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‘Schitt’s Creek’ y ‘Succession’ arrasan en los Emmy del confinamiento, entregados de forma virtual

HBO se impone en una ceremonia por videoconferencia en la que las estrellas animaron a acudir a las urnas en el complicado momento político de Estados Unidos

Daniel Levy y Eugene Levy reciben el Emmy por 'Schitt's Creek' en su fiesta en Toronto, este domingo. En vídeo, el resumen de la gala.Vídeo: ATLAS
Pablo Ximénez de Sandoval

La gala de los Emmy más rara de la historia, y no es una hipérbole, se celebró el domingo con un presentador en Los Ángeles y los nominados en más de un centenar de localizaciones distintas. Los premios de la televisión lograron parecerse al trabajo de casi todo el mundo desde marzo con una emisión virtual en la que conectaron por videoconferencia con los premiados y les entregaron las estatuillas en sus casas. Fue “como montar una videoconferencia con tu familia e intentar que tu abuela mire a la cámara, pero multiplicado por cien”, bromeó Jimmy Kimmel, el presentador. Así fue, pero también tuvo la parte entrañable y personal. Y, más importante, se recordará por los premios. Schitt’s Creek, Succession y Watchmen fueron las series del año, en una pseudogala que no eludió el momento de máxima tensión política que vive Estados Unidos.

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Había pasado una hora de programa y solo se había nombrado una serie: Schitt’s Creek. La sexta temporada de esta producción canadiense creada por Daniel Levy y protagonizada por su padre, Eugene Levy, y Catherine O’Hara hizo historia en estos premios. Durante toda esa hora de ceremonia, la serie se llevó los siete premios de comedia (mejor comedia, director, guion y los cuatro intérpretes). Nunca había pasado antes.

La serie arrasó sobre La maravillosa Sra. Maisel (que tenía 20 nominaciones este año y ha ganado 54 emmys en total), Insecure o El método Kominsky. Nunca había ganado un emmy en sus cinco temporadas anteriores. Después de una hora dándole premios, la situación dio para un chiste de Kimmel: “No sé vosotros, pero me estoy cansando de tanto canadiense”.

Jason Sudeikis, en el escenario virtual de los Emmy 2020 en Los Ángeles.
Jason Sudeikis, en el escenario virtual de los Emmy 2020 en Los Ángeles.EMMY AWARDS / HANDOUT (EFE)

La televisión estadounidense lleva tres años buscando al nuevo Veep. La serie de HBO acabó el año pasado después de dominar durante una década. Ya en esa ceremonia se cerró capítulo, con la irrupción de Fleabag, la pequeña serie británica que llegó, triunfó con cuatro premios y se despidió para siempre, pues ya había terminado. Dio la impresión de que la industria de la televisión estadounidense la había descubierto porque apareció en Amazon. Algo parecido pasa este año con Schitt’s Creek. Queda en los récords para siempre su extraordinario triunfo, pero no es el futuro de nada. La sexta temporada, emitida este año, era la última.

Quizá la victoria de esta serie conecta en cierto modo con la realidad de la televisión de la pandemia. Desde que empezó el confinamiento, los espectadores han podido tragarse series enteras que habían dejado pasar. Es como si los votantes de la Academia, después de cinco años, se hubieran dicho a sí mismos, voy a darle una oportunidad a esta serie que nunca he tenido tiempo de ver. Les ha encantado. El hecho de que las primeras cinco temporadas estén en Netflix seguro que no le ha perjudicado.

En la categoría de miniserie, Watchmen ganó como mejor producción del año como se esperaba. El trabajo de David Lindeloff basado en el legendario comic ha causado un gran impacto en Estados Unidos, por la calidad con la que reinventa el cómic y por la presencia de Regina King, una actriz que el público está acostumbrado a ver en grandes dramas, en un papel de acción. Watchmen era el programa más nominado de este año y fue también el más premiado, con 11 emmys.

