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El día que la televisión se fue a negro

Jaime Martínez desmenuza en un libro cómo se fraguó el corte de la señal de TVE, símbolo de la huelga del 14-D

Pantallazo del momento en el que se cortó la emisión de TVE en la huelga general del 14-D de 1988.
Pantallazo del momento en el que se cortó la emisión de TVE en la huelga general del 14-D de 1988.RTVE
Rosario G. Gómez

El gran símbolo de la histórica huelga general del 14 de diciembre de 1988 se fraguó en un abrir y cerrar de ojos. Tres segundos antes de las doce de la noche dos trabajadores de RNE bajaron la regleta y la señal de la radio, que en ese instante emitía la última edición del noticiero, se cortó. En su lugar subieron un rollo de música. Fue el primer aviso. A las 0.02 uno de los técnicos pulsó el botón de silencio en la mesa de sonido y enmudeció el telediario que presentaba Olga Barrio en el primer canal de TVE. Y 11 segundos más tarde la imagen se fue a negro. Un trabajador había pinchado el fundido a negro y el mezclador de imagen quedó bloqueado. Justo cuando en Torrespaña el vídeo se había apagado, desde el centro de Navacerrada se metió la carta de ajuste, que pasó a teñir las pantallas de Madrid, Castilla y León y Castilla-La Mancha. La dirección de RTVE reaccionó con rapidez y un minuto después recuperó la emisión dando paso a un vídeo sobre el románico palentino para el resto de España. En Navacerrada seguía, estática, la colorida señal de pruebas. La huelga general estaba en marcha.

“La carta de ajuste exasperó a la dirección”, afirma Jaime Martínez, que ha dedicado un año a recopilar testimonios sobre el papel que TVE desempeñó en el paro más potente de la democracia, convocado en protesta por un polémico plan de empleo juvenil del Gobierno de Felipe González y en favor de una mejora de las condiciones de parados, funcionarios y pensionistas. Martínez, de 77 años y natural de Nepas (Soria), era en esas fechas secretario general de CC OO en el ente público y presidente del comité de empresa en Madrid, “donde se partía del bacalao”. A través de un centenar de entrevistas a quienes vivieron de cerca aquel episodio —incluidos los responsables de RTVE hace 32 años— ha reconstruido milimétricamente la abrupta interrupción, los prolegómenos y sus secuelas en el libro El corte en TVE. Así arrancó la huelga general de 1988 (Garaje Ediciones).

En previsión de lo que pudiera ocurrir, algunos mandos intermedios habían planteado la posibilidad de grabar el telediario, pero ni la directora general, Pilar Miró, ni el jefe de Informativos, Julio de Benito, eran partidarios de emitir un espacio enlatado. “Decían que no tenía sentido”, apunta Martínez, que ha estado vinculado a TVE 33 años. “La dirección no programó nada contra la huelga. No cambió los turnos de los trabajadores más rebeldes por otros más dóciles, pese a que pudo hacerlo. Y cuando la pantalla se fue a negro, en plena emisión del telediario, Pilar Miró se abrazó al director de TVE, Jesús Martín, se echó a llorar y le dijo: ‘Jesús, no nos merecemos esto’. Estaban convencidos de que la señal no se cortaría. Que, como mucho, habría fallos en las conexiones”.

El Gobierno se había negado a pactar los servicios mínimos. “Felipe González lo rechazó de plano. Dijo que no nos iba a dar nada”, sostiene el autor. Distinta es la percepción de Rosa Conde, ministra portavoz en aquellos tiempos, que asegura que el jefe del Ejecutivo no intervino en el conflicto. Recuerda que en sus conversaciones con Pilar Miró esta solía replicarle: “Tú di lo que quieras, pero yo haré lo que crea conveniente”. Conde asegura que la responsable del ente era muy celosa de la independencia y que esa independencia siempre la respetó el Gobierno.

Pese a que a las doce de la noche todos los ojos estaban puestos en TVE, el comité de huelga no tenía en sus planes cortar la emisión, incide Martínez. “Desde CC OO jamás se nos pidió nada. Trabajamos muy unidos a UGT y nuestro objetivo era pactar unos servicios mínimos con informativos reducidos y carta de ajuste. La dirección entendía que eso era regalarnos la huelga antes de que empezara. La obsesión del Gobierno era que la pantalla estuviera viva. Nos pareció un abuso y el personal se fue calentando. Pero nosotros solo propusimos que a las doce la gente abandonara su puesto. Así no podrían acusarnos de sabotaje”.

Gritos y presión

Justo en el momento en el que el telediario informaba de que la programación de TVE se mantendría en su integridad, aunque sin publicidad, se produjo el corte. “En el vestíbulo de Torrespaña empezó la cuenta atrás de diez segundos. 400 personas gritando. Fue una presión insoportable hasta para los más calmados. Pero el plan no era darle al mute, sino levantarnos e irnos”.

Apiñados en los despachos, los directivos observaban incrédulos la situación. Ya de madrugada se abrió una nueva ronda de conversaciones. “Fue una negociación dura. Queríamos pactar que no hubiera despidos ni sanciones, pero la empresa se resistía”, cuenta Martínez. Dos semanas después todo cambió. “El 31 de diciembre, el jefe de personal de TVE mantuvo una reunión con Pilar Miró y con el director de la cadena en la que acordaron que no habría despidos. Abrieron una botella de champán y brindaron”.

La televisión fue un detonante efectista, pero Martínez sostiene que el 14-D habría triunfado igualmente. “Fue el golpe definitivo, que pudo influir en el cierre del comercio o de la hostelería, pero la huelga estaba muy bien organizada. La prensa paró el 13 y un centenar de periódicos no salieron”. Pese a todo, el corte de TVE fue el símbolo de una jornada en la que, como expresó el dirigente de CC OO Chema de la Parra, “pararon hasta los relojes”.

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