La guillotina de Elizabeth Duval
¿Hay alguien lo bastante duro de mollera como para pensar que la joven escritora ha comprado una guillotina en Ikea? ¿Por qué no la han denunciado, entonces?


Dice Fernando Simón que nadie va a un bar a estar solo, y yo ya ni me molesto en contar las horas que he perdido leyendo a solas en los bares. Seguro que fue en un bar donde leí esto de Max Estrella en Luces de Bohemia: “Hay que establecer la guillotina eléctrica en la Puerta del Sol”. Siempre me ha hecho mucha gracia lo de “eléctrica”. No tendría tantas ganas de ajusticiar, el bueno de Max, cuando era tan vago que necesitaba un botón.
La escritora Elizabeth Duval evocó a Valle-Inclán cuando dijo que le gustaría guillotinar en una plaza pública a los youtubers andorranos. El comentario salió del rinconcito de Playz de TVE donde se emitió y echó a rodar por las laderas tuiteras, donde se convirtió en una bola de miles y miles de tuits enfurecidos, con una escandalera que haría pasar por sensata a la mismísima Bernarda Alba.
¿De verdad uno solo de esos tuiteros furiosos cree que Elizabeth Duval se propone guillotinar a nadie en una plaza pública? ¿Hay alguien lo bastante duro de mollera como para pensar que Duval ha comprado una guillotina en Ikea? ¿Por qué no la han denunciado, entonces? Si yo supiera que alguien planea ejecutar a youtubers en una plaza, no protestaría en Twitter: llamaría al 112.
No sé si es más idiota no entender lo que quiere decir Duval o no querer entender lo que quiere decir. Lo fatigoso de este simulacro de discusión pública es que siempre se iguala por el lado del más tonto. Son los que no captan las ironías, los sacerdotes de la literalidad y los beatones de misa quienes marcan el tono de un debate que ya no puede llamarse tal.
Hemos visto desaparecer muchas cosas, pero nunca pensé que asistiría a la ejecución (por guillotina retórica) del sentido figurado.
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