aquellas cinco eran solo el principio. João de Deus, de 79 años, fue juzgado y condenado a 64 años de prisión tras ser denunciado por más de 500 mujeres y niñas, incluida una de sus hijas. Estrenada recientemente, la serie documental João de Deus, cura y crimen (Netflix) analiza su carrera y su descenso a los infiernos.
João Teixeira de Faria —conocido como João de Dios, imponente con su 1,80 de altura, delgado— creó una especie de secta en torno a su persona y se labró una inmensa fama en su país que, con los años, fue mucho más allá de las fronteras de Brasil. Aseguraba curar enfermos y desahuciados gracias a espíritus de personas fallecidas que tomaban el control de su cuerpo, le hacían entrar en trance y canalizaban a través de él sus energías en intervenciones que practicaba ante cientos de testigos con tijeras o cuchillos de cocina.
Miles de personas aseguran que les devolvió la salud. “No soy yo quien cura en las cirugías, lo hacen las entidades, además de Dios. Yo solo soy un instrumento de Él”, declaró en una entrevista a la revista Veja un año antes de su arresto. Casa don Ignacio de Loyola llamó a su consultorio, abierto en los setenta. Una pequeña y remota ciudad, Abadiania, en el despoblado interior de Brasil, cerca de la capital, era el centro de operaciones de João de Deus. Tanto él como sus seguidores iban siempre vestidos de blanco.
El espiritismo es la tercera fe con más seguidores oficiales en Brasil. Sus casi cuatro millones de seguidores creen en la reencarnación, el karma y el poder curativo de la energía que transmiten los espíritus.
Los cuatro capítulos de la docuserie dan voz a varias mujeres que tuvieron la valentía de denunciar al espiritista más admirado y poderoso de Brasil. Aquel hombre al que creían una especie de santo se convirtió en su verdugo. Sin escrúpulo ninguno, usó la fe de ellas en él y en sus métodos para agredirlas. El médium hacía creer a aquellas mujeres desesperadas por salvarse o salvar a un pariente que lo que ocurría entre ellos a solas en su despacho era parte imprescindible del tratamiento. Si ellas se negaban a someterse a la voluntad del líder espiritual, la enfermedad no sería derrotada. Las amenazas surtían efecto.
La serie de Netflix también incluye imágenes de sus escabrosas técnicas para obrar supuestos milagros, además de entrevistas con los fiscales que investigaron los delitos sexuales. También hablan varios de sus antiguos colaboradores, incluida una mujer que asegura que ya desahuciada por los médicos fue curada por João de Deus, que le introdujo unas tijeras en la nariz para sacarle aquello que aprisionaba su cerebro. Ellos y otros voluntarios mantienen el consultorio abierto a los peregrinos. El documental en ningún momento aborda si las prácticas que tanto poder le dieron eran fraudulentas o no.
País de supersticiones
Para entender por qué cientos de miles de personas peregrinaron a Abadiania y la influencia que adquirió el médium conviene saber que Brasil es un terreno extremadamente fértil para todo tipo de creencias religiosas y espirituales. El sincretismo y las supersticiones están muy arraigados. Astrólogos y videntes son consultados por todo tipo de personas. Y el espiritismo está tan extendido en Brasil que es la tercera fe con más seguidores oficiales tras la Iglesia católica y las evangélicas. Sus casi cuatro millones de seguidores creen en la reencarnación, el karma y el poder curativo de la energía que transmiten los espíritus.
Al día siguiente del estreno en Netflix, a finales de agosto, el curandero regresó a la cárcel tras pasar el último año en una de sus casas en arresto domiciliario a causa de la pandemia. El motivo oficial de ser encarcelado de nuevo son varias nuevas denuncias contra él.
La de la plataforma internacional no es la primera serie sobre el escándalo que conmocionó a Brasil hace casi tres años. Globo, el poderoso grupo mediático brasileño que destapó las primeras denuncias, estrenó el año pasado Em nome de Deus, que plasma en un documental de seis capítulos el resultado de 18 meses de investigaciones periodísticas sobre el caso.
Hasta la minúscula Abadiania peregrinaban en autobús o avión privado 5.000 personas a la semana con la esperanza de que fuerzas superiores canalizadas a través de João de Deus les curaran un cáncer terminal, una ceguera o una esclerosis múltiple. Era tan respetado que incluso acudían a él políticos de primera línea o ricos empresarios.
El curandero no cobraba tarifa, pero aceptaba con gusto las donaciones. Él y sus seguidores impulsaron el crecimiento de la ciudad. Pronto se convirtieron en el principal motor económico. Los albergues, los restaurantes, los taxistas… El trabajo de todos ellos dependía de las operaciones espirituales. El líder de la secta creó un imperio en torno a los espíritus, acumulando patrimonio y poder, lo que contribuyó a que las sospechas que surgían de que abusaba de mujeres y niñas fueran rápidamente neutralizadas.
Fue durante su visita a Abadiania cuando Winfrey casi se desmaya tras presenciar cómo intervenía a los enfermos ante la vista de todos. No era el primer encuentro entre ambos. Ella ya lo había entrevistado en su programa, lo que sin duda impulsó la fama mundial que tenía hasta que fue detenido y que le supuso una creciente ola de peregrinos, y donantes, internacionales.
El caso del líder espiritual brasileño demuestra el poderoso efecto del movimiento MeToo que, a partir de las denuncias de que el productor más poderoso de Hollywood era también un depredador sexual, se transformó en un potente fenómeno mundial que dio a miles de mujeres coraje para alzar la voz contra sus agresores.
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