Después de una década, finalmente Hollywood estaba obligado a elegir una serie dramática que no fuera Juego de Tronos. No para salir del paso, sino para, de verdad, indicar cómo tienen que ser los grandes dramas en la próxima década. La ganadora fue Succession, una intriga de unos hijos que conspiran para sustituir al padre en lo más alto de un imperio mediático familiar. Succession, producción de HBO, ya era para muchos la mejor serie del año pasado. Su segunda temporada era aún mejor que la primera. La serie ganó mejor producción del año, dirección y guion (a pesar de que hasta tres capítulos de Ozark y dos de Better Call Saul estaban nominados).

Quizá el premio más significativo para los fans de la serie fue el de Jeremy Strong, un gran secundario estadounidense nominado esta vez como protagonista y que se impuso como actor principal a su compañero Brian Cox. La segunda temporada de Succession traspasa la carga dramática del padre al personaje de Strong, que disfruta de algunos de los momentos televisivos del año.

Regina King recibe el emmy en su casa por 'Watchmen'.
Regina King recibe el emmy en su casa por 'Watchmen'. - (AFP)

La categoría de drama también dio para dos momentos para los libros de los emmys. AppleTV+ ganó su primer premio grande, el mejor actor secundario en drama, con Billy Crudup, el inquietante ejecutivo de noticias de The Morning Show. Supo a triunfo para un servicio de streaming que se ha estrenado este año con contenido original y apenas puede presumir de una serie, esa, que haya impactado entre el público. Julia Garner, de Ozark, ganó como actriz secundaria por segunda vez.

Y, sobre todo, Zendaya. La actriz de 24 años hizo historia como la más joven en recibir el premio a la mejor protagonista por Euphoria, de HBO. El premio cimenta la estatura de estrella de Zendaya, en el sentido de verdadero ídolo que arrastra legiones de espectadores por sí sola a cualquier cosa que haga. El triunfo de Succession y Watchmen colocó de nuevo a la cadena de pago HBO como la reina de la ficción en televisión, con un total de 30 emmys este año, 11 de ellos entre los premios grandes de este domingo. Por detrás queda Netflix, con 21 premios. Netflix, la plataforma que ha reinventado la forma de producir y ver televisión en los últimos cinco años, había batido el récord histórico de nominaciones con 160. Nunca, este año tampoco, ha logrado uno de los tres premios grandes de ficción.

Zendaya recibe el premio por 'Euphoria' acompañada de su familia.
Zendaya recibe el premio por 'Euphoria' acompañada de su familia. ABC ENTERTAINMENT (AP)

El premio final lo dio Sterling K. Brown con una camiseta de Black Lives Matter, la organización detrás de la verdadera rebelión antirracista que ha vivido este país de costa a costa en los últimos seis meses. Fue una referencia más al momento de tensión política que vive Estados Unidos. Regina King apareció sentada en un sillón con una camiseta de Breonna Taylor, una mujer negra de 26 años que murió por tiros de la policía de Louisville, Kentucky, el pasado mes de marzo. Su nombre se sumó al de George Floyd en las protestas contra el racismo que recorrieron todo Estados Unidos durante meses.

Otros, como Mark Ruffalo (ganador por la miniserie I know this much is true), imploraron a la audiencia que se registre y que haga un plan para votar en un país donde puede ser realmente difícil ejercer ese derecho. Hasta Daniel Levy, verdadero triunfador de la noche desde Canadá, lanzó un mensaje inequívoco al recibir el último premio por Schitt’s Creek: “Nuestra serie va del poder transformador del amor. Para cualquiera que no se haya registrado para votar, hacedlo, porque es la única forma de recuperar algo de amor”.

Al final, la vida se abrió paso en los Emmys confinados, como en todas partes. Sí hubo fiesta, flores, esmoquin, vestidos, gritos y abrazos. Sobre todo gracias al equipo de Schitt’s Creek, que vio la ceremonia reunido en un salón y en mesas como si fuera una boda. Al resto, fue curioso verlos en sus sofás o sillones, con sus familias. El espectáculo estuvo lleno de detalles con los que el público confinado se podía identificar. Como Uzo Aduba, mejor actriz secundaria en miniserie por Mrs. America, gritando fuera de cámara: “¡Mamá! ¡He ganado!”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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