¿Tonta?
Isabel Díaz Ayuso es lista, dispone de agilidad mental, desprecia el filtro, utiliza el sentido del humor con los demás y consigo misma, aparenta seguridad en sí misma, es descarada, no es cobarde ni aburrida
Bertín Osborne, al que no le cuesta nada ser simpático en su programa Mi casa es la tuya, mantiene expresión embelesada y orgásmica ante todo lo que cuenta su desinhibida invitada Isabel Díaz Ayuso, señora que ha cautivado a la mitad de los madrileños que practican eso tan cívico (aseguran los políticos) de votar, incluidas personas cercanas a las que ni en un pasote psicodélico podría identificar con el facherío.
Y la dama es lista, dispone de agilidad mental, desprecia el filtro, utiliza el sentido del humor con los demás y consigo misma, desprende una naturalidad con la que la inmensa mayoría de su gremio está enemistada, aparenta seguridad en sí misma, es descarada, no es cobarde ni aburrida. Conocía fragmentos de sus genuinos disparates, pero no la había observado en recorrido largo. Y me cae bien. ¿Debo cortarme las venas por ello?
Por supuesto, a veces me deja perplejo. Cuenta que perdió la fe en la religión cuando era pequeña, pero que ahora la está recuperando y se conmueve al cruzarse con tanta gente en las calles que le dicen que están rezando siempre por ella. Está convencida de que en España existe la extrema izquierda, pero niega que Vox sea un partido de extrema derecha. Que lo investigue el inefable Sherlock Holmes.
Aparece su astuto Pigmalión Miguel Ángel Rodríguez y afirma que el más injusto calificativo que ha recibido Ayuso es que era tonta. Hay que ser miope para detectar en la enemiga semejante enfermedad. Se confiesa tabernaria. Cree que hay que tomar una cerveza para celebrar un buen día y también para consolarse si este ha sido chungo. Creo que sería divertida como compañía trasegando copas.
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