Objetivo: recrear aquel infierno terrorista
El realismo con el que ‘La unidad’, de Movistar +, reconstruye atentados islamistas dispara la serie a lo más visto de la plataforma
La unidad, que desde que se estrenó el pasado 15 de mayo se ha convertido en la serie más vista durante su primera semana de toda la producción propia de Movistar +, tiene un plano hacia el final, cuyo contenido supone un spoiler, pero que también es historia reciente de la televisión española. “Es el plano más complejo de la serie”, dice su director, Dani de la Torre. Quien haya terminado los seis capítulos de la serie, ya sabe a qué impactante momento se refiere. Quien no la haya terminado y tenga intención de hacerlo, quizá debería guardarse este reportaje para leer más adelante, porque la sorpresa es fundamental en el golpe emocional que provoca.
“Durante unos segundos no sabes lo que está pasando. Intentamos descolocar al espectador”, dice De la Torre. Se trata de un atentado con atropello en plena calle Preciados de Madrid similar al que tuvo lugar el 17 de agosto de 2017 en La Rambla de Barcelona. “Quería hacer algo sin crear espectáculo, que fuese muy respetuoso porque fue un atentado que tuvimos aquí”, explica el director de esta serie creada por Alberto Marini y De la Torre y que retrata el trabajo de los agentes de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional y su lucha contra el terrorismo yihadista.
Es un plano secuencia de minuto y medio de duración (originalmente iba a ser bastante más largo, pero se decidió acortar "para que el recorrido fuera suficientemente largo pero tan corto como para no recrearnos y pasarnos de vueltas", dice De la Torre) en el que el espectador ve al terrorista subirse a una furgoneta en la plaza de Callao, la cámara le sigue enfocando en primer plano mientras conduce y atropella a transeúntes hasta que se baja en la Puerta del Sol y es abatido por la policía antes de que la cámara muestre el terror que ha sembrado a su paso.
“Cuando planificaba esta escena, me vino a la cabeza que hemos visto todo de este atentado: el antes, el después, e incluso pasadas de la furgoneta grabadas con teléfonos de la gente. Pero nunca hemos visto la cara de este hombre haciendo esta animalada. Me preguntaba qué pasaba por la cabeza de un tipo que hace esto. Grabarlo con un primer plano me venía bien para contarlo sin hacer espectáculo y para poner el punto de vista en donde no se había visto antes”, explica Dani de la Torre.
Los detalles técnicos de este minuto y medio desgranados por sus responsables dan una idea del trabajo que hay detrás. Su rodaje se dividió en dos partes: el principio y el final se grabaron in situ en Callao y Sol, mientras que en Preciados solo se rodaron fondos. La parte del atropello se grabó en un plató con especialistas, y se integraron los fondos posteriormente. Se trata de un rodaje por capas en el que cada impacto, cada atropellado, cada fondo, cada reflejo, cada salpicadura es una capa diferente que se integran, frame a frame, manualmente hasta obtener la imagen final, que da la sensación de haber sido rodada sin cortes. Unas 10 personas de El Ranchito, la empresa española de efectos visuales que ganó un Emmy por su trabajo en Juego de tronos, se dedicaron durante casi tres meses (aunque no a tiempo completo) a esta escena en concreto. “Es como un encaje de bolillos, con muchas pruebas, sobre todo para que los atropellados fueran creíbles y no fuera demasiado gore”, dice Eduardo Díaz, supervisor de efectos visuales en El Ranchito.
No es el único reto técnico de esta serie. “La unidad ha sido para nosotros como hacer un puzle de 10.000 piezas”, resume Emma Lustres, productora ejecutiva de Vaca Films. Recrear la guerra de Siria, la estación de Toulouse o el barrio de pescadores nigeriano de Makoko imponía al equipo de producción de La unidad. Aunque la serie contaba con un alto presupuesto —la compañía no lo ha especificado, pero es muy superior a la media española—, la dificultad no era menor. El guion de Alberto Marini y Amèlia Mora obligó a una planificación previa que se extendió durante meses, igual que su posproducción.
Uno de esos preparativos que más tiempo les llevó fue encontrar los lugares que se ajustaran a lo que querían contar. Aunque grabaron exteriores en Nigeria, Francia o Tánger, el 85% del rodaje tuvo lugar en Galicia. La guerra de Siria se recreó en la antigua fábrica de cerámica de Santa Clara, en Vigo. Nigeria se divide entre algunos exteriores del país africano, un antiguo cuartel de Melilla y algunas escenas en el lago del Monte Neme, en la provincia de A Coruña. Para Julio Torrecilla, director de Arte, esa mezcla de localizaciones y la continuidad entre escenas para que no se notaran esos saltos fueron las mayores complicaciones en su trabajo.
Para facilitar esa tarea, también entra en juego El Ranchito. Cerca de 400 planos de la serie tienen retoque visual, como explica Eduardo Díaz. “La mayoría son efectos que apenas se notan para el espectador: hay mucho trabajo de limpieza, eliminar reflejos…”, detalla. Ellos ayudaron a convertir un decorado de A Coruña en las oficinas del complejo policial de Canillas en Madrid, transformaron parajes gallegos en el desierto nigeriano, añadieron disparos, pegaron la figuración en atentados y operativos policiales, cambiaron edificios españoles por ruinas sirias, incluyeron y multiplicaron los helicópteros o añadieron lluvia en una escena en la que la lluvia real solo fue intermitente.
El trabajo de vestuario, vehículos y figuración (hay más de 5.000 extras, para cuya búsqueda tuvieron que pedir ayuda a asociaciones de musulmanes, policía o incluso llevar nigerianos con papeles desde Málaga a Melilla…) son otros de los desafíos que destaca Lustres en esta producción, pero ninguno como el rodaje de los dos atentados, el mencionado antes y otro que tiene lugar en la estación de trenes de Toulouse. “Hay muchas cosas que hemos hecho en la serie que ya habíamos hecho antes o que ya se habían hecho. Pero equipo español que haya hecho atentados a ese nivel no sé si hay”, remata Lustres.
